Navigation Menu
Centro histórico de Diamantina

Centro histórico de Diamantina

Minas Gerais (Brasil)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 7 09, 2018
  • Category:

El auge de la piedra


Algunos elementos químicos presentan distintas estructuras moleculares con sus propias características. La más famosa y valiosa de las versiones del carbono es el diamante. Su nombre viene del griego inalterable y es justo lo que es: sus fortísimos enlaces y la red cristalina que forma lo hacen extremadamente estable. Esto se traduce en dureza: solo se puede rayar un diamante con otro. Además, son excepcionalmente transparentes y dispersan casi toda la luz. La formación de un diamante es un proceso que lleva como mínimo mil millones de años. Una vez formado necesita de alguna erupción para acercarse a la superficie terrestre. Otra opción es que llegue en un meteorito. En todo caso, se entiende por qué los diamantes escasean. Estos dos factores, propiedades y escasez, lo han hecho la gema preciosa por excelencia. Los diamantes naturales llevan siendo recolectados desde hace unos 3.000 años con fines de adorno y, últimamente, industriales. Anualmente se extraen unas 25 toneladas. Casi todo procede de África, pero no ha sido la única región histórica: Brasil tuvo su momento en el siglo XVIII y Diamantina fue su núcleo.

Vista de Diamantina

Ese momento llegó cuando, a comienzos del siglo XVIII, se combinaron dos factores: el agotamiento de los depósitos aluviales de la India, único punto de extracción durante más de 2.500 años, y el descubrimiento de diamantes en Brasil. Fue gracias a los bandeirantes, los aventureros que se introducían en el interior del continente en búsqueda de riquezas. La clave de Diamantina reside en la itacolumita, una piedra de arenisca o cuarcita poco común y flexible que esconde en su interior los diamantes. La región geográfica central fue Serra dos Cristais, una zona lunar en el centro de Minas Gerais. No está lejos de Ouro Preto, donde el generador de riqueza fue el oro. Los diamantes alentaron los asentamientos aquí, pese a las dificultades para la agricultura. Hasta hubo tiempo para un proyecto de ciudad industrial utópica en el siglo XIX llamado Biri Biri, similar en esencia a New Lanark en Reino Unido. Brasil se mantuvo como líder de producción mundial hasta mediados de ese siglo. Entonces, Sudáfrica tomó el testigo iniciando el periodo de dominación de países africanos.

En sus inicios, a la región se la conoció como Arraial do Tijuco, cuando en 1713 empezaron a descubrir diamantes en los ríos y se levantó un primer asentamiento a orillas de uno llamado Burgalhau. Siete años después se encontraron las primeras vetas potentes y la Corona portuguesa se apresuró a crear la Demarcación Diamantina, con Tijuco como ciudad principal. Al estar en una zona montañosa, esta se creó en una loma a más de mil metros de altitud. Tras una concesión monopolística, el gobierno asumió la extracción hasta 1845. Las mejores vetas sudafricanas hicieron insostenible la tarea en Diamantina. Como en el caso de Ouro Preto, esto conllevó un declive que limitó la renovación de la ciudad en favor de su barroco mineiro. Aun así, Diamantina conservó cierta relevancia política. De hecho, uno de los principales presidentes del país, Juscelino Kubitschek, nació aquí.

Calle de Diamantina con el Passadiço

Diamantina se acumula sobre una colina con diferencias de altitud de hasta 150 metros. Este fuerte desnivel ha marcado el diseño de la ciudad. Se aleja del de otras ciudades y recuerda a una ciudad medieval portuguesa, con cierto toque de improvisación: calles, callejones y plazas se acumulan sin mucho orden. El centro es ligeramente más plano y está dominado por la controvertida catedral neobarroca de 1938, de muy grandes proporciones respecto al resto de Diamantina. Por lo demás, la coherencia es casi total: un pavimento de color gris llamado capistrana forra el suelo desde el siglo XIX y contrasta con las casas, conocidas como casarios. Estas presentan un fondo blanco con elementos en colores llamativos en ventanas y detalles decorativos en madera. Uno de los puntos más pintorescos es el Passadiço, un puente peatonal entre dos edificios. Los templos religiosos no difieren mucho de este diseño básico y se integran perfectamente con su único campanario frontal. En general, Diamantina es excepcionalmente sobria y elegante.

La ciudad tiene hoy 45.000 habitantes y un pequeño aeropuerto, pero lo habitual es llegar en autobús desde ciudades como Belo Horizonte, la capital, que está 300 kilómetros al sur. Una heroína local es Chica da Silva, un personaje histórico adornado con leyendas y símbolo del esclavismo local. Veremos varias referencias a su figura en la ciudad. Otro punto de paso obligado es el Museo del Diamante, el origen y sentido de la ciudad. Diamantina es muy musical y tiene dos estilos propios: serestas y vesperatas. Es bueno estar atento a los programas locales. Cerca de Diamantina merecen la pena la Gruta do Salitre y el Parque Estatal Biri Biri, una zona de bosque cerrado donde se encuentra la ciudad industrial utópica.

Fotos: Ambientalista e fotógrafo amadorMark Hillary

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.