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Antigua Tebas y su necrópolis

Antigua Tebas y su necrópolis

Quena (Egipto)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 27 09, 2019
  • Category:

Cosas maravillosas


Aunque la egiptología nació incluso durante el Antiguo Egipto, se considera que la versión moderna nace con la invasión de Napoleón y el descubrimiento de la piedra Rosetta, que abrió un mundo de posibilidades. La popularización definitiva llegó en 1922 con su hito arqueológico más famoso. El 26 de noviembre, Lord Carnarvon preguntó a Howard Carter si veía algo a través del pequeño agujero que había hecho en una tumba y este respondió un simple: “sí, cosas maravillosas”. Carter contemplaba el ajuar funerario de Tutankamón. Se encuentra en el Valle de los Reyes, una de las maravillas que conserva la principal capital de los Imperios Medio y Nuevo. Aquí se expandió buena parte de la historia egipcia del segundo milenio a.C., cuando Tebas se alzó como la ciudad más poderosa y poblada del mundo: hasta 120.000 personas. Si las Pirámides de Guiza atrapan por su difícilmente asimilable antigüedad, Tebas es un catálogo de todo lo que ofrece la egiptología: enormes templos como Karnak y tumbas con frescos perfectamente conservados de más de tres milenios.

Sala hipóstila de Karnak en Tebas

Tebas, hoy Luxor, está a orillas del Nilo. Estamos a unos 800 kilómetros del delta, en el Alto Egipto. La ciudad fue habitada sobre el 3200 a.C., pero no fue más que un puesto comercial mientras Menfis era la capital del Imperio Antiguo. Justo antes del 2050 a.C., Tebas se convirtió en capital local en una época de divisiones que llegó a su fin cuando el tebano Montuhotep II reunificó el reino. Arrancaba el Imperio Medio y la hegemonía de la ciudad y el dios Amón, deidad local fusionada con Ra. Egipto y Tebas sufrieron incursiones de pueblos hicsos, extranjeros. Amosis I logró expulsarlos para reunificar Egipto una vez más e iniciar el Imperio Nuevo sobre el 1550 a.C., uno de los más gloriosos económica y, por tanto, constructivamente. Tras la incierta época del díscolo monoteísta Akenatón, Tebas inició un ligero declive en el que la capital volvió a Menfis. Al declive político se unieron el económico y demográfico sobre el 1200 a.C. Con el tiempo llegaron las invasiones de kushitas, asirios, persas, griegos y romanos.
El tiempo ha difuminado el urbanismo tebano, aunque tenemos un ejemplo excepcional en Deir el-Medina, la villa de los artesanos del Valle de los Reyes. Lo que sí ha perdurado en Tebas es una cantidad apabullante de templos y tumbas. Los templos más relevantes está en la orilla este, más plana. Dos centran la atención. El de Luxor es original por no estar dedicado a un dios, sino más bien a los faraones. Pudo ser el lugar de coronación y es seguro que aquí finalizaba la fiesta del Opet, la procesión anual más importante de Tebas. Llegaba por una larga avenida de esfinges, de las que quedan unas cuantas, desde Karnak, principal centro religioso de Egipto y segundo del mundo en tamaño tras Angkor Wat. Está compuesto de varios recintos, siendo el principal el de Amón-Ra. Fue construido y renovado sin pausa durante los Imperios Medio y Nuevo: cada faraón quería dejar aquí su firma. Lo que más impresiona son sus columnas. Solo en la Sala Hipóstila hay 134, con dos filas en las que cada una tiene diez metros de circunferencia y 24 de altura. Hay además estatuas colosales y obeliscos.

Interior de la tumba KV9 en el Valle de los Reyes

Cruzando el Nilo, el relieve es más accidentado. Entre los picos destaca al-Qurn, sagrado para los egipcios antiguos. Los Colosos de Memnón dan la bienvenida a un despliegue de templos más pequeños, pero muy numerosos. Entre otros están Medinet Habu, Ramesseum o el espectacular templo de Hatshepsut, apostado contra la montaña en tres niveles con una larga rampa. Conserva frescos originales, aunque los más increíbles están en las tumbas del Valle de los Reyes. Durante medio milenio, los faraones del Imperio Nuevo quisieron descansar en las profundidades del Valle. Se acumulan más de sesenta cámaras o tumbas, no solo reales, y se siguen descubriendo nuevas. Todas menos la KV62 de Tutankamón fueron saqueadas en tiempos egipcios. Aunque son diferentes entre sí, todas tienen un pasillo que desciende hacia una o más salas. Es curiosa la de Hatshepsut, que gira dos veces en un pasillo de 200 metros hasta llegar cien metros bajo tierra. Es difícil elegir una a nivel decorativo: KV17 y KV9 destacan por su calidad y conservación.
Luxor es hoy una ciudad sin mucho encanto que da servicio a la antigua Tebas. Se llega a través de su aeropuerto internacional, en tren o en uno de los cruceros por el Nilo. La estancia mínima es de dos días, más si lo utilizamos como base para ir otros lejanos como Dendera. La orilla este se puede hacer andando, mientras que necesitaremos transporte para ir a la oeste. Las distancias entre templos son altas, pero hay circuitos para ir a pie. Con calor puede ser extenuante, más si subimos las montañas para disfrutar de las vistas. Es también buena idea contratar un globo para ver el amanecer. Entre las visitas, la del Valle de los Reyes puede frustrar, pues la entrada da derecho a solo tres de las tumbas que haya abiertas en ese momento. La de Tutankamón tiene precio extra pese a que no es la más bella y que, por supuesto, su ajuar está a buen recaudo en el museo de El Cairo.

Fotos: Jorge Láscar / Elias Rovielo

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