Joven bahía de primitiva vida
Las praderas marinas son extensiones de lecho marino a poca profundidad cubiertas por varias especies de angiospermas adaptadas. Su aspecto es similar a las praderas terrestres porque, de hecho, son descendientes de estas. Hace unos 75 millones de años, varias especies regresaron al mar, donde continuaron realizando la fotosíntesis, polinizando y enraizando en lechos arenosos cerca de costas templadas y tropicales. Históricamente infravaloradas respecto a otros ecosistemas como las barreras coralinas, las praderas marinas son excepcionalmente valiosas en la cadena trófica y reducen el dióxido de carbono atmosférico. Conforman ecosistemas extremadamente sensibles en los que cualquier modificación puede llegar a acabar con ellas. La mayor área protegida del planeta de praderas marinas se encuentra en el oeste australiano. Son casi medio millón de hectáreas en bahía Shark, un paraíso marino donde se ven sus efectos: aquí pastan miles de dugongos o vacas marinas, una de las varias especies marinas vulnerables presentes aquí.
Bahía Shark cubre una gran extensión de más de un millón de hectáreas de mar flanqueadas por 1.500 kilómetros de costa. Se reparten entre las numerosas y alargadas penínsulas e islas. Hay zonas de playa, algunas de conchas, y de acantilados, entre los que destacan los acantilados de caliza de Zuytdorp, donde se alcanzan los 250 metros. La bahía está cerrada al mar por tres islas consecutivas: Dirk Hartog, Dorre y Bernier. En la primera se sitúa el cabo más occidental de todo Australia. Geológicamente, bahía Shark es relevante gracias a sus estructuras minerales de estromatolitos. Se trata de rocas sedimentarias formadas por la acción de microbiota unicelular como las cianobacterias, capaz de hacer la fotosíntesis. Lo particular de los estromatolitos de bahía Shark es que son la versión moderna de algunos de los primeros seres que poblaron el planeta. Muy escasos hoy, los de Hamelin Pool tienen apenas mil años y fueron los primeros estromatolitos vivos en descubrirse. Su secreto está en la alta salinidad de bahía Shark, beneficiosa para las cianobacterias y perjudicial para sus depredadores.
Los estromatolitos son la forma más simple de la ingente vida de bahía Shark. La base de la cadena son las doce especies de pradera marina que ocupan extensiones como el banco de Wooramel, de más de cien kilómetros de longitud. Entre sus briznas se protegen multitud de crustáceos y peces, mientras que otras especies las forrajean, como los miles de dugongos o las tortugas verdes y bobas. También hay depredadores, empezando por el animal que da nombre a la bahía, los tiburones, pero también con nutridas poblaciones de distintas especies de ballenas y delfines. Entre los segundos se ha constatado un original uso de herramientas. Los delfines nariz de botella utilizan esponjas marinas mientras forrajean el lecho para evitar aspirar arena. Además, en tierra los números de bahía Shark no desmerecen. Se han contabilizado 150 especies de reptiles, 230 de aves y 26 especies de mamíferos amenazados. En las dunas de la isla Bernier, por ejemplo, se encuentra la última población de uno de los escasísimos mamíferos placentarios de Australia, un roedor.
Bahía Shark tiene unos 7.000 años, mientras que la presencia humana aborigen se retrasa hasta los 22.000 años. Prueba de ello son algunos enormes cancheros o midden en la isla Dirk Hartog, producto del antiguo marisqueo. El nombre de esta isla recuerda al explorador holandés que lideró la expedición que tomó tierra en 1616. Fue la segunda expedición europea en llegar a Australia. El nombre del lugar se lo otorgó a finales del mismo siglo el explorador William Dampier, considerado el primer historiador natural de Australia. La aridez de la costa ha evitado históricamente los asentamientos, que son escasos y pequeños. Esta situación ha favorecido la excepcional conservación de bahía Shark, que no obstante se ha reforzado con varios Parques Nacionales adyacentes limitando las actividades extractivas como el pastoreo y la pesca. Actualmente, la mayor amenaza la supone el cambio climático relacionado con la desecación, proceso natural producto de la hidrología de la bahía Shark que podría estar acelerándose.
La mayor ciudad cerca de bahía Shark es Perth, que aun así está a más de 800 kilómetros. Hay un pequeño aeródromo, pero no hay apenas vuelos disponibles. Denham es la localidad de referencia para pasar varios días. Alberga el Shark Bay Discovery Centre, un buen lugar para empezar el viaje y entender los valores de bahía Shark. Los dos sitios más frecuentados son Hamelin Pool, donde una pasarela de madera nos permite acercarnos a los estromatolitos sin dañarlos, y los delfines de Monkey Mia. Están acostumbrados a la presencia humana, quizá demasiado, y se acercan a los visitantes sin miedo. La zona está bien supervisada y se les puede alimentar. El aforo es limitado, así que es conveniente llegar pronto. Además podemos acercarnos a distintos puntos como Francois Peron, Eagle Bluff o Shell Beach y hacer salidas al mar para practicar snorkel.
Fotos: Sharkbaypixels / julie burgher
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