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Complejo de conservación de la Amazonia Central

Complejo de conservación de la Amazonia Central

Amazonas (Brasil)

Agua y aire


Que el Amazonas es el río más caudaloso es conocido, aunque es complicado asimilar hasta qué punto. Decir que su caudal medio son 209.000 metros cúbicos por segundo quizá no ayude demasiado, pero si lo comparamos es más fácil. Es tanto como los siguientes siete ríos juntos. De hecho, dos de ellos son afluentes del Amazonas. Esto es posible gracias a varios factores, empezando por una extraordinaria cuenca de siete millones de kilómetros cuadrados que acumula una quinta parte del agua dulce del planeta. Lo permite la geografía, pues el Amazonas es un enorme tazón en una región tropical que además recibe todas las aguas de la cara este de los Andes. En temporada de lluvias se traduce en una subida de nivel de nueve metros con enormes extensiones inundadas. La importancia del Amazonas es evidente incluso a escala planetaria, pues produce el 20% del oxígeno gracias a unos bosques tropicales en recesión. Clave para el futuro son las áreas protegidas, siendo la mayor Amazonia Central, seis millones de hectáreas que enlazan el Amazonas con el río Negro antes de confluir en Manaos.

Archipiélago fluvial de Anavilhanas en Amazonia Central

El actual Amazonas nació hace once millones de años al cambiar su curso y fluir al este, creando según el momento un enorme lago o un curso fluvial. Su caudal es ya el más grande del mundo nada más entrar en Brasil, antes de recibir las aguas de sus dos afluentes principales: Negro y Madeira. Esta sección es conocida como río Solimões y aquí está la Amazonia Central. De oeste a este, la primera Reserva es Mamirauá, encajada entre el Amazonas, el río Japurá y un canal que los conecta. Es una de las zonas más inundables del río. A continuación está la Reserva de Amanã, que recibe su nombre del lago homónimo, el más grande de toda la cuenca. Contiguo y llegando hasta el río Negro se extiende el Parque Jaú, que cubre el río homónimo. Se trata de uno de los Parques brasileños más grandes y combina tanto zonas de colinas como otras inundables. Por último, más abajo del río Negro está Anavilhanas, uno de los mayores archipiélagos fluviales del mundo con 400 islas.

Aunque hablemos de ecosistemas tropicales, en la Amazonia hay una marcada diferencia entre los bosques secos o terra firme y los bosques inundables. Estos se dividen en dos según el lecho del río, muy visible en el punto donde confluyen cerca de Manaos: el agua blanca del Amazonas, en realidad marrón por los sedimentos que arrastra, y el agua negra del río Negro, con su color producto de haber atravesado zonas pantanosas. Las zonas inundables del Amazonas se denominan várzea y las negras igapó. Ambas son hogar de una excepcional fauna fluvial que incluye mamíferos como el manatí amazónico y dos delfines fluviales. También hay peces extraordinarios como el arapaima, capaz de alcanzar tres metros, o las 64 especies de peces eléctricos como la anguila eléctrica, capaz de generar 850 voltios. En las orillas abundan los caimanes y las nutrias gigantes y en los bosques depredadores como el jaguar y especies muy adaptadas a los árboles como muchas especies de primates.

Bosque inundado en el Parque de Jaú, Amazonia Central

En 1542, Francisco de Orellana se convirtió en el primer europeo en navegar toda la cuenca amazónica en su fallida búsqueda de Eldorado. Él dio nombre a varios ríos, incluido el propio Amazonas, nombre inspirado en las mitológicas guerreras griegas a las que le recordaron indígenas que le atacaron. No se sabe a qué pueblo se refería Orellana, pero sí que entonces vivían en la cuenca tres millones de indígenas divididos en multitud de pueblos de muy diversa índole y forma de vida. Tras siglos de lenta colonización, en el XX la población se redujo a un 10%. Pese a las dificultades, distintos grupos continúan viviendo de forma tradicional y sostenible, con varios miles dentro de la Amazonia Central. De hecho, Mamirauá y Amanã no son Parques como tal, sino Reservas de Desarrollo Sostenible.

Manaos, con más de dos millones de habitantes, es la ciudad más poblada del Amazonas y puerta de entrada a su visita. Desde aquí, el recorrido más lógico es en barco, mucho más rápido. Lo más recomendable es contratar un tour en Manaos si no lo llevamos de origen. Para llegar a Jaú, que exige permiso especial, hay que remontar el río Negro atravesando Anavilhanas en expediciones que duran entre una y dos semanas. Para las otras dos Reservas es aconsejable un vuelo hasta Tefé, que nos dejará a las puertas de Mamirauá, mucho más visitada. Aquí necesitaremos solo unos cinco días. Decidir a qué zona ir depende de lo que prioricemos: el río Negro tiene muchos menos mosquitos, pero también menos fauna. La estación lluviosa va de enero a julio. Es más molesta, pero más conveniente para navegar la zonas inundadas. Es buena idea llegar a finales de la estación.

Fotos: Lincoln Barbosa / Artur Warchavchik

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