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Centro histórico (ciudad vieja) de Tallin

Centro histórico (ciudad vieja) de Tallin

Harju (Estonia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 8 06, 2021
  • Category:

Resumen báltico


Estonia es uno de los países europeos de identidad más compleja. Surgió con fuerza a mediados del siglo XIX tras siglos de dominación foránea, ora países escandinavos, ora Rusia. Aunque el último periodo de dominio soviético puede inclinarnos a relacionarla con esta potencia, en realidad los nexos con Escandinavia son tan relevantes o más, empezando por su idioma fínico o el peso del protestantismo. Estonia puja por ser uno de los países más modernos y su capital va a la vanguardia. Acogiendo a un tercio del millón y medio de estonios, Tallin es de largo su ciudad histórica más relevante. Su centro histórico tiene un punto milagroso. Pese a la multitud de guerras que ha soportado el país, está entre los mejor conservados. Nos traslada a su primer cénit, cuando gracias a la liga hanseática se hizo con un hueco en el comercio del norte de Europa y se desarrolló arquitectónicamente, tanto en los templos religiosos como las opulentas mansiones de los mercaderes. 

Colina de Toompea en Tallin

Situada entre la bahía homónima y varios lagos que abastecen la ciudad, los orígenes de Tallin son inciertos. Su área ha estado habitada desde hace mucho tiempo, pero la ciudad moderna empieza a nacer con un fuerte del siglo XI. Su primera mención es de 1219, cuando los daneses se la adjudican tras ser objetivo de los caballeros teutónicos, una orden cristiana que había ido ascendido por los países bálticos. Antes de acabar el siglo, la entonces llamada Reval no solo había obtenido derechos como ciudad, sino que se había convertido en el puesto más septentrional de la liga hanseática. Empieza entonces el influjo germánico que domina la ciudad, acentuado cuando es vendida a los caballeros teutónicos. Este influjo se dejó notar en la conversión de la ciudad al protestantismo antes de pasar a manos suecas. En el siglo XVIII, toda la región de Livonia, que engloba a Letonia y Estonia, cambió de manos durante la Gran Guerra del Norte, conflicto en el que una gran alianza redujo el poder sueco.

Inicialmente, Tallin conservó bastante autonomía, pero en el siglo XIX el zarato quiso rusificar sus territorios. La respuesta fue el nacionalismo estonio, que tras la I Guerra Mundial disfrutó temporalmente de la República de Estonia. Por entonces, Tallin había crecido en sucesivas olas de éxodo rural protagonizadas por los estonios, que entonces se hicieron mayoría frente al poder civil de origen alemán báltico del centro histórico. Este centro se había fusionado previamente partiendo de sus núcleos: la ciudad vieja hanseática de los comerciantes y Toompea, la colina de caliza sobre la que se asentó el primer fuerte que definió la ciudad y durante siglos fue hogar de los muchos y variados dueños de Tallin. Afortunadamente, tanto Toompea como la ciudad hanseática esquivaron el saqueo durante buena parte de su historia y los bombardeos soviéticos de la II Guerra Mundial, cuando Tallin fue ocupada por los nazis.

Plaza del Ayuntamiento de Tallin

El centro histórico en Tallin es por tanto doble. En la parte hanseática encontraremos, entre sus callejones medievales, ayuntamiento, iglesias, edificios públicos, antiguos gremios y mansiones medievales. La distribución de las parcelas en esta parte de Tallin refleja la estructura de la ciudad comercial desde sus orígenes en el siglo XIII y XIV. De esta primera etapa se conservan en gran estado las murallas de la ciudad baja, cruzadas por varias puertas y torres defensivas. En su interior, el centro se sitúa en la plaza del Ayuntamiento, donde se alza su torre cívica, mientras que las principales iglesias son San Olaf, San Nicolás y el Espíritu Santo. En Toompea está el castillo homónimo, sede hoy del parlamento estonio, cuyo estilo refleja todas las etapas que ha vivido Tallin desde su fundación. Las dos principales están representadas por los dos templos de Toompea: la catedral protestante de Santa María, iglesia más antigua de Estonia, y la catedral de ortodoxa de Alexander Nevsky, del siglo XIX.

Tallin y su aeropuerto son el punto de partida para un viaje por Estonia, pero también es muy visitada al margen del resto del país gracias a sus conexiones marítimas, hábiles fuera del invierno: cruceros por el Báltico o ferri desde Helsinki, a dos horas. El centro es perfectamente paseable y nos llevará al menos un intenso día completo. Son recomendables las vistas tanto desde Toompea como dando un paseo por las murallas. Fuera del centro podemos acercarnos al palacio barroco de Kadriorg y al museo al aire libre en Rocca al Mare. Estonia y Tallin son lugares entregados a la música, parte principal de un folclore ligado a la identidad nacional. Aunque los eventos son numerosos, el principal tiene lugar cada cinco años. Es el Lauluväljak, donde se citan más de 30.000 cantantes. Otro rasgo cultural es la cocina, con muchas influencias y recetas de referencia como el mazapán, el pescado especiado Vürtsikilu y su bocadillo Kiluvõileib.

Fotos: Rémi Lanvin / Jorge Franganillo

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