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Cueva de las Manos del Río Pinturas

Cueva de las Manos del Río Pinturas

Santa Cruz (Argentina)

Composición soplada


El estarcido es una de las técnicas pictóricas más extendidas en el tiempo y espacio de la humanidad. Aunque hay muchas variantes, el proceso suele implicar dos pasos: primero se recorta un diseño en algún material como papel o metal. Sobre este se espolvorea, por ejemplo con pintura grafiti, con el fin de que el diseño se imprima sobre una pared solo en la zona recortada. Usada en sitios tan distintos como Roma o Japón, el arte primitivo hizo uso del estarcido. En muchos casos el modo era similar: espolvoreando pintura sobre una mano apoyada en una pared como lienzo. Los ejemplos más tempranos, de hace unos 40.000 años, los tenemos en la isla indonesia de Célebes y según algunas dataciones en la Cueva del Castillo de la península ibérica. Hay otros ejemplos en la cueva francesa de Chauvet, Gua Tewet en Borneo, Australia, etc. Entre todos, el más famoso es el de la Cueva de las Manos, en la Patagonia argentina. Las manos negativas de muchas composiciones de esta cueva son tan sorprendentes y enigmáticas que eclipsan uno de los principales sitios de arte rupestre de toda América.

Composición en la Cueva de las Manos

El río Pinturas nace en los Andes y fluye hacia el este atravesando toda la Patagonia en una región de complicada agricultura, pero generosa caza. Debe su nombre a un cañón en el que crecen unas plantas resinosas que se pueden usar como pigmentos en pinturas al fresco. Hace mucho que los habitantes de esta zona se dieron cuenta del potencial y las utilizaron junto a distintos minerales. Las fechas siguen sujetas a debate y se insertan en un debate más amplio sobre la colonización de América. Las pinturas se han datado en un mínimo de 9.300 años, lo que las convierte en las más antiguas del sur de Sudamérica. La parte más famosa, las manos, se ha podido datar con bastante exactitud en 7.000 años. Ha sido posible gracias al uso de huesos con los que se realizaba el estarcido: apoyaban su mano contra la pared, cargaban el hueso hueco y soplaban. Esta fase fue evolucionando a un arte más geométrico hasta hace 3.300 años. La cueva fue habitada en una última fase hasta el año 700 por los antepasados de los indígenas tehuelche.

La Cueva de las Manos está 88 metros por encima del río. Su amplia entrada de quince metros adelanta alguna mano estarcida y da paso a solo 24 metros de cavidad. Inicialmente mide diez de alto, pero se va cerrando hasta llegar a solo dos. En el interior se distinguen cinco zonas de pintura reutilizadas en las distintas fases. Además de las manos estarcidas hay manos positivas, aplicadas al hundir la mano en pintura. Juntas suman más de 800. Hay también pinturas con representaciones antropomórficas, geométricas, astronómicas y muchas zoomórficas. Abundan los guanacos, felinos y también ñandúes, cuyas pezuñas también se estarcían. Las composiciones más complejas son las más antiguas. Se trata de escenas de caza, un tema clásico en el arte rupestre. De forma realista se representan escenas con distintas técnicas de caza, incluido el uso de boleadoras. Estas eran también herramientas de pintura y serían responsables de los puntos de colores en el techo. Los colores utilizados son el morado, rojo, amarillo, blanco y negro.

Fauna pintada en la Cueva de las Manos

La Cueva de las Manos fue descubierta en el siglo XIX. Fue llamando más y más la atención hasta que se iniciaron las investigaciones en 1964 de mano del arqueólogo Carlos Gradin. Se intensificaron nueve años después con la colaboración de un equipo y el apoyo gubernamental. La interpretación de las pinturas depende del estilo, que fue virando hacia lo abstracto, más complejo de interpretar. La primera fase parece claro que es un tema de caza propiciatoria: pintar a la presa para facilitar su caza. A nivel técnico se sigue especulando sobre el material para mezclar los pigmentos, posiblemente grasa animal. La escasa humedad de la Cueva de las Manos ha permitido su conservación, pero al aumentar su fama y turismo sin control se han dado demasiados casos de vandalismo y saqueo.

A medio camino entre zonas turísticas como Bariloche o el Parque Nacional Los Glaciares, la visita a la Cueva de las Manos exige un largo recorrido en coche: el aeropuerto más cercano, en Comodoro Rivadavia, está lejos. Hay distintos accesos desde las localidades de Perito Moreno y Bajo Caracoles, pero todos exigen que un tramo del camino se haga en pista. Desde el parking, donde hay un hotel, lo más habitual es llegar a la Cueva de las Manos tras una dura caminata de seis kilómetros por el río Pinturas. Al llegar a la entrada de la cueva tenemos obligatoriamente que unirnos a un grupo guiado. Hay un grupo cada hora, pero no es necesario reservar. También hay un centro de visitantes recomendable y otros recorridos de corte natural.

Fotos: Mariano / Matt Werner

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