Testimonio constante
El alfabeto es una herramienta fundamental para leer y escribir. El principal reto al estudiar japonés o chino es precisamente que carecen de uno. No deja de ser una innovadora herramienta que en su momento simplificó el proceso de lectura y escritura con una idea muy simple: representar los fonemas del lenguaje hablado para que se combinen entre sí y puedan formar infinidad de palabras. El alfabeto más antiguo conocido es el fenicio o, más técnicamente, protocananeo. De él proceden el latino y el griego, entre otros. La diferencia fundamental es que el fenicio carecía de vocales, por lo que solo tenía 22 letras. Este alfabeto fue descubierto a comienzos del siglo XX y en ello tuvieron mucha culpa las conocidas como cinco inscripciones de Biblos, especialmente la del sarcófago de Ahiram y sus 38 palabras. No es de extrañar que se encontraran aquí, una de las ciudades candidatas a ser considerada el asentamiento más viejo del mundo: cuenta como mínimo con 9.000 años. Así lo entendían los griegos, para quienes la ciudad la había fundado el mismo Cronos.
Que la ciudad tiene que ver con la escritura ya se adivina en el nombre. Era el que le daban los griegos, que importaban papiros llegados de Biblos. No obstante, su nombre oficial por entonces era Gubal. Así se conocía desde que fuera parte de la región de Canaán, dependiente de Egipto. La historia del asentamiento, se llamara como se llamase, es muy anterior. En los años 20, el egiptólogo francés Pierre Montet arrancó unos trabajos de décadas. Las estimaciones sitúan un primer asentamiento incluso en el 8800 a.C., es decir, dentro de las primeras culturas agrícolas de Levante. De la Prehistoria se distinguen seis etapas equiparadas con las de la palestina Jericó. Durante milenios, el asentamiento evolucionó introduciendo la cerámica y el bronce y mejorando sus edificios. Sobre el tercer milenio a.C. es cuando la ciudad da un salto cualitativo al establecer relaciones con Egipto. Esta relación queda patente con las relevantes cartas de Amarna.
Sin embargo, el gran imperio terminó favoreciendo a Tiro y Sidón por delante de Biblos. De denominarse Canaán, la región pasó a llamarse con el tiempo Fenicia, estando Biblos al servicio de imperios asirios y persas. Así hasta que en el 332 a.C. Alejandro Magno conquistó la ciudad. Tiró abajo el principal templo de la ciudad, el de Resheph, que se fue reconstruyendo poco a poco. Biblos fue griega y romana. Con los segundos cambió su rol comercial por el religioso: fue centro de peregrinación para los primeros cristianos, con quienes tuvo un obispado. Un nuevo declive con los bizantinos se apuntaló con los musulmanes. El mejor momento de la Edad Media llegó con los Cruzados en los siglos XI y XII. Bajo el gobierno de la familia genovesa Embriaco, Biblos gozó de una recuperación comercial y la construcción del castillo que vemos hoy. Fueron décadas de prosperidad hasta que Saladino la conquistó en 1187. Tras recuperarla temporalmente, los cruzados perdieron para siempre Biblos en 1266.
Encajonada entre el Mediterráneo y las montañas, Biblos ha ido cambiando de cara con el paso de los milenios. De la Antigüedad podemos ver las ruinas del templo de Resheph y el de los Obeliscos, de los años 2700 a.C. y 1600 a.C. respectivamente. Más moderno es el de Ba‘alat Gebal, que fue cambiando de forma. Hoy lo podemos identificar por seis columnas romanas del siglo III. De estos también se conserva parcialmente un teatro mirando al mar, cerca la principal necrópolis. El monumento más visible es sin duda el castillo cruzado. Estos utilizaron restos romanos y roca local para levantarlo en el XII. De esta época también sobreviven dos tramos de muralla y la iglesia románica de San Juan Bautista, hoy conocida como San Marcos. Fue entregada a los cristianos maronitas, hoy mayoría en la ciudad. También merece la pena la mezquita de Sultan Abdul Majid del siglo XVI.
A unos cuarenta kilómetros al norte de Beirut, Biblos fue ganando popularidad a nivel turístico durante el siglo XX. Todo lo relevante se encuentra en el recinto conocido como Ciudadela, donde podremos ver el castillo y el sitio arqueológico. De camino a esta zona podemos atravesar el interesante y ameno zoco. En Biblos hay curiosidades como un museo de cera cuyas figuras ilustran la historia de los fenicios. El Festival Internacional de Biblos es el más relevante del Líbano. Se realiza frente al castillo y además de la música de Oriente Medio se invita a estrellas internacionales. Se celebra en el verano, mejor época para venir si queremos aprovechar las numerosas playas de la zona. El Museo Nacional de Beirut contiene los principales artefactos encontrados en Biblos, incluyendo los sarcófagos del alfabeto fenicio, como el de Ahiram.
Fotos: Peripitus / James Gallagher
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