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Casa-Taller de Luis Barragán

Casa-Taller de Luis Barragán

Ciudad de México (México)

Modernismo sensible


A menudo, la arquitectura moderna se considera como un ejercicio puramente racional. Esta impresión procede de la influencia de corrientes puramente funcionalistas, que pusieron el acento en la practicidad, y el uso de materiales duros como el hormigón, acero o cristal. En plena ola modernista, sin embargo, algunos adeptos a las nuevas corrientes se rebelaban contra esta reputación afirmando que «además de satisfacer su funcionalismo material, aun cuando en el programa no exista la búsqueda de una emoción espiritual, si el arquitecto puede darla, debe darla». Son palabras de Luis Barragán, el principal exponente de la arquitectura moderna mexicana. Alejado de tendencias puramente racionalistas, Barragán insistió en asociar su trabajo con palabras como serenidad, nostalgia, tradición, refugio, belleza o poesía. Su obra obtuvo reconocimiento internacional; de hecho, fue el segundo en recibir el conocido como Nobel de arquitectura, el Pritzker. Barragán desarrolló su carrera en su país, especialmente en el entorno de su estado natal, Jalisco, y México D.F. Alrededor de la capital del país maduró su trabajo. Para ello pasó multitud de horas diseñando en su refugio, su Casa-Taller, que es de por sí una de sus principales obras.

Interior de la casa-taller de Luis Barragán

Luis Barragán nació en 1902 en Guadalajara en una próspera familia de hacendados, lo que le acercó al mundo y arquitectura rurales. Se graduó en la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde conoció a Agustín Basave, profesor que le influyó hacia la arquitectura civil. Aún sin acabar su formación, arrancó una serie de viajes por Europa donde recibió nuevas influencias. Especialmente en jardinería, siendo la Alhambra la obra que más le impactó. También conoció las corrientes funcionalistas, con Le Corbusier a la cabeza. De vuelta a México empezó a trabajar en remodelaciones de residencias privadas. Ganó fama, conoció a más arquitectos y se fue especializando en la arquitectura paisajista, su pasión. Conjugó todas sus influencias e hizo uso de muros, colores llamativos, fuentes y juegos de luz. En 1957 finalizó la que es posiblemente su obra más famosa: las macroesculturas urbanas llamadas Torres Satélite. Otro año clave fue 1976, cuando construyó la Casa Gilardi y se organizó una retrospectiva en Nueva York que terminó de encumbrarlo internacionalmente.

Cuando Barragán estaba despuntando quiso ganar independencia sin depender de contratos, para lo cual se convirtió en promotor urbano. En 1939, justo antes de la II Guerra Mundial, compró unos terrenos en Tacubaya, uno de los numerosos pueblos engullidos por el crecimiento urbano de Ciudad de México. Lo primero que hizo aquí fue reformar una modesta vivienda que convirtió en suya en 1943. Luego empezó a trabajar en una segunda vivienda, pero sobre la marcha cambió de planes: esta segunda vivienda la diseñaría para él mismo y la primera la vendió a la familia Ortega. Así es como nace su Casa-Taller, para la que contó con la colaboración de su amigo y colega Mathias Goeritz. Se mudó a ella en 1948 y aquí vivió hasta su muerte en 1988. Hoy es propiedad del gobierno de Jalisco y la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán.

Patio exterior y torre del agua de la casa-taller de Luis Barragán

La Casa-Taller no es solamente un homenaje a la vida de Barragán, sino uno de los exponentes de arquitectura moderna más relevante de toda América Latina. Conjuga las principales influencias que en esos momentos acumulaba Barragán: la síntesis de conceptos modernistas, como el funcionalismo y materiales duros, con inspiraciones tradicionales. El material principal de los tres pisos, irregulares en altura, es el hormigón enlucido con yeso. La división funcional es muy clara, pues cuenta con dos puertas a la calle independientes: vivienda y taller. No obstante, tanto por dentro como por el jardín están conectados. La fachada principal es tan austera y humilde como las viviendas cercanas. En el lado del salvaje jardín, la cosa cambia un poco. En el interior, la división de estancias es funcional. Destacan el manejo de espacios y el fuerte contraste de colores y materiales.

Hoy la casa es un museo y sede de la fundación de Barragán. Se puede llegar por metro, estación Constituyentes. La casa es visitable, pero solo en grupos guiados y con reserva previa. Es bueno hacerlo con antelación por la fama que tiene la casa entre los arquitectos. El coste es alto, especialmente para poder hacer fotos. Se puede visitar el jardín de la adyacente Casa Ortega. A quince minutos andando está la Casa Gilardi y a otros quince, pero ya en coche, está su obra más famosa: sus icónicas Torres Satélite.

Fotos: 準建築人手札網站 Forgemind ArchiMedia / washingtonydc

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