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Conjunto arquitectónico, residencial y cultural de la familia Radziwill en Nesvizh

Conjunto arquitectónico, residencial y cultural de la familia Radziwill en Nesvizh

Minsk (Bielorrusia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 17 05, 2016
  • Category:

Legado de la nobleza bielorrusa


Kristinas Astikas fue la mano derecha del gran líder bielorruso del siglo XIV, Vytautas. Uno de sus cuatro hijos, Radvila, inició una de las sagas de nobles más influyentes en la historia de lo que ha ido siendo el gran ducado de Bielorrusia, alianza polaco-bielorrusa o reino de Prusia a lo largo de los siglos. Se trata de los Radziwill, una familia que en su rama principal llegó a amasar una fortuna equiparable a la de la familia real. Esta incluía 400 ciudades, más de 10.000 aldeas y 23 castillos. De todos los castillos, el situado en la ciudad de Nesvizh fue siempre el principal. Esta ciudad no fue solo el hogar de los Radziwill, sino el punto de partida del protestantismo en Bielorrusia. Con la ayuda de estos nobles, en 1562 el humanista Symon Budny publicó aquí el primer libro en bielorruso: un catecismo. Dos años después, otro Radziwill, Mikolaj el negro, tradujo la Biblia al polaco y la editó en Brest.

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Entrada al castillo de Nesvizh

Nesvizh ya existía cuando llegaron los Radziwill, pues el primer documento es de 1223. No obstante, nunca llegó a ser una ciudad de gran tamaño. Cuando la familia noble Kiszka fue disuelta a comienzos del siglo XVI, los Radziwill se instalaron aquí en el modesto castillo de origen medieval que existía. La influencia de la familia a nivel político empezó a crecer hasta que se hicieron depositarios de los archivos del gran ducado, que conservaron en el castillo. Es en 1582 cuando Mikolaj Sierotka se plantea la necesidad de construir un nuevo castillo a la altura de la familia. Lo que vemos hoy tiene su arranque en esa fecha. En 1604 se completó el castillo de tres pisos, que desde entonces presenta un estilo renacentista-barroco muy del gusto de tierras más al oeste. Su originalidad aquí influyó en la arquitectura de la región. Medio siglo después se amplió el castillo con nuevas galerías y cuatro torres octogonales como protección.

A comienzos del siglo XVIII, la gran Guerra del Norte afectó a ciudad y castillo profundamente. Michael Rybenko reconstruyó la ciudad y la enriqueció gracias a la apuesta por la industria textil y de impresión. En cuanto al castillo, se invitó a arquitectos de países como Italia para reconstruir y ampliar la propiedad, dañada por tropas suecas. Fueron reformadas las fachadas bajo la dirección de Antoni Zaleski, optando por el uso del estuco. También se coronó con un timón y las tres partes del castillo fueron unidas formando un gran patio hexagonal. En 1764 las malas noticias volvieron a Nesvizh con la invasión rusa, que fue mucho más dañina. El archivo bielorruso, más de 10.000 volúmenes de la biblioteca y muchas obras de arte fueron repartidas entre nobles rusos o llevadas a San Petersburgo en una pérdida incalculable. Los Radziwill fueron expulsados y el castillo abandonado en lo que fue su peor época.

Iglesia del Corpus Christi de Nesvizh

Iglesia del Corpus Christi de Nesvizh

En 1881, los herederos de la familia restauraron el abandonado castillo y le añadieron el amplio parque de estilo inglés que se puede disfrutar hoy. Los Radziwill disfrutaron de su hogar durante unos años más, hasta 1939. En ese año, el ejército rojo expulsó a los nobles y convirtió el castillo en un hospital militar. Sobrevivió la iglesia del Corpus Christi, posiblemente la estructura más relevante del conjunto arquitectónico. Construida a la vez que el castillo y separada por una pequeña presa sobre una acequia, esta iglesia tiene un estilo barroco italiano muy original para Bielorrusia. No en vano, es obra de Gian Maria Bernardoni y se asemeja bastante a la iglesia romana de Il Gesú. Además del apreciable altar mayor, en su cripta están enterrados 72 de los Radziwill.

Nesvizh no ha dejado hoy de ser una pequeña ciudad de apenas 15.000 habitantes. Solo se puede llegar en bus o en coche. Junto al castillo de Mir, que está a solo 30 kilómetros, conforma una excursión perfecta de un día desde Minsk, que se encuentra a hora y media. El castillo se puede visitar solo desde 2012, cuando se acabaron unas polémicas obras de restauración que incluyeron un incendio en el año 2002, solo un año después de que se cerrara el hospital militar abierto por los soviéticos. Hoy el lugar aloja un museo y un mobiliario de los siglos XVIII y XIX muy apreciable. En su patio mayor hay ocasionalmente representaciones de ballets y conciertos, sobre todo en verano.

Foto: Alexxx Malev / Horakvlado

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