Plata encajada
En el siglo XVI, los colonizadores españoles descubrieron vetas de oro y plata en Nueva España, abriendo varias minas para su explotación. Esta es la razón de ser de Guanajuato, una de las ciudades históricas mexicanas con mayor encanto. El paso de las décadas y la apertura de minas hicieron de la ciudad el mayor centro extractivo del continente. En el siglo XVIII hubo un momento en el que solo la mina de La Valenciana producía dos tercios de la plata mundial. La riqueza que generaron las minas no fluyó hacia la mayor parte de la población. Este fue uno de los motivos de la revolución independentista del siglo XIX. En Guanajuato, estos movimientos tomaron forma en la toma de la Alhóndiga de Granaditas. Precisamente un minero, conocido como el Pípila, logró incendiar la puerta de entrada a la alhóndiga donde se refugiaban españoles y criollos. Las tropas rebeldes masacraron a los leales a la Corona Española, tomando oficialmente el mando de la ciudad en un punto culminante de la revolución.
El nombre del primer asentamiento precolombino, Mo-o-ti, lugar de minas, ya anunciaba el motor económico de esta región. Distintos pueblos, incluidos los aztecas, recolectaron oro aquí. Los españoles descubrieron la zona en 1540, en concreto en la mina luego llamada San Bernabé. Rápidamente fortificaron la zona en cuatro puntos, naciendo de forma disjunta Santa Fe Real de Minas de Guanajuato. A estos cuatro barrios llegaron multitud de aventureros y cazadores de oro que con el tiempo convirtieron a Guanajuato en una de las ciudades más ricas de Nueva España. Esto se reflejó en la arquitectura de la ciudad, que abrazó la opulencia del barroco y el estilo churrigueresco. La tensión en la ciudad ascendió hasta el momento culminante de 1810, cuando Miguel Hidalgo partió de la ciudad de Dolores y capturó Guanajuato tras la toma de la Alhóndiga. No fue definitivo, pues hubo que esperar a 1821 para la caída irreversible de la ciudad. Todavía tocarían unos años más de tensiones entre liberales y conservadores, durante los cuales Guanajuato fue puntualmente capital de México.
El diseño de Guanajuato depende enteramente de su complicada orografía, pues está insertada en un estrecho valle. La falta de espacio hizo imposible el damero colonial de otras ciudades y en Guanajuato abundan las calles subterráneas, las escaleras y los callejones. De estos hay más de 3.000, entre los que destaca el del beso. El centro histórico, en el barrio de Pastita, está construido a base de arenisca rosa y verde. Abundan las pequeñas plazas como la de Jardín de la Unión, pero se puede señalar a la Plaza de la Paz como la principal. En esta y alrededores abundan las construcciones coloniales civiles, mansiones e iglesias barrocas en cuyos interiores deslumbra el abundante oro local utilizado. La Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato, en la plaza mayor, es la iglesia barroca mexicana más destacada. La de La Compañía de Jesús fue levantada en estilo churrigueresco y renovada en estilo neoclásico en el siglo XIX. La famosa Alhóndiga es un sobrio edificio, pues fue levantado para guardar grano. Su historia lo hace sin embargo muy visitado y en su interior se ha instalado un museo regional.
La minería es una parte integral de la ciudad. Tras el periodo independentista y las luchas internas, en 1870 se retomó la actividad que aún pervive, aunque el nivel de producción ha descendido mucho y apenas emplea a gente. Las minas no solo aportaron riqueza a la ciudad, sino que configuraron sus barrios, nacidos en torno a cada veta encontrada. En cada uno de ellos se levantaba una iglesia de barrio, como ocurre en Cata o Rayas. La más antigua fue la de San Bernabé, pero la más grande es la de La Valenciana, con pozos de hasta 450 metros. Su barrio contiene una importante iglesia churrigueresca, la de San Cayetano. Guadalupe es la mina más impresionante por sus contrafuertes de acceso, mientras que la de Bocamina de San Ramón tiene una compleja red de galerías que la hacen una atracción turística.
Guanajuato cuenta con menos de 200.000 habitantes. Tiene aeropuerto propio, aunque también está cerca del de Quetérato. La mejor perspectiva de la ciudad se tiene desde la colina de San Miguel, al lado de una estatua del Pípila. Una forma típica de ver la ciudad es con una callejoneada, visitando varias plazas y callejuelas junto a una banda de música estudiantil. El Museo de las Momias es toda una atracción. Se trata de una colección de momias naturales víctimas de una epidemia de cólera en 1833 que fueron exhumadas por cuestiones económicas. Guanajuato es ciudad de artistas como Negrete y Diego Rivera. Esto se refleja en su Festival Internacional Cervantino, que cada mes de octubre invita a artistas mexicanos e internacionales a una amplia variedad de eventos culturales con foco en el teatro Juárez, pero repartidos por toda la ciudad.
Fotos: Carlos ZGZ / Guanajuato México
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