Colonia con personalidad
Cuando Europa descubrió y colonizó América, hubo una expansión del arte europeo por todo el nuevo continente. Con el tiempo, sin embargo, hubo también espacio para el florecimiento de escuelas artísticas locales que solían tener el mestizaje como seña de identidad. Una de las más relevantes fue la escuela quiteña, influyente desde Popayán en Colombia hasta Cajamarca en Perú, pero con centro en la actual capital de Ecuador. Su mayor esplendor sucedió en los siglos XVII-XVIII, cuando alcanzó renombre europeo gracias a la corte española. Buena parte del éxito nació en el Colegio de artes y oficios San Andrés. Este colegio centró sus primeros esfuerzos en la arquitectura. Una vez creados los principales templos de la ciudad, fue el turno para la pintura, con técnicas propias como el encarnado, y la escultura. Nombres como los de Bernardo de Legarda, Caspicara o Miguel de Santiago son fundamentales para conocer esta escuela, desarrollada en uno de los centros históricos más amplios y mejor conservados de toda América.
San Francisco de Quito está localizada entre dos estribaciones de los Andes, a unos 2.850 metros de altitud que la convierten en la capital estatal más alta del mundo. Está en la cuenca del río Guayllabamba, a la sombra de amenazantes volcanes como el Pichincha, que ha cubierto de ceniza la ciudad varias veces. El nombre proviene de los quitu, etnia que se instaló aquí el primer milenio de nuestra era. Sobre el año 980, estos fueron conquistados por los cara y conjuntamente formaron el reino quitu-cara. Se resistieron a los incas hasta una enorme guerra de 1462 en la que Túpac Inca les derrotó. Llevó décadas consolidar el imperio aquí, justo para que en 1534 llegaran los españoles de la mano de Diego de Almagro. Los colonos fundaron la nueva ciudad, desplazada de forma definitiva poco después de la mano de Sebastián de Belalcázar. Bajo el virreinato de Perú, Quito y su escuela crecieron levantando templos tan impresionantes como el de San Francisco, el mayor complejo religioso colonial de toda América.
Se debió en parte a los principales ingresos de la ciudad: la industria textil y las explotaciones mineras. Permitieron levantar templos en varios estilos, principalmente barroco y neomudéjar. Quito contaba con unos 10.000 habitantes cuando en 1809 empezaron a soplar vientos de cambio. Aplacados los primeros conatos independentistas, todo se precipitó en la batalla de Pichincha de 1822. En las faldas del volcán, Antonio José de Sucre logró una decisiva victoria para la independencia de la Real Audiencia de Quito. Tras unas décadas de disputas, Quito volvió a crecer con fuerza. Tanto fue así que en los años 30 las clases altas se mudaron a los barrios del norte ocupando nuevas mesetas y colinas. Esto permitió que el centro se conservara casi intacto, más aún cuando creció la conciencia de la necesidad de conservarlo.
Quito cuenta con 130 monumentos históricos en las 320 hectáreas del centro histórico en clásico damero. Como en otras ciudades coloniales, todo parte de una plaza central, llamada aquí Grande o Independencia, en la que están presentes el poder civil y eclesiástico. El primero está representado por el palacio de Carondelet y el segundo por la Catedral. Construida y reconstruida entre los siglos XVI y XX tras erupciones y terremotos, su inevitable estilo ecléctico es una constante en la ciudad. Más impresionante aún es la cercana iglesia y monasterio de San Francisco. De estilo mudéjar, manierista y barroco, en su interior se guardan varias joyas de la escuela quiteña, destacando una pequeña escultura conocida como la Virgen de Quito, obra del maestro Bernardo de Legarda. Otras iglesias imprescindibles son la Basílica del Voto Nacional, templo neogótico más grande de América; la iglesia de la Compañía, representante del barroco más puro; y la del Sagrario, ejemplo renacentista. Más allá de las iglesias destaca el Teatro Nacional Sucre, una de las primeras óperas de América.
Quito cuenta con más de millón y medio de habitantes y es la capital económica y política del país. El turismo está creciendo y ya no se utiliza solo como escala para ir a las Galápagos. Además de pasear el centro es buena idea ir al Museo del Banco Central, principal del país. Desde hace poco, el TelefériQo sube a la Cruz Loma dando una gran perspectiva de la ciudad. Si queremos algo más sencillo, es imprescindible subir a El Panecillo, donde se encuentra una réplica a gran escala de la Virgen de Quito. Estando en Quito es tradicional acercarse a Ciudad Mitad del Mundo, donde podemos situar un pie a cada lado del ecuador geográfico del planeta. Quito es la capital gastronómica de Ecuador. Su cocina, basada en las patatas, incluye platos como el locro de papas o la fanesca, un plato con legumbres y bacalao. De junio a agosto hay menos lluvias y la temperatura es agradable.
Fotos: Diego Delso / Visita Quito
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