Historia de una ciudad-estado
Cuenta la leyenda que San Marino cruzó el Adriático desde la isla de Rab hasta Rimini huyendo de las persecuciones religiosas de Diocleciano. Este santo terminó convirtiéndose en ermitaño en el monte Titano. Allí fundó un monasterio en el año 301 que sería el germen del actual estado de San Marino. Esta historia le vale a esta pequeña república rodeada de suelo italiano para reivindicarse como el estado soberano más antiguo del mundo. Durante mucho tiempo una ciudad-estado italiana más, otra reivindicación histórica de San Marino es haber promulgado la constitución republicana vigente más antigua, del siglo XVI. San Marino, en las estribaciones finales de los Apeninos por el este, apenas a diez kilómetros de la costa, se alza sobre siete colinas. Monte Titano no solo es su origen legendario, sino que aquí se asientan sus icónicas tres torres defensivas y su vieja capital. Renovada por Giani Zani en el siglo XX, San Marino no ha perdido aun así su aire medieval.
La realidad nos dice que no existe constancia de monasterio alguno hasta el siglo VI, aunque sí de actividad humana previa. El monasterio fue prosperando y controlando territorios próximos al monte Titano al menos desde el siglo IX. No dejaron de servir, al menos en parte, a los nobles de los alrededores, pero mantuvieron una autonomía que empezaron a consolidar con su propia asamblea: el conocido como arengo. Los vecinos de San Marino, especialmente Rimini, quisieron adjudicarse el territorio en varias ocasiones. Esta ciudad no solo no tuvo éxito, sino que en el siglo XV el papa Pío II le otorgó a San Marino varias ciudades más que completaron sus dominios presentes. La manida constitución de 1600 fueron en realidad unos estatutos para nombrar órganos institucionales, una forma primitiva de constitución. Durante las guerras napoleónicas, la unificación de Italia y las dos guerras mundiales lo que mejor le funcionó a San Marino para mantener su independencia fue la estrategia de neutralidad y diplomacia que mostraron sus gobernantes.
Hasta el siglo XV, San Marino estuvo compuesto tan solo por el monte Titano, con su monasterio al frente. Este monte mide 739 metros: no es poco si tenemos en cuenta la cercanía al mar. La vista es de vértigo, con un precipicio en la piedra caliza de 200 metros. Esta geografía ayudó a resistir invasiones a San Marino, que solo fue puntualmente ocupada en tres ocasiones. El monte tiene tres picos sobre los que se asientan las tres torres defensivas que el país exhibe en su escudo. Las tres han sido claves en la historia de San Marino. Guaita es la más famosa y antigua, además de la más espectacular: varias ventanas dan directamente al precipicio. Fue construida en el siglo XI y reformada en el XV. Funcionó como cárcel, como lo hizo la torre de Montale. La tercera, Cesta, es del siglo XIII y está en el pico más alto del monte Titano.
En la ladera oeste del monte se levanta la ciudad de San Marino. Fue creciendo desde el siglo XIII y hoy es principalmente un enclave histórico y turístico, porque su orografía no ha permitido un desarrollo económico moderno. A pesar de ser solo la tercera ciudad más poblada del pequeño país ha mantenido todos los órganos institucionales. El edificio de referencia es el Palazzo Pubblico, una copia a pequeña escala del Palazzo Vecchio de Florencia. Como otros edificios públicos de la ciudad, fue levantado en el activo siglo XIX. En este siglo se inició una renovación de la ciudad que se prolongó hasta antes de la II Guerra Mundial. A pesar de ello, el ambiente es muy auténtico gracias a sus calles estrechas y empedradas, así como las murallas del siglo XV, bastiones defensivos y puertas como la de San Francesco. En arte religioso, lo principal es la basílica neoclásica de San Marino, que en 1836 sustituyó a otra del siglo VII en muy mal estado.
Tras un siglo XIX en el que al país le costó subirse al tren de la industrialización, San Marino ha crecido hasta convertirse en uno de los países más ricos del mundo. Lo ha hecho ante todo por la mezcla de escasa población, poco por encima de los 30.000 habitantes, y el sector de las finanzas. El turismo de italianos y rusos también ha colaborado. San Marino no tiene aeropuerto, ni tren, pero Rimini sí y está muy cerca. Hasta San Marino podremos llegar en bus o en coche: no hay frontera alguna. Dos de las tres torres defensivas son visitables y en la Piazza della Liberta podremos arrancar un paseo por el centro histórico. No forma parte del euro oficialmente, aunque es la moneda en curso legal. Muchos italianos vienen aquí a comprar por los menores impuestos en algunos productos. También se llevan vino y queso, con cierta fama. El postre más famoso es la Torta Tre Monti, una tarta en honor a las tres torres.
Fotos: Max_Ryazanov / Cezar Suceveanu
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