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Capitales y tumbas del antiguo reino Koguryo

Capitales y tumbas del antiguo reino Koguryo

Liaoning y Jilin (China)

De capitales y pirámides


De los reinos que luego conformaron Corea, Koguryo fue con diferencia el más extenso. Tanto es así, que su superficie excedía con bastante la península coreana para introducirse en Manchuria, territorio actualmente ocupado por China y Rusia. Este reino fue fundado oficialmente en el año 37 a.C., aunque posiblemente cuente con algunas décadas más de vida. Desde su fundador oficial, el príncipe Jumong, hasta su derrota frente al reino de Silla, que se alió con los Tang de la China, pasaron cerca de siete siglos. Su territorio se repartió entonces entre los reinos de China, Balhae y Silla, borrando su pasado. El legado inmaterial de Koguryo es considerado de los más influyentes en las actuales Coreas, incluyendo artes marciales, bailes y vestimentas tradicionales. Sin embargo, el legado físico es bastante más escaso, principalmente porque Koguryo no dejó de estar en guerras continuas durante esos siete siglos. Buena parte del legado está en la actual China, cerca de Corea del Norte. Aquí se encuentran tres de sus ciudades clave y un rico conjunto de tumbas entre las que destaca la conocida como Pirámide del General.

Tumba o pirámide del General Gwanggaeto

Este pasado se manifiesta hoy en la compleja identidad de este territorio, a medio camino entre China, Corea e incluso Japón. El mejor ejemplo de esta complejidad es la ciudad de Ji’an, cuyo río la separa de Corea del Norte. Aquí es donde se encuentran las distintas ciudades de los Koguryo. Wunü Shan fue la primera capital, aunque solo durante cuarenta años, por lo que es más conocida como el lugar de nacimiento de Koguryeo. Se trata de una montaña de 821 metros en forma de mesa. En el año 3, el segundo rey de la dinastía trasladó la capital a la ciudad-fortaleza de Gungnao. Se trataba de un recinto amurallado de tres kilómetros a orillas del río Yalu. La tercera ciudad es Monte Wandu, fundada por Sansang a finales del siglo II. Desde el comienzo tuvo funciones como capital secundaria de descanso para los emperadores. Ambas ciudades fueron saqueadas y derruidas varias veces por los chinos Wei y tribus Xianbei. En el 427 se trasladó la capital a Pyongyang, capital actual de Corea del Norte, en medio de las hostilidades con los vecinos del sur.

El penúltimo emperador que residió en Gungnao fue Gwanggaeto. Su estela de granito de siete metros de altura supuso uno de los descubrimientos arqueológicos más relevantes del siglo XIX. Ha generado conocimiento y polémica a partes iguales, porque la ambigüedad de ciertas partes ha dado pie a todos a adjudicarse el legado Koguryo. Cuando la realeza dejó Gungnao, sobre la ciudad creció la actual Ji’an y no dejó de ser relevante con el traslado de la capital. A pesar del paso del tiempo es posible distinguir trazos de las murallas. Mejor conservada está Wandu, en la que destaca el palacio imperial. Estas dos ciudades marcaron la arquitectura y el diseño urbanístico Koguryo. Gungnao marcó la costumbre de levantar fortificaciones sobre promontorios en media luna utilizando un río, un afluente de este y un canal artificial. Esta fusión de naturaleza y creación humana fue constante. Provenía de Wunu, cuyo monte ha sido investigado solo parcialmente.

Restos del palacio imperial de Wandu

Además de las ciudades, el legado Koguryo por excelencia son sus tumbas. Aquí se cuentan unas cuarenta principales entre nobles y emperadores. Dado que el budismo no impactó aquí hasta poco antes del traslado a Pyongyang, la religión dominante es de corte animista. Las estructuras varían, pero en general buscan los espacios abiertos techados con el mínimo de columnas soportando el peso del techo o túmulo. Una solución a esta premisa es una pirámide, que es el aspecto de la tumba del General, donde parece que descansó el emperador Gwanggaeto. Mide 75 metros de lado y once de altura. Esta, como el resto, no tiene cámaras secretas ni entradas ocultas, por lo que se garantizaron el total saqueo posterior. En cuanto a los frescos, tienen colores vivos y líneas suaves, influencia de culturas vecinas.

La entrada a esta lejana zona de China se hace a través del aeropuerto de Changchun, que se encuentra a unas cuatro horas Tonghua. Esta ciudad es la base con más infraestructuras en la región. Desde aquí tendremos una hora y media hasta la zona de ruinas. La zona arqueológica no cuenta con guías en inglés y está dividida en distintos núcleos cercanos, por lo que el viaje es más que factible en un día si planificamos bien. Incluso nos dará tiempo a acercarnos al museo del sitio en Ji’an. También podemos optar por quedarnos varios días en esta ciudad, corazón de una zona rural muy particular. Entre otras cosas hay viñedos, algo muy raro de ver en China. Si optamos por quedarnos es recomendable un crucero por el río Yalu, desde el que podremos ver Corea del Norte, aunque no se pueden tomar fotografías.

Fotos: Caitriana NicholsonSohan Dsouza

 

 

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