Unidad reforzada
Cuando una serie de incendios echaron por tierra el proyecto a medio hacer de la catedral de Bourges, el arzobispo Enrique de Sully lo tuvo claro: el románico estaba agotándose y el nuevo proyecto tenía que fundamentarse en el gótico, estilo pujante del momento. El nuevo templo se levantó principalmente durante los siglos XII y XIII, lo que le hizo mantener una unidad de estilo muy marcada. Lo más sorprendente de la catedral de San Esteban de Bourges son dos cosas. Por un lado, su proporcionalidad y luminosidad conseguida con nuevas innovaciones arquitectónicas como los contrafuertes volados y las distintas alturas que asemejan la catedral a una pirámide. Por otro, la unidad y coherencia del programa escultórico y de las vidrieras es difícil de encontrar en otras catedrales de la época. No es por tanto de extrañar que la catedral de esta pequeña ciudad de druidas y alquimistas influyera en muchas otras en Francia o España, como por ejemplo en Toledo.
El nombre de Bourges hace referencia no tanto al vocablo burgo, sino a los bituriges, una tribu celta que habitaba aquí antes de nuestra era. Sucumbieron frente al empuje de Julio César en el año 52 a.C., cuando el asentamiento se llamaba Avaricum. Los romanos tiraron abajo la ciudad y la transformaron en una gran urbe como probablemente nunca volvió a ser, al menos en tamaño. Con el fin del imperio quedó del lado de Aquitania, pero muy cerca de la frontera con los francos. Esto le propició ser centro de disputas y batallas cuando los francos marcharon al sur. Así, hasta que Pipino el Breve la destruyó en el 760. Bourges fue capital de vizcondados y ducados, jugando un papel relevante tanto a nivel político como religioso desde el siglo XII. La época medieval de Bourges es la más importante y buena parte del centro conserva la arquitectura de entonces, basada en casas entramadas o palacios como el de Jacques Coeur. Se arremolinan en torno al gran símbolo del poder religioso: la catedral.
Parece bastante probable que donde está ahora San Esteban, al noreste de la ciudad romana, se levantara un primer templo en el siglo III. Es seguro que en tiempos carolingios ya había una basílica y los restos del templo románico del siglo XI aún se pueden ver en la cripta. La evolución gótica arrancó en el 1195, casi a la vez que en la ciudad Chartres, bajo dirección desconocida. No obstante, al arzobispo Guillermo se le puede otorgar el mérito de la unidad escultórica, pues él decidió el programa iconográfico. La nave principal fue finalizada en 1255, pero las obras continuaron porque surgieron problemas: la inestabilidad del suelo hacía peligrar el templo. Para solucionarlo, en la torre sur se colocaron enormes contrafuertes. Sin embargo, en 1506 la desgracia acaeció cuando la torre norte colapsó y se llevó consigo parte de la fachada. Se reconstruyó inmediatamente con un ligero cambio de estilo. Afortunadamente fue el principal quebranto: ni las guerras de religión, ni la Revolución Francesa ni las dos Guerras Mundiales afectaron a Bourges gracias a su localización.
La catedral mide 117 metros de largo por 37 de alto. En un primer vistazo, lo más característico del exterior son los dobles contrafuertes. Fue una técnica nueva improvisada sobre la marcha, por lo que los muros se construyeron tan gruesos como si no hubiera contrafuerte. De las fachadas destaca la del oeste, especialmente grande. Tiene cinco portadas, una para cada nave. Hay que fijarse en las esculturas, en concreto en las del tímpano, que muestra el Juicio Final. En el interior, lo primero que se advierte es la ausencia de crucero o transepto: la planta de San Esteban no tiene forma de cruz, sino que es basilical. Esto no quita para que sea muy espaciosa gracias a la doble nave lateral, unidas detrás del coro. El diseño permite una generosa cantidad de luz. Colaboran las espectaculares vidrieras de 1215, en las que trabajaron tres maestros distintos. La catedral se complementa con el palacio arzobispal del siglo XVII, hoy ayuntamiento, y unos jardines.
Bourges es una pequeña ciudad de apenas 70.000 habitantes situada en el centro de Francia. Esto y su estación de tren hacen que esté muy bien conectada con muchas ciudades. París, por ejemplo, está a menos de dos horas. Una vez visitada la catedral hay que dar un paseo por calles como Bourbonnoux o Coursalon y la plaza Gordaine. Es también interesante acercarse a los jardines Marais, al norte de la ciudad. Podemos tomar un paseo en barco por sus canales, pero lo más impactante sin duda es la bella vista de la catedral que hay desde aquí. Si vamos en primavera veremos los jardines en su mejor momento y podremos coincidir con Le Printemps de Bourges. Se trata de un festival musical de una semana en la que Bourges se llena de vida.
Fotos: Holly Hayes / Walwyn
Comentarios recientes