Jardín europeo
El cercado de zonas naturales por nobles de la Edad Media para facilitar la caza fue el origen de los modernos parques. Dentro de estos parajes totalmente naturales se empezaron a incluir edificios funcionales. El cambio cualitativo llegó en la Edad Moderna con la mayor intervención en los jardines de estilo italiano y francés, expresamente diseñados para impresionar. Antes de integrarse en los núcleos urbanos, el último paso fue el modelo paisajístico inglés que apostó por devolver parte de la naturalidad perdida con los parterres barrocos. Un compendio de todos estos movimientos está presente en Bergpark Wilhelmshöhe, un enorme parque en el centro de Alemania. Ideado en el siglo XVII a partir de una reserva de caza sobre una colina, sucesivos margraves enriquecieron un proyecto dominado por una enorme estatua de Hércules con elementos barrocos y románticos. El principal foco de Bergpark Wilhelmshöhe es otro elemento habitual de los parques, el agua, en un despliegue de cascadas y fuentes sin precedentes.
Otro factor en el nacimiento de los parques, los monasterios, también está presente aquí. Donde hoy se sitúa el actual palacio neoclásico hubo un monasterio medieval secularizado tras la Reforma. Entregado a los gobernantes de Hesse, los margraves, a comienzos del siglo XVI, se transformó el paisaje para favorecer la caza. Cuando Carlos I de Hesse-Kassel accedió al poder tras la Guerra de los Treinta Años, el lugar estaba en un estado ruinoso. Contrató al ingeniero francés Denis Papin para que le aconsejara sobre las posibilidades de crear juegos hidráulicos. Con las ideas más claras viajó a Italia para fichar al arquitecto Giovanni Francesco Guerniero, responsable de una primera fase marcada por la enorme estatua de Hércules. A finales del siglo XVIII, Federico II inició el viraje hacia el estilo inglés por la influencia de su esposa y sus visitas a los jardines Kew. Su hijo, Guillermo I, continuó esta tendencia y añadió un pronunciado toque romántico a distintas zonas y el castillo Löwenburg.
Guillermo II fue el último en añadir nuevos elementos al conjunto hasta 1847, tras lo cual Bergpark Wilhelmshöhe ha tenido solo restauraciones. Lo principal ha sido controlar los flujos de agua para evitar pérdidas que debiliten el sustrato. Enclavado en el bosque Habichtswald a las afueras de Kassel, este enorme parque es ante todo un despliegue de fuentes, cascadas y juegos hidráulicos, como por ejemplo órganos movidos por la acción del agua. Las aguas se captan principalmente del arroyo Drusel. La geografía de Bergpark Wilhelmshöhe, con unos 300 metros de desnivel, y el trabajo de los ingenieros hacen el resto. Tras caer por los escalones desde Hércules hasta la gruta de Neptuno, una canalización subterránea garantiza la presión suficiente para que el chorro principal de la Gran Fuente alcance los 45 metros. A este lago artificial también llega agua a través de un idílico recorrido que arranca en la cascada Steinhöfer, atraviesa una zona de rápidos, el puente Teufelsbrücke y un acueducto en ruinas con una caída de treinta metros.
Pasado el estanque de la Gran Fuente, las aguas llegan al tranquilo Lac, último lago artificial antes de redirigir el flujo de nuevo hacia el arroyo Drusel. Entre estos dos lagos se encuentra el palacio neoclásico de Wilhelmshöhe, que fuera residencia de verano del káiser Guillermo II a comienzos del siglo XX. Gravemente dañado en la II Guerra Mundial, se restauró su exterior y adecuó el interior para convertirlo en museo. Más original es el palacio de Löwenburg, con un marcado toque romántico que asemeja un castillo semirruinoso de estilo medieval. En Bergpark Wilhelmshöhe también encontramos una falsa aldea china, un gran invernadero de hierro forjado, un elegante salón de baile, varias grutas, etc. Preside el conjunto la estatua de Hércules desde su inmenso octágono y pirámide. La estatua no llega a los diez metros, pero sumando toda la base supera los setenta.
Kassel, de unos 200.000 habitantes, es una ciudad industrial que sufrió fuertes bombardeos en la II Guerra Mundial, así que no recibe mucho turismo. Se encuentra a unas cómodas dos horas de varias grandes ciudades y tiene estación de tren. Otro parque, el Staatspark Karlsaue, es el otro foco de interés gracias a la Orangerie. También puede ser de interés el museo dedicado a los Hermanos Grimm. La estrella es, sin duda, el Bergpark Wilhelmshöhe, que nos ofrece dos opciones: el parque y el palacio Wilhelmshöhe, un museo clásico que destaca por sus obras de Rembrandt. El parque exige forma física por el desnivel y distancias. De mayo a septiembre se activan los distintos lugares en orden descendente, de forma que todos los visitantes van siguiendo los mismos puntos hasta llegar a la Gran Fuente. Es buena idea revisar las zonas en obras que puedan modificar el recorrido y zonas abiertas. Tanto la estructura para Hércules como Löwenburg son visitables.
Fotos: Einsamer Schütze / Pedelecs
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