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Centro histórico de Évora

Centro histórico de Évora

Alentejo (Portugal)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 6 12, 2018
  • Category:

De Lusitania a las colonias


El Alentejo es una región geográfica y cultural portuguesa. Geográfica porque, como su nombre indica, comprende las tierras más allá del río Tajo. Esto es: todo el sur salvo la franja del Algarve, lo que supone casi un tercio del país. Se trata de un paisaje mediterráneo de baja densidad poblacional y suaves colinas punteadas con alcornoques, robles, olivos y viñedos. Culturalmente se considera el granero de Portugal y capital gastronómica por su clima y sustrato, idóneos para la agricultura. La historia del Alentejo se puede trazar con su capital, Évora, una ciudad de larguísima historia con restos romanos, musulmanes, románicos, góticos y de la era portuguesa de los descubrimientos. Esta última etapa estableció una relación permanente entre Évora y las colonias a través de la arquitectura urbana de la primera. Su unidad arquitectónica, establecida entre los siglos XVI y XVIII y afortunadamente intacta tras el desastroso terremoto de Lisboa de 1755, es la que podemos ver en tantas excolonias portuguesas, especialmente Brasil.

Vista aérea de Évora con la catedral destacando

Évora es una de las ciudades más antiguas de la península ibérica gracias a sus más de dos milenios. Fue fundada por tribus celtas establecidas al sur de los lusitanos. Parece que le dieron el nombre por un árbol local. Roma conquistó la ciudad en el 57 a.C. y la renovó: la fortificó y convirtió en cruce de rutas comerciales, complementando su papel agrícola. Con el fin del imperio llegó un periodo de declive prolongado durante el reinado visigodo iniciado en el siglo VI. Évora recuperó su momento con los musulmanes, que llegaron aquí cuatro años después de desembarcar en la península en el 711. Se rehicieron las murallas y el motor económico agrícola volvió a funcionar. Se construyeron mezquitas y Évora vivió una intensa era cultural. Así hasta que Geraldo Sem Pavor, una figura portuguesa similar al Cid castellano, capturó la ciudad en 1165 haciéndola cristiana para siempre. Évora cambió un tanto su rol ganándose el favor real, sobre todo desde el siglo XV. Se abrieron palacios para la realeza, iglesias en las que se celebraron bodas reales y edificios que vieron tomar decisiones importantes para Portugal.

En la época de Manuel I, el interés por Évora creció. Además de la tradicional agricultura, la ciudad empezó a vivir una intensa época cultural con figuras portuguesas en pintura, escultura, música, historiografía, poesía y teatro. Se culminó con la apertura de la universidad jesuita en 1559, que alojaría a grandes teólogos y humanistas. Es entonces cuando la arquitectura urbana se homogeniza: dos colores, blanco y amarillo, dominan las casas particulares que se adornan con azulejos y balcones de hierro forjado. La influencia de las colonias es bidireccional: Évora atrae a buena parte de la población esclava africana para trabajar en sus campos, entremezclándose con la población local paulatinamente. La expulsión de los jesuitas cerró la universidad hasta hace bien poco, iniciando el declive del flujo cultural que había aupado a la ciudad más allá de su agricultura. El peor momento estaba por llegar, con la invasión francesa de 1808 y su inevitable saqueo.

Templo romano de Évora

Évora todavía conserva buena parte de sus murallas, reconstruidas parcialmente por cada uno de los dueños de la ciudad, y el acueducto del siglo XVI que secciona la ciudad en dos. Dos son las plazas que centran la mirada: la primera es Giraldo, centro neurálgico comercial y político que servía de encuentro de ocho arterias principales. A través de una de ellas se llega a la segunda zona, donde se unen los principales monumentos: el jardín de Diana con sus vistas a la campiña alentejana y al templo romano, la catedral y otros edificios como el convento Lóios o el palacio de los duques de Cadaval. El templo romano del siglo I, principal monumento romano de Portugal, conserva trece columnas originales. La catedral, por su parte, es una amalgama de estilos con el gótico del XIII dominando, pero base románica y toques manuelinos y barrocos. Fue diseñada con la de Lisboa en mente y destacan sus torres asimétricas, el claustro y las esculturas de la entrada.

Évora tiene tan solo unos 60.000 habitantes. A medio camino entre Lisboa y Badajoz, la mejor manera de llegar es en coche. Esto nos permitirá acercarnos a monumentos megalíticos como el Cromeleque dos Almendres, una de las acumulaciones de menhires más grandes de Europa. En Évora, un monumento menor, pero muy visitado, es la Capela dos Ossos, una capilla con multitud de huesos humanos localizada en la iglesia de San Francisco. El centro es muy paseable y tiene tiendas en las que la estrella es cualquier producto realizado con corcho de los alcornoques que rodean la ciudad. Además de este producto, todo lo relacionado con alimentación merece la pena: vino, cerdo al estilo alentejano, migas y la sopa açorda.

Fotos: Biblioteca de Arte Fundação Calouste GulbenkianDigitalsignal

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