La extravagancia de Federico
La familia Hohenstaufen fue una de las más poderosas de Europa durante la Edad Media: muchos de sus miembros estuvieron al frente del Sacro Imperio Germánico. De todos ellos, Federico II fue sin duda el más especial. Se le conocía como stupor mundis por su carácter, muy alejado de su época, casi un visionario de los siglos que vendrían después. Federico se interesó por el conocimiento, la cultura antigua, otras civilizaciones y nuevas formas de arte. Este humanista tan insólito construyó unas 200 fortificaciones en la región sur de la península itálica. De todas ellas, una sobresalió por encima de los demás por su originalidad. El Castel del Monte parece reunir todas las inquietudes de Federico: mezcla estilo cisterciense, musulmán y clásico en una planta octogonal con un diseño matemático que no tiene similar. El misterio también rodea el Castel del Monte, pues no es como cualquier otro castillo: no tiene foso, ni capilla, ni establo, ni almacenes. Tanto es así, que no se sabe cuál era su función exacta.
Que un Hohenstaufen construyera tanto por el sur de Europa tiene su lógica. Federico era hijo de Enrique VII, pero también de Costanza, una siciliana que al morir su padre se llevó al niño a su tierra para alejarle del peligro de la sucesión del Imperio. En el sur de Italia, Federico gobernó de forma absolutista, algo poco habitual en esta era feudal. Gracias en parte a esto produjo lo que se conoce como el Renacimiento del Sur, un anticipo del Renacimiento europeo. Mientras, en el norte sí que optó por un gobierno feudal, fundamental para conseguir mantener la cabeza del Sacro Imperio Germánico durante la primera mitad del siglo XIII, frente a todo tipo de candidatos alternativos. Este imperio no era hereditario y cada emperador tenía que hacerse valer. No obstante, el principal enemigo de Federico no fue un rival directo sino el papado, que veía en sus excentricidades y su absolutismo un peligro real. Fue excomulgado varias veces, principalmente por no ir a las Cruzadas cuando le ordenaron. Federico decidió hacerlo unos años después sin mediar orden alguna.
En sus viajes, Federico no rehusó el contacto con otras culturas. Parece que de Israel se trajo muchas ideas que plasmó en su Castel del Monte, finalizado aproximadamente en 1240. Lo disfrutó solo durante diez años, pues Federico murió en 1250. No se sabe muy bien para qué lo utilizó en esa década. Se especuló que como pabellón de caza, pero parece que era una residencia real completa. En todo caso, tras la muerte de Federico, los Hohenstaufen perdieron poder en la zona y el castillo fue utilizado como prisión y fortaleza alternativamente, degradándose en el proceso. Mucha parte del interior fue colapsando por la falta de mantenimiento y las partes más valiosas arrebatadas, entre otros por los Borbones. Estos utilizaron materiales del Castel del Monte en el de Caserta. Finalmente, fue comprado por el estado italiano en 1876, que inició su restauración medio siglo después.
Sobre un promontorio, en una región fértil y con grandes vistas, el Castel del Monte presenta una planta octogonal de 56 metros de diámetro con ocho torres también octogonales en cada uno de los ángulos. El castillo está hecho de bloques de piedra calcárea y cuarzo en un estilo en general bastante sencillo, de tipo cisterciense. Tiene dos pisos y cada uno tiene ocho cámaras de igual tamaño, estando las del piso superior mejor rematadas, con capiteles en estilos champaña y borgoña con partes en mármol. Un detalle interesante es que, aparte del juego matemático, hay en el Castel un juego astronómico que produce efectos de luz en solsticios y equinoccios. De inspiración musulmana es el sistema hidráulico, muy adelantado para la región y época. De inspiración clásica es la entrada principal, un arco triunfal en estilo grecorromano, en un anticipo del Renacimiento posterior.
El Castel del Monte se sitúa a unos cincuenta kilómetros de Bari y su aeropuerto. La ciudad más cercana es la de Andria, interesante sitio con una catedral del siglo XII. También cerca está el monasterio de Santa María del Monte. Desde Andria se puede coger un microbús que nos llevará al castillo. Si se va en coche hay que dejarlo en un párking de pago y luego coger un servicio de transporte. No hay que esperarse mucho del interior del castillo, muy desmejorado por el paso del tiempo. Quizá para paliarlo hay visitas guiadas que intentan ir más allá en el carácter misterioso del castillo y la vida de Federico. Aunque el Castel del Monte está rodeado de pinos y no de viñedos, hay una denominación de origen vinícola bastante apreciada que lleva el nombre del castillo.
Foto: orientalizing / Martin Leveneur
Comentarios recientes