Carbón en lucha
La transición del carbón europeo es un hecho. El descenso de la demanda y la competencia de países en desarrollo fue cerrando casi todas las minas. Hoy, dentro de la UE, solo Polonia y Alemania tienen unos niveles de producción moderados. Países como Francia han liderado la nueva ola cerrando sus minas tras siglos de una intensa producción que ocupó hasta 300.000 trabajadores. La principal región del país se localizó cerca de la frontera con Bélgica, al otro lado de la cual estaban las minas de Valonia. Se la denominó cuenca minera de Nord-Pas de Calais y entre el siglo XVIII y 1990 cubrió un arco de 120 kilómetros. En este largo periodo se abrieron 852 pozos que conjuntamente extrajeron 2.400 millones de toneladas. Más allá de la producción y legado físico, en el que destacan las decenas de montañas de escoria, Nord-Pas de Calais fue un símbolo de las luchas obreras. Buena parte de esta fama se la debe a Emile Zola, que en su obra maestra Germinal eligió la región para ilustrar la causa de los mineros europeos.
La minería surge en Nord-Pas de Calais a comienzos del siglo XVIII en la ciudad de Valenciennes. El impulso inicial es la escasez de madera para la incipiente industria. Hasta el siglo XIX, la producción fue modesta por la cercanía de Valonia. Cuando esta región se independizó como parte de Bélgica, Nord-Pas de Calais ganó protagonismo expandiéndose con nuevas vetas hacia el oeste. La cercanía a París y llegada del ferrocarril dieron otro impulso y alentaron las primeras tensiones laborales en la región, que a comienzos del siglo XX acaparaba un tercio de la producción francesa. La sindicación de trabajadores chocó frontalmente con la dirección paternalista que se había estilado en la industria europea del XIX. En la minería, además, se sumaban catástrofes como la de Courrières, que superó las mil víctimas mortales. El periodo de entreguerras vio el pico de producción con 35 millones de toneladas en un año. Requirió la llegada de inmigrantes, principalmente polacos.
La crisis de los años 30 firmó el primer declive. La menor demanda conllevó problemas financieros, fusiones y una fuerte contracción laboral. La crisis era mundial, por lo que comparativamente Nord-Pas de Calais no se quedó atrás y al comenzar la II Guerra Mundial suponía dos tercios de la producción francesa gracias a su variedad de carbones. Tras la guerra, las minas requirieron una reorganización completa para afrontar la reconstrucción, por lo que fueron nacionalizadas como parte de Charbonnages de France. Aunque inicialmente las condiciones laborales empeoraron, con el crecimiento económico llegó el segundo auge de producción y una nueva ola migratoria, esta vez desde el Mediterráneo. No todo era perfecto. Los costes eran altos, algunos pozos dieron síntomas de agotamiento y se hizo necesario invertir. La competencia de nuevas fuentes de energía y la crisis de los 70 fueron la puntilla. Las huelgas no pudieron sostener la situación y finalmente los líderes sindicales negociaron el cierre gradual.
La escasa reconversión ha permitido la conservación de una gran parte del legado industrial en torno a las ciudades de Valenciennes, Lens, Douai y Béthune. Parte de mediados del siglo XIX cubriendo varias olas de innovación en la minería de carbón. Se conservan pozos, algunos inundados, una veintena de los representativos castilletes y 51 montañas de escombros entre las que un par alcanzan los 140 metros de altura. Son seguramente el mayor símbolo de la cuenca Nord-Pas de Calais. El paisaje urbano es también parte integral del paisaje con más de una centena de poblados mineros similares: calles alineadas con sencillas viviendas de ladrillos. Son símbolo del paternalismo del siglo XIX, pero su variedad también refleja estilos posteriores. En la misma línea se levantaron colegios, iglesias, hospitales y centros culturales y deportivos. Al otro extremo están los edificios corporativos y las residencias o châteaux de los altos mandos. Una de las minas más antiguas y grandes, posiblemente inspiración para Emile Zola, es Anzin.
Nord-Pas de Calais no es una región turística, con muchas ciudades un tanto deprimidas empezando a renacer. Lille, justo al norte, es la mayor ciudad cercana, pero podemos alojarnos en otras de buen tamaño como Valenciennes y Lens. Es fácil llegar en coche, pero hacerlo en tren añadirá el extra de utilizar infraestructura de la era del carbón. Entre estas dos ciudades está el principal museo de la minería de Nord-Pas de Calais, Lewarde. Las actividades son múltiples. Se puede bajar a los pozos, disfrutar de una visita guiada por un exminero y estudiar todo el proceso. Hay también actividades infantiles. Los otros tres pozos preparados para visitas son Gohelle, Oignies y Arenberg. Esta zona es más de cerveza que de vino. Es típica la Bière de garde en tabernas típicas de la región.
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