Agricultura de altiplano
En los valles andinos del sur del actual Ecuador habitaron en su día los cañarís, un grupo étnico con avanzados conocimientos en astronomía y agricultura. Esta última la practicaron de forma intensiva en una llanura a unos 2.500 metros de altitud que llamaron Guapondelig. Con condiciones climáticas ideales y siendo el único espacio llano amplio en bastantes kilómetros a la redonda, Guapondelig concentró a muchos cañarís. Estos se resistieron durante mucho tiempo al dominio inca. Cuando cayeron, los incas reconocieron la importancia de la llanura fundando Tomebamba, de la que se dijo que llegó a rivalizar arquitectónicamente con Cuzco. Solo cincuenta años después, los españoles llegaron. Los cañarís no habían olvidado y se aliaron con ellos para derrotar a Atahualpa. Tomebamba fue reducida a las ruinas, pero los españoles llegaron a la misma conclusión que los pueblos predecesores: la llanura era lugar idóneo para un asentamiento. Así se levantó Santa Ana de los Ríos de Cuenca en 1557, que poco después formaría su propio corregimiento. Hoy supone uno de los ejemplos más puros de ciudad interior, entroterra, de la época colonial.
Panorámica de Santa Ana de los Ríos de Cuenca
Gil Ramírez Dávalos fue el fundador y el que, como tantos otros en América, le puso el nombre de su ciudad natal. Santa Ana de los Ríos de Cuenca fue diseñada con el clásico damero, cuyos bloques fueron repartidos entre los distintos caciques, él mismo y las órdenes religiosas. La ciudad tuvo el mismo sentido que en la época cañarí, centrándose en la agricultura y constituyendo el granero de la región. Progresó a la sombra de Quito en los tres siglos de colonia que mezclaron la población colona e indígena, que en todo momento fue superior en número. Tras un conato independentista en el que Santa Ana de los Ríos de Cuenca hasta proclamó su propia república, la ciudad se incorporó al proyecto de Gran Colombia en 1822. Luego pasó a ser parte de Ecuador, siendo capital de Azuay. Este siglo XIX fue de gran industrialización gracias a dos productos: la quinina y los sombreros de paja. Progresó y abrió su universidad tan pronto como 1867.
El aislamiento natural de Santa Ana de los Ríos de Cuenca ha logrado mantener su diseño colonial a pesar del rápido desarrollo y crecimiento urbano de la segunda mitad del siglo XX. La llanura ha marcado siempre un entorno rodeado de montañas y cruzado por cuatro ríos que le dieron nombre a la ciudad colonial. Cada etapa ha ido transformando el entorno partiendo casi desde cero, salvo la etapa independiente, en la que no obstante hubo una renovación casi total de edificios. Fue gracias a la expansión industrial del XIX, en la que se mezclaron influencias europeas e indígenas. Se nota en el aspecto andaluz de muchas viviendas particulares en las que, sin embargo, se utiliza adobe local. Abundan en la zona del damero, compuesto por 200 bloques con anchas calles que aportan mucha luz. La también clásica plaza central colonial tiene en sus lados los principales edificios civiles y religiosos.
Catedral y plaza de las Flores en Santa Ana de los Ríos de Cuenca
De los grandes edificios más recientes destaca la catedral nueva de la Inmaculada Concepción. Sus obras se prolongaron durante más de un siglo y finalizaron en los años 70. Tiene un estilo muy ecléctico, dominando el neorrománico. Poco después se iniciaron las labores arqueológicas que sacaron a la luz las ruinas incas del palacio de Pumapungo. Están justo debajo del damero que supone el centro de la ciudad. En este podemos encontrar varios edificios de época colonial, especialmente religiosos. Entre los más antiguos están los que pertenecen a dos órdenes religiosas, carmelitas y conceptas, ambos de comienzos del siglo XVIII. La catedral vieja o Sagrario es anterior, pues sus inicios datan de la fundación de la ciudad. Es una construcción sencilla, no muy grande, por lo que se quedó pequeña. Hoy funciona como museo.
Santa Ana de los Ríos de Cuenca ha crecido hasta albergar en su núcleo unos 400.000 habitantes. Podemos tener una panorámica completa si subimos al mirador de Turi. Se puede llegar a su aeropuerto nacional desde Quito o Guayaquil, mejor que por carretera. Hay gente que llega por tierra desde Perú, haciendo un viaje más largo. Es una ciudad para ser paseada, con zonas muy agradables como las orillas del río Tomebamba, conocidas como Barranco. Unos treinta kilómetros al oeste de la ciudad está el Parque Nacional El Cajas, con multitud de lagos andinos. Santa Ana de los Ríos de Cuenca tiene un clima muy constante, aunque hay menos lluvias de junio a diciembre. El momento más frecuentado es comienzos de octubre, cuando se juntan los Difuntos y la Independencia. Lo más típico es el sombrero de paja toquilla o panamá, que tiene hasta su museo. Gastronómicamente es una ciudad carnívora, especialmente dedicada al cerdo, conocido aquí como chancho.
Fotos: Ministerio de Turismo Ecuador / Angie Drake
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