Fiordo veneciano
El brazo del mar Mediterráneo que conocemos como Adriático estuvo dominado en la Edad Media por una ciudad: Venecia. Desde esta ciudad-estado se controló el comercio, tanto por la vía de acuerdos, como por la fuerza. Más al sur y al otro lado de la costa, varias ciudades intentaron negociar este dominio. En lo que hoy es Montenegro se encuentra una de las más relevantes: Kotor. Esta pequeña ciudad se encuentra abrigada por una de las bahías más amplias de todo el Mediterráneo. Tanto es así que se la conoce como el fiordo más al sur de Europa. En realidad, geográficamente la bahía de Kotor no tiene nada de fiordo y no deja de ser la ría del extinto río Bokelj. En sus orillas, las iglesias y monasterios se cuentan por cientos. Varias ciudades históricas, con la homónima Kotor a la cabeza, convierten a esta región en el centro turístico de Montenegro. En 1979 sufrió un fuerte terremoto que dañó especialmente el centro de la ciudad de Kotor, pero la participación económica de la UNESCO ayudó a recuperar las numerosas joyas arquitectónicas de la ciudad y su bahía.
Boka Kotorska tiene 107 kilómetros de costa. Forma una apertura de los Alpes Dináricos, una cadena montañosa que cae hacia al mar. Tras varios movimientos tectónicos, los valles se inundaron y se formó la ría. A ambos lados, los macizos de Orjen y Lovcen siguen vigilando la costa. La ría se divide en cuatro tramos. Se entra a través de la de Herceg Novi y se continúa por la de Tivat. Esta zona es más industrial y desarrollada. Tras pasar por el estrecho de Verige, de solo 340 metros, entramos en la parte más reseñable. La bahía de Risan es la más histórica. Aquí estaba la ciudad de Rhizon, antigua capital de los ilirios que pasó a manos romanas en el siglo II, junto con el resto de la bahía. Si continuamos a la derecha llegaremos, tras 28 kilómetros de navegación por la bahía, a la protegida ciudad de Kotor. La bahía quedó en manos católicas tras el gran cisma del 1054. Sin embargo, la influencia de la dinastía serbia Nemanjic hizo cambiar progresivamente la religión mayoritaria. Esta dinastía fue apoyada inicialmente por los venecianos, que se hicieron con la bahía entre los siglos XIV y XV. Tuvieron que luchar y compartir orilla con los otomanos, que fueron finalmente expulsados en el siglo XVII.
Kotor en sí tiene origen romano. Fue fundada en el siglo II bajo el nombre de Ascruvium. Justiniano le dio sus primeras murallas en el siglo VI tras contener a los ostrogodos. Los bizantinos fueron dejando paso a otros pueblos y Kotor se convirtió en una de las ciudades dálmatas más influyentes. Búlgaros y serbios se la disputaron, pero se mantuvo relativamente independiente durante todo el Medievo. Así hasta 1420, cuando su vieja rival Venecia tomó el mando. Bajo su auspicio Kotor gozó de su propio Renacimiento y pudieron contener a los otomanos. Tras el fin del dominio veneciano en 1797, la ciudad cambió de manos entre austrias, franceses, británicos y otros pueblos hasta que entró dentro de Yugoslavia tras la I Guerra Mundial. Lo que hoy visitamos en Kotor es principalmente Stari Grad, su perfectamente conservado centro histórico. Está rodeado por 4,5 kilómetros de murallas y sus calles forman un intrincado laberinto en el que se pierden hasta los locales.
Un truco para no perderse es fijarse en la catedral de San Trifón, la joya de la bahía. Fue completada en estilo románico en 1166 y es uno de los monumentos más antiguos del Adriático. Destacan en su interior sus frescos originales del siglo XIV. Desde Kotor podemos ascender por un camino de 1.350 escalones hasta el fuerte de San Juan. La vista es excepcional. Ya en el agua, lo más aconsejable es navegar hasta el barroco pueblo de Perast. Por el camino podremos ver varias mansiones en la costa de Dobrota. Frente a Perast hay dos islotes encantadores: San Jorge y Nuestra Señora de la Roca. El primero alberga un monasterio benedictino del siglo XII. El segundo es un islote legendario en la región. Se dice que donde se levanta se apareció la virgen. Se estableció la costumbre de lanzar rocas en ese punto, rocas que formaron la isla. Es cierto que la isla es artificial y fue creada en el siglo XIV. La iglesia presente es de 1632 y destacan sus pinturas barrocas.
Hay muchas maneras de llegar a Kotor, siendo cada vez más habitual llegar en crucero. Hay un pequeño aeropuerto, el de Tivat, más activo en verano. Por carretera hay hasta tres maneras de llegar. Las más rápidas son por la autopista del Adriático y por el túnel de Vrmac, dependiendo de si llegamos por la costa o el interior. La más escénica es la vertiginosa carretera de Cetinje, que nos premiará con una espectacular vista de la bahía. Verano es la época más activa. Cada 22 de julio se celebra la fasinada, cuando los locales llevan piedras al islote de Nuestra Señora de la Roca y amplían la superficie de la isla. En agosto, el pasado veneciano tiene una cita con la actualidad a través del carnaval de verano de Kotor. La gastronomía está muy basada en el pescado. Destaca el estofado de sardinas con aceite de oliva, un producto muy utilizado en la bahía.
Foto: Lassi Kurkijärvi / Andrea de Poda
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