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Centros de poder de los longobardos en Italia –568-774 d.C

Centros de poder de los longobardos en Italia –568-774 d.C

Friul-Venecia Julia, Lombardía, Umbría, Campania y Apulia (Italia)

Invasores aculturados


Pablo el Diácono fue uno de los primeros historiadores medievales. Este monje del siglo VIII recopiló y resumió la historia de los longobardos en Italia. Su mérito es que, pese a tener linaje real con este pueblo nórdico, Pablo hizo un estudio comparativo. Su obra es el mejor resumen de una etapa de la península itálica clave como bisagra entre las edades Antigua y Media. Los longobardos entraron a Italia por el noreste en el 568 y se encontraron territorios devastados por las guerras entre ostrogodos y bizantinos. Tras una rápida campaña militar se hicieron con casi toda la península hasta el 774, cuando Carlomagno absorbió muchos de sus territorios en el renacido imperio. Los longobardos, divididos en estados, aún pudieron mantener unos siglos las regiones del sur con los principados de Benevento, Salerno y Capua. En su etapa tardía, estos principados popularizaron el denominado primer románico o románico lombardo. Fue el paso final de una evolución arquitectónica que, gracias al origen y relaciones de los longobardos, son una síntesis de estilos europeos.

Tempietto Longobardo de Cividade del Friuli

A medio camino entre historia y leyenda, los longobardos salieron de Escandinavia y ocuparon zonas alemanas en el siglo I, desplazándose a finales del V hasta la orilla norte del Danubio. El rey Alboino decidió continuar las conquistas hacia el suroeste y llegó a Italia. Todo en muy poco tiempo, lo que dio a la travesía un carácter más germánico frente a otros pueblos. En Italia, la única oposición seria fueron los bizantinos, que además de retener ciudades y zonas clave forzaron una clara división entre el Reino Italiano en el norte y los principados del sur. Pese a ser los conquistadores, el proceso de aculturación fue bidireccional. Así, los longobardos progresivamente se convirtieron al cristianismo hasta el punto de ser considerados promotores de los monasterios en Europa Occidental. Junto a otros templos religiosos son también su principal legado. En el siglo VIII, los longobardos controlaban toda Italia salvo Roma y Nápoles. Se habían latinizado extraordinariamente, pero de poco sirvió cuando el Papa, asediado permanentemente, pidió auxilio a Carlomagno.

Los longobardos no tenían tradición arquitectónica, de modo que utilizaron maestros locales y distintas influencias como la merovingia y bizantina. Muy cerca de la frontera con Eslovenia se encuentra Cividale del Friuli, que conserva murallas y urbanismo medievales. En su interior se encuentra una de las principales muestras arquitectónicas longobardas, el denominado Tempietto Longobardo del siglo VIII. Se trata de un pequeño oratorio de planta cuadrada abovedada con restos decorativos. Era parte del palacio patriarcal, luego transformado en residencia episcopal. Hoy en el museo arqueológico, otra pieza clave es el edículo octogonal del baptisterio. En Lombardía, región que heredó el nombre de este pueblo, hay otros dos lugares: el convento San Salvatore–Santa Giulia en Brescia, fundado en el siglo VIII, pero muy reformado después, y Castelseprio. Este castro militar de origen romano fue ocupado por los ostrogodos primero y los longobardos, que finalmente lo transformaron en otro monasterio. Destruido en 1287, conserva la torre Torba y la iglesia de Santa María con frescos originales.

Tempietto Clitunno cerca de Spoleto

En la provincia de Perugia destacan dos iglesias dedicadas a San Salvador. La primera es una basílica urbana en Spoleto, construida previamente, pero reformada por las élites longobardas. Tiene planta basilical con tres naves separadas por columnas clásicas. Más clásico aún es el sorprendente Tempietto Clitunno, una pequeña iglesia marcadamente clasicista que conserva inscripciones y frescos del siglo VII. En Benevento, el principado longobardo más poderoso, se encuentra el complejo de Santa Sofía. Levantada en el 760 con la catedral homónima en Constantinopla en mente, su sorprendente plano incluye un hexágono columnado rodeado de un decágono con presbiterio y capillas. Las columnas utilizadas fueron recicladas de otros monumentos, igual que el claustro longobardo formó parte del convento posterior. El último representante se encuentra en la península de Gargano, conquistada por los longobardos en la segunda mitad del siglo VII. Aquí acogieron el intenso culto a San Miguel, tradición con raíces greco-bizantinas que enlazó con el dios pagano germánico Wotan. Adoptaron el santuario de Monte Sant’Angelo como culto nacional y lo reformaron, igual que sus sucesores, para responder al creciente peregrinaje.

Los siete centros de poder longobardos se extienden por toda Italia, de forma que cubrirlos en un solo viaje puede ser complicado, pero por otro lado muchos viajes nos permitirán estar cerca de alguna de sus provincias: Udine, Brescia, Varese, Perugia, Benevento y Foggia. Todos los sitios son accesibles, aunque algunos requieren llegar en transporte privado, especialmente los que están en núcleos urbanos pequeños o fuera de estos como en Castelseprio, las dos iglesias de Perugia y Monte Sant’Angelo, que no obstante es uno de los puntos que recibe mayor turismo debido al peregrinaje. Spoleto, bastante turística, tiene un concurrido festival artístico. Los sitios en Brescia, Cividale del Friuli y Benevento son relevantes monumentos en sus centros históricos y cuentan con museos anexos.

Fotos: Aconcagua / Georges Jansoone

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