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Aflajs, sistemas de irrigación de Omán

Aflajs, sistemas de irrigación de Omán

Interior, Oriental y Batina (Omán)

Agua de la nada


Todas las ciudades comparten una necesidad básica: acceso a agua dulce. La cercanía a una fuente de agua ha sido siempre parte indispensable de toda planificación urbana, ya fuera esta un río, lago o, en algunos casos, agua subterránea. En lugares como la península arábiga, sin ríos estables, la última opción fue necesaria. Primero los pozos, luego las casas. Una versión evolucionada fue el surgimiento de ciudades a partir de los aflajs, ancestrales sistemas de irrigación. Haciendo uso de la gravedad, el aflaj es un sistema que fundamentalmente divierte el agua en canales para repartirla por una ciudad y/o cultivo. En algunos casos, el agua atraviesa canales subterráneos y emerge en el shari’a, que por su relevancia solía estar protegido con torres vigía. Desde aquí se desplegaban ciudades como la antigua capital Nizwa, histórico cruce de caminos a los pies de las montañas Hajar que nació en torno al falaj de Daris. Es uno de los cinco principales aflajs que hay repartidos en Omán, donde se estima que existen unos 4.000. Proliferaron desde el año 500, pero pudieron nacer antes. 

Acueducto del falaj de Al-Jeela

La datación es un debate en torno a los aflajs, porque dependiendo de esta se relacionan con los qanat persas. Si aceptamos la fecha sugerida por los arqueólogos omaníes, el primer falaj se sitúa en torno al 2500 a.C., por lo que el qanat sería un heredero del falaj y no al revés. No todos los aflajs son tan antiguos, porque la tradición ha seguido viva y algunos como el de Al-Khatmeen son más modernos. Hoy 3.000 continúan en uso y se gestionan de forma tradicional, incluida la figura del wakeel. Este personifica la gestión de cada falaj, que generalmente no descansa sobre leyes escritas. El wakeel es la autoridad máxima y es elegida por el jeque local con el consejo de un técnico especializado, el arreif. La principal responsabilidad del wakeel es el reparto del agua en cada brazo. Para ello se necesita calcular el volumen de agua por unidad de tiempo. Aún sobreviven antiguos relojes de sol. Hoy, el principal problema de los aflajs son las sequías y la creciente demanda. No son menores los episodios de agotamiento.

Entre los cientos de aflajs de Omán hay distintos mecanismos con un mismo fin: extraer, transportar y distribuir agua. Su origen marca la diferencia entre los tres tipos: ghaili, aini y daoudi. Los dos primeros son similares y suman tres de cada cuatro aflajs por su sencillez. Extraen el agua de un arroyo, ya sea de un valle en los ghaili o una montaña en el aini. El daoudi parte de aguas subterráneas e implica profundos conocimientos de ingeniería, pues la construcción de túneles es inevitable. El pozo madre, de hasta sesenta metros y forrado en arcilla, se procura que esté cerca del lugar a regar, aunque los canales subterráneos pueden sumar hasta quince kilómetros. Los canales se pueden dividir en varios brazos y suelen necesitar revestimientos o pequeños acueductos. Una vez emerge en el shari’a, canales revestidos con arcilla  distribuyen el agua, que generalmente atraviesa zonas públicas como mezquitas, zonas residenciales y finalmente llega a los cultivos.

Falaj de Daris en Nizwa

El falaj de Daris en Nizwa es uno de los de tipo daoudi más antiguos. Recorre ocho kilómetros y da servicio a un amplio área de casi dos millones de kilómetros cuadrados. Alrededor del shari’a hay un parque público, pero en aflajs como Al-Muyassar sobrevive la torre vigía. Como el resto de construcciones tradicionales alrededor, el material dominante es la arcilla. Seguramente la infraestructura subterránea más grande es del falaj Al-Malki, que divide su agua entre dos ciudadelas. Su shari’a también conserva una torre vigía, pero no una mezquita como el de Al Khatmeen, que también atraviesa el fuerte Bait Al-Redadah del siglo XVII. El último falaj es el modesto Al-Jeela, en la región montañosa de Wilayat. Se trata de un aini que recoge el agua de un arroyo continuo y riega plantaciones de dátiles y granadas. Los cinco siguen en uso y salvo Al Khatmeen tienen titularidad privada.

Como la parte visitable de un falaj no es la subterránea, hay que buscar el shari’a de cada uno. Nizwa, a solo dos horas de la capital Mascate, es la base ideal para tres. El primero está en la propia ciudad, en un pequeño parque al norte. El pequeño y agradable pueblo de Birkat, que pasamos viniendo de Mascate, tiene un falaj muy visible tras atravesar un fuerte. Un poco más al este está Izki, que es la referencia para Al-Malki, más difícil de apreciar aunque sus dos ciudadelas merecen la pena. Rustaq, otra capital histórica, queda al otro lado de las montañas, pero tampoco está lejos. Aquí se encuentra Al-Muyassar, mientras que Al-Jeela está más lejos, en las montañas cerca de Sur. En todo caso, cada pueblo en Omán suele tener su falaj, así que veremos varios por el país.

Fotos: waheed_alfazari / Paolotacchi

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