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Centro histórico de Burdeos – Puerto de la Luna

Centro histórico de Burdeos – Puerto de la Luna

Nueva Aquitania (Francia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 12 03, 2021
  • Category:

Antes de París


Una de las figuras que más debates genera del siglo XIX francés es Georges-Eugène Haussmann. Este prefecto del Segundo Imperio francés era audaz y narcisista a partes iguales, cualidades necesarias para acometer una renovación urbana como la suya en París. Nacieron con los Campos Eliseos, pero llevándose por delante buena parte de la París medieval. Las críticas se sucedieron en la época, pero hoy su diseño marca el carácter de la ciudad. Este diseño no fue totalmente original, pues Haussmann se basó en Burdeos. Antes de ser prefecto en París lo fue de esta ciudad aquitana rodeada de viñedos situada en la desembocadura del Garona. Un siglo antes de la remodelación parisina, en plena Ilustración, Burdeos acometió la suya. De esta época se conservan cientos de edificios que la convierten en la tercer ciudad francesa por edificios protegidos. El Puerto de la Luna, como se la conoce por su posición en los últimos meandros del Garona, tiene mucha más historia gracias a una orientación atlántica que la conectó al mundo. 

Plaza de la Bolsa en Burdeos

Burdeos nació como asentamiento celta sobre el siglo III a.C. bajo el nombre de Burdigala, destacando desde pronto por sus conexiones marítimas con Gran Bretaña. Tras resistirse unas décadas, cayó bajo domino romano en el 60 a.C. Su puerto creció en relevancia añadiendo una conexión. El estaño de Gran Bretaña se llevaba ahora a Roma. Esta etapa finalizó tras la caída del Imperio Romano con sucesivas oleadas que llegaron de todos los puntos: bárbaros, musulmanes, vikingos y normandos amenazaron o saquearon la ciudad. En el siglo XII, los enlaces dinásticos unieron Burdeos con Inglaterra durante tres siglos. Es entonces cuando se desarrolla la industria vinícola con una influyente exención de impuestos. En 1453, Francia se adjudicó Burdeos y levantó varios fuertes para asentar el dominio, pero Burdeos no lo celebró. El fin de las exportaciones a Inglaterra dañó con fuerza la región. Afortunadamente, a la vuelta de la esquina estaba la era de los descubrimientos y la localización de Burdeos la impulsó.

Este comercio, seña de identidad bordelesa siempre, terminó de enriquecer la ciudad gracias al cacao, azúcar y esclavos. Además, el vino recuperó niveles de producción y en el siglo XVIII ya existen grandes bodegas como Pontac, Haut-Brion o Margaux. Este es el siglo también de figuras locales como Montesquieu, presidente del parlamento local creado en el siglo XV. Así, al dinero se añadió la Ilustración y se impulsó un nuevo urbanismo. El primer gran diseño fue la famosa plaza de la Bolsa con su espejo de agua, diseñada por Jacques Gabriel. Es precursora de la place Concorde parisina, diseñada por su hijo. La principal figura del siglo es Louis-Urbain-Aubert de Tourny, principal influencia de Haussmann en el rediseño parisino. La diferencia es que Tourny no arrasó media ciudad, pues los proyectos fueron principalmente el lavado de cara de la parte que daba al Garona, avenidas nuevas y la sustitución de puertas medievales por otras modernas. Entre las avenidas destaca el triángulo de avenidas de Tourny y las que unieron las nuevas plazas de Gambetta, d’Aquitaine, Bourgogne y Tourny. 

Calle Vital Carles con la catedral al fondo en Burdeos

Estos planes tuvieron continuidad durante más de un siglo hasta dotar a Burdeos de un coherente carácter arquitectónico con el clasicismo como protagonista. Se levantaron grandes edificios en la segunda mitad del XVIII, como el Gran Teatro o el palacio Rohan, actual ayuntamiento, y multitud de residencias. En el siglo XIX se retiraron las murallas y se tendieron los primeros puentes en el Garona: el de Piedra y el de hierro forjado, primer gran trabajo de Gustave Eiffel. En este siglo se siguieron abriendo grandes espacios como Place des Quinconces, una de las plazas más extensas de Europa. Los planes rodearon el centro medieval de Saint Pierre preservándolo en gran parte. La calle Saint-Catherine vertebra este centro en el que hay una buena muestra de iglesias románicas y góticas encabezadas por la catedral con su torre Pey-Berland o la iglesia de la Santa Cruz. También sobrevive la puerta Cailhau, testigo de las fortificaciones que separaban Burdeos del río.

Burdeos sigue siendo una de las principales ciudades francesas, con más de un millón de habitantes, miles de estudiantes y aeropuerto. Pese al tamaño, el centro es paseable y agradable por sus numerosas calles peatonales. Tiene mucha vida gracias a sus tiendas y paseo fluvial. Es aconsejable tomar un barco, al menos un ferri, para ver la perspectiva desde el río. El vino es una actividad ineludible en Burdeos. Es aconsejable dedicar una mañana a alguna bodega famosa o algún pueblo vinícola, especialmente Saint-Emilion. A finales de primavera se celebra la mayor feria del vino de Europa. Para acompañarlo, la cocina bordalesa cuenta con estupendos ingredientes. Especialmente las ostras de Arcachón, pero también tomates, champiñones o espárragos. 

Fotos: Xellery / Bordeaux

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