Reposo y seguridad
Incluso tras la invención del ferrocarril, el transporte terrestre seguía siendo una cuestión de días. Los viajeros se enfrentaban a largos días de traslado en los que la seguridad, abastecimiento y descanso eran imprescindibles. De ahí que fueran surgiendo, de forma natural o promovidos por los gobiernos, distintos tipos de posadas que satisfacían estas necesidades. En el mundo musulmán hay varios términos similares: han en Turquía, funduq en el Magreb, wikala en Egipto o katra en India son algunos ejemplos, pero el más evocador es caravasar. Este procede del persa y significa simplemente posada para las caravanas, porque fueron las caravanas de la Ruta de la Seda las que popularizaron los caravasares. Distribuidos por todo Oriente Medio, en Irán encontramos no solo el término original, sino los más antiguos y numerosos. Ya fuera en el desierto o en las ciudades, cada caravasar tenía sus particularidades. 56 de ellos están considerados los más relevantes e influyentes de los muchos que se conservan allí.
El concepto de caravasar se puede trazar hasta tiempos aqueménidas, cuando el considerado primer imperio de la historia tendió caminos para conectar sus vastos territorios. Unos 2.500 kilómetros tenía su ruta más larga. Pensados inicialmente para los emisarios imperiales, los aqueménidas promovieron los caravasares. Con los partos arranca la Ruta de la Seda y bajo los sasánidas el comercio floreció, lo que hizo asentar el concepto. Algunos de los caravasares actuales datan de la época sasánida, aunque estando sujetos a momentos de crisis y esplendor, las reformas son la norma. Por ejemplo, la primera etapa musulmana no fue precisamente el cénit del comercio por la inseguridad, asunto que se resolvió con los selyúcidas. El declive de la Ruta de la Seda no lo fue para los caravasares. La dinastía safávida, especialmente bajo el Shah Abbas, apostó por el comercio a corta distancia reparando carreteras y promocionando la apertura de decenas de caravasares. La llegada del ferrocarril transiraní y el transporte a motor en el siglo XX sí que llevó a la mayoría al cierre.
La elección de un lugar para un caravasar venía determinada por dos factores: la cercanía a otros, que a su vez dependía de la topografía del terreno, y la disponibilidad de agua. Muchos se situaban en zonas con presencia de agua y construían cisternas. Luego estaban los caravasares urbanos, generalmente de dos pisos y menos fortificados que los rurales. Entre estos se consideran distintas categorías que marcan el plano tipo del caravasar. Por ejemplo, los de zonas frías y montañosas eran más reducidos y no tenían patio central, algo habitual en los desérticos. Aquí están los más numerosos y representativos, con un plano cuadrado marcado por su patio central y dos o cuatro entradas en iwan, característico de la arquitectura persa. En el interior se distribuían los establos, habitaciones y estancias comunes. La evolución arquitectónica de los caravasares fue en paralelo a las dinastías, siendo el estilo más habitual el safávida por el gran número de ejemplos de esta dinastía iniciada en el siglo XVI.
Hay más de mil caravasares históricos solo en Irán, 700 de ellos monumentos nacionales, aunque no todos en buen estado. Es complicado hacer una selección, pero Deyr-e Gachin estaría en todas las listas por ser uno de los más antiguos, grandes, bellos y estar bien conservado. Fundado en la era sasánida, su aspecto actual es safávida. También de era destacan los extensos Maranjab o Shah Abbasi, prototipos de caravasar desértico. De zonas montañosas podemos nombrar el de Titi en los montes Elburz cerca del mar Caspio, también de era safávida. Más reciente es el de Mehr, de la era qajar. Entre los caravasares urbanos hay uno de cada era que merece la pena visitar: el Sarayan de la era safávida y el de Sa’d al-Saltaneh de la dinastía qajar. Este fue levantado por el dirigente de la ciudad de Qazvín, formado por varios patios, un amplio espacio cubierto y conexión con el bazar de la ciudad.
En todo viaje que hagamos a Irán veremos decenas de caravasares, pues siguen siendo una estampa habitual a orillas de las carreteras modernas. Otra cosa es que estén operativos reconvertidos en posadas modernas o se puedan visitar. Es buena idea plantear una visita siguiendo el mapa de los 56 principales, porque por pura probabilidad alguno nos quedará cerca. Deyr-e Gachin, por ejemplo, nos exige un camino alternativo cuando partimos de Teherán al sur, mientras que Qazvín queda de paso si vamos al noroeste. Uno de los más asequibles es el de Bisotun o Sheikhali Khān por la cercanía a otros puntos turísticos. Este se ha reconvertido hoy en hotel de lujo, opción de alojamiento perfecta si queremos experimentar en parte lo que era un caravasar. Una opción igualmente válida y más asequible es el caravasar de Kharānaq, reconvertido en hostal.
Fotos: mostafa meraji / Parastoo.Atrsaei
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