Hungría preindustrial
La Revolución Agrícola, que en Reino Unido precedió a la Industrial, fue llegando a distintas partes de Europa con el paso del tiempo. En el caso del norte de Hungría, el campo cambió radicalmente en el siglo XX. La mayor parte de villas rurales modificaron su aspecto, si no desaparecieron. Es por ello que la existencia de un pueblo como Hollókö funciona como testigo de una época pasada. Hollókö es una aldea etnográfica preservada intencionalmente durante las últimas décadas. Se enclava en los montes Cserhát, un área no muy elevada y protegida en el norte de Hungría. Aquí, en un entorno de cultivos parcelados, frutales, viñedos, praderas y bosques creció entre los siglos XVII y XIX el pueblo de Hollókö. El centro ha conservado su diseño y arquitecturas originales que son testigo de los Palóc, los pobladores de Hollókö.
Esta etnia procede en su mayoría del norte de Hungría, aunque también están en el sur de Eslovaquia. Son un subgrupo de los magiares, de los que apenas se diferencian: ambos grupos llegaron del este. A nivel cultural, eso sí, los Palóc han desarrollados sus propias particularidades, materializadas en buena parte en Hollókö. Este pueblo, traducido como cuervo de piedra, se fundó en el siglo XIII. En esa época estaban muy recientes los ataques mongoles, por lo que lo primero fue fortificarlo por su protección. La región estaba regida por los Kacsics, de origen croata, y ellos ayudaron en la construcción del castillo en 1310. En su falda creció un primer pueblo que en el siglo XV decidió mantenerse católico en medio de la herejía husita, luego unida a la Reforma. Esta decisión derivó en diversos ataques a la villa. Lo que no resistió fue la invasión otomana en 1552. Durante décadas, estos se alternaron el poder de la villa con los húngaros.
Hasta 1683, año en el que los otomanos fueron definitivamente expulsados. El pueblo cambió en ese momento de fisionomía, acercándose a lo que hoy vemos. Con el castillo disminuido, las casas bajaron unos metros y se establecieron en torno a una vía principal, como mandaba entonces la tradición Palóc. En ella levantaron sus casas los miembros de la primera generación, a cuya espalda fueron creciendo sucesivas viviendas entre los cultivos familiares. El material de estas casas, frente a los decretos que prohibían su uso, fue la madera. La prohibición no era un capricho: el pueblo sufrió multitud de incendios y posteriores reconstrucciones. La última fue en 1909: afortunadamente, en Hollókö se respetaron los diseños y materiales tradicionales. Por entonces, el pueblo ya había llegado a su máximo tamaño teórico de acuerdo al espacio cultivable. Las innovaciones agrícolas hicieron virar el propósito del pueblo hacia su preservación. Desde los años 60 se ha controlado especialmente la construcción de nuevas casas y se ha recuperado toda la flora, incluidos los cultivos de antaño.
La figura húngara de la independencia, Lajos Kossuth, da nombre a la calle principal de la villa. En este eje se agolpan la mayor parte de los 55 edificios protegidos que existen. En su mayor parte son casas que no disponen de granero, pues es costumbre entre los Palóc situar estos en los campos, fuera del pueblo. También tradicionales son los materiales: base de piedra y yeso endurecido, pintadas en blanco y uso de madera en pilares, balcones y porches. Entre los edificios protegidos está la iglesia, en un recodo junto a la calle Sándor Petofi. En su arquitectura destaca la torre, también de madera. Este sistema de vía única se vio desbordado a finales del siglo XVIII, cuando se construyeron calles paralelas y perpendiculares. En lo alto de la colina Szar sigue vigilante el castillo medieval. Hoy está en ruinas, pero bastante bien conservado.
Hollókö está situada a solo cien kilómetros de Budapest, por lo que resulta ideal como excursión de un solo día desde la capital húngara. Para ello se pueden contratar tours, ir por libre o utilizar un bus que va y vuelve todos los días. Hoy Hollókö es un museo al aire libre. Aquí no vive nadie desde que los habitantes se mudaron a una parte nueva, desde la que siguen haciendo sus tareas de campo. En el pueblo original, cada casa guarda una tienda de artesanía o un pequeño museo local. Al acabar la calle, lo ideal es subir al castillo para visitarlo y ver una panorámica de la región. En Hollókö hay numerosos festivales locales que los Palóc aprovechan para vestirse con sus trajes tradicionales. Destaca especialmente la Semana Santa, pero en verano se acumulan el festival de la frambuesa, torneos en el castillo y la cosecha de la uva. La gastronomía Palóc tiene como fuerte las sopas.
Fotos: paula soler-moya / Batomi
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