Aguas milenarias
Cuenta la leyenda que una niña segoviana subía todos los días a por agua a la sierra. Cansada, pidió al diablo que construyera un acueducto para ahorrarse el viaje diario. Este aceptó, pero a cambio le pidió su alma si acababa antes de que cantara el gallo. Este detalle salvó a la niña porque, justo cuando el ave anunció el nuevo día, faltaba por poner una piedra. En ese nicho está ahora la patrona de la ciudad, la virgen de Fuencisla, y antes estuvo Hércules Egipcio. Porque, en realidad, el acueducto es una de las obras de ingeniería civil más deslumbrantes que dejó el imperio romano en su dominio sobre la península ibérica. El tiempo ha tratado bien al acueducto por haberse utilizado de forma activa hasta hace bien poco. El agua lo trae de la sierra de Guadarrama, donde se asienta una de las ciudades con el centro histórico medieval mejor cuidado. Al acueducto se han ido sumando templos religiosos como la imponente catedral y fortalezas tan fotogénicas como el Alcázar.
Segovia tiene origen céltico, pero empieza a ser referenciada en tiempos romanos desde el siglo I a.C., cuando pertenece al conventus de Clunia. Fue sede episcopal de los visigodos desde muy pronto, pero con los musulmanes la ciudad parece que fue abandonada. Con el territorio nuevamente en manos cristianas, el conde Raimundo de Borgoña comienza su repoblación en el 1088. El paso de los pastores trashumantes empezó a favorecer el comercio de lana y textiles. A finales de la Edad Media, este comercio ha explotado junto con la artesanía y Segovia vive su época dorada. A la economía de los textiles suma una fuerte judería y la presencia de la corte castellana desde que la casa Trastámara se instala en el Alcázar. El auge se prolonga durante el XVI, pero en el XVII el sector textil cae y Segovia entra en crisis, como todo el país. El XVIII hay intentos de revitalizar la urbe, que en todo caso no vuelve a ser la misma que en tiempos medievales.
El centro guarda así un aroma medieval difícil de igualar. Todo empieza en la plaza mayor, de la que parten multitud de callejas en las que cruzarse con numerosas iglesias románicas y palacios. No hay que desviarse de la plaza para ver ya la enorme mole de la catedral de Santa María. La dama de las catedrales fue la última construcción gótica en Castilla. Destruida la anterior en las revueltas de las comunidades, la actual data del siglo XVI, cuando en toda Europa se respiraba Renacimiento. Destaca su unidad de estilo y las 65 vidrieras. A pocos metros está el Alcázar. Su construcción es muy anterior. Se comenzó en 1122, poco después de repoblar la ciudad. Inicialmente fue una fortaleza, de ahí su posición en un vertiginoso risco con el río Eresma debajo. Su mejor época es cuando se convierte en residencia real. Se acometen multitud de reformas en distintas épocas, siendo la actual de tiempos de Felipe II, en el siglo XVI. Posteriormente sirvió como prisión. Lo más llamativo es su perfil irregular adaptado al risco sobre el que se asienta y la imponente torre del homenaje o Juan II. Desde ella se tienen privilegiadas vistas de la ciudad.
El símbolo de la ciudad es no obstante el acueducto romano. Se inicia a 17 kilómetros de la ciudad, en el manantial de Fuenfría. Ahí inicia un recorrido con una pendiente media del 1% con destino final en el alcázar. Pasa por varias torres y cisternas donde el agua se desarena y decanta. Al entrar en la ciudad empieza a salvar el terreno del valle del río Clamores en la plaza Díaz Sanz. Da un brusco giro y entra en la plaza del Azoguejo, donde está su imagen más icónica. El acueducto alcanza aquí hasta 28 metros de altura con su doble arquería formada por 166 arcos. El acueducto sufrió daños durante la ocupación musulmana y se acometió su primera rehabilitación ya en tiempos de los Reyes Católicos, en el siglo XVI. La contaminación reciente ha sido su mayor enemigo. No parece que el paso de coches lo dañara a través de las vibraciones, pero se ha peatonalizado la plaza.
Segovia es hoy una pequeña urbe de 50.000 habitantes. Está muy bien comunicada con Madrid y Valladolid por tren rápido, a una media hora de cada una. El recorrido ideal empieza en la plaza del Azoguejo admirando el acueducto, para penetrar luego en el centro medieval, pasar por la catedral y acabar en el alcázar. Es muy recomendable acercarse al Palacio Real de La Granja de San Ildefonso y sus cuidados jardines, del siglo XVIII. Está tan solo a 15 minutos en coche del centro de Segovia. La gastronomía segoviana pasa por las carnes asadas, principalmente el cochinillo y el lechazo. Para acabar una comida tan calórica nada mejor que añadir más calorías con el contundente ponche segoviano.
Foto: Marino Carlos / Rafael Verdejo
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