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Estatua de la Libertad

Estatua de la Libertad

Nueva York (EEUU)

Nuevo mundo


La ciudad más icónica de EEUU, Nueva York, se localiza en la costa este. Salvo el Bronx, sus distritos están situados sobre islas, pero no son las únicas. Frente al Battery Park de Manhattan hay dos pequeñas islas protagonistas de su historia. Ellis fue puerta de entrada para más de doce millones de inmigrantes que llegaron desde 1892. Aquí pasaban un proceso de selección donde se evaluaba si estaban capacitados para trabajar o iban a suponer una carga. Por lo demás, hasta 1924 los requisitos no eran excesivos por la necesidad de mano de obra en EEUU. El crecimiento económico de este joven país atraía a poblaciones de países deprimidos del sur y este de Europa. Todos veían en EEUU un lugar donde prosperar, donde valores como igualdad de oportunidades, libertad individual y democracia hacían posible la promesa de la modernidad. Nada simboliza más estos valores como la Estatua de la Libertad, erigida sobre otra pequeña isla al lado de Ellis.

Estatua de la Libertad y Nueva York al fondo

El papel de Nueva York como entrada a la inmigración europea tiene fácil explicación: a finales del siglo XIX era la ciudad nacional más poblada y está de cara al viejo continente. La considerada ciudad más influyente del mundo es muy joven. En 1626, colonos holandeses fundaron Nueva Ámsterdam, años antes de pasar a manos inglesas con el nombre del ducado del hermano del rey. Con los británicos, Nueva York vivió su gran impulso como puerto de referencia del norte y con la independencia superó en habitantes a Filadelfia como ciudad más poblada del país, aunque le cedió el testigo como capital. El siglo XIX no vino sino a confirmar el liderazgo económico de Nueva York, que tuvo una gran ampliación urbana mientras la punta sur de Manhattan, alrededor de Wall Street, se destinaba a los negocios. Sin urbanizar quedaba el islote Bedloe, que el escultor Frédéric Auguste Bartholdi consideró ideal para materializar la idea del liberal Édouard René de Laboulaye de celebrar la victoria unionista en la Guerra de Secesión.

La alianza de Laboulaye y Bartholdi empieza al acabar esta guerra, pero la Estatua de la Libertad tardaría años en tomar forma. Hubo que esperar a que el momento político fuera el preciso para iniciar en Francia y EEUU, encargado del pedestal, recolectas de fondos. Bartholdi había preparado bocetos con el diseño definitivo que se inició con el brazo sujetando la antorcha, expuesto durante años en Nueva York antes de su traslado a Francia para el ensamblaje final. Entra en escena Gustave Eiffel, responsable de hacer estructuralmente viable una estatua de tal altura y peso con una innovadora apuesta en la que el exterior no soporta carga alguna. Faltaba el pedestal, que pese a problemas económicos fue acabado en 1886 con diseño de Richard Morris Hunt. Un año antes, Francia había enviado la estatua desmontada, que fue finalmente inaugurada el 28 de octubre de 1886, 110 años después de la Declaración de Independencia. Desde entonces se le ha añadido luz y restaurado en los 80 para corregir defectos del montaje.

Detalle de la Estatua de la Libertad

Esta icónica estatua alcanza los 93 metros, aunque 47 pertenecen al pedestal. Es donde mejor se aprecia el estilo neoclásico que también nos remite a la protagonista, la diosa romana Libertas. Está representada en su versión menos revolucionaria, con ropa y una corona con siete picos y 25 ventanas. Con la mano derecha sujeta la antorcha, símbolo de la luz, y en la izquierda sostiene una tablilla, símbolo de la ley, en la que viene grabada la fecha de la Declaración de Independencia. En el interior, una estructura de acero sostiene la fina capa de cobre exterior que presenta color verde por la patinación. Apareció en los primeros años y se mantuvo. La excepción es la propia antorcha, recubierta con láminas de oro. La Estatua de la Libertad mira al este, a Europa, dando la bienvenida a los barcos que llegan a la ciudad.

Nueva York, una de las ciudades más visitadas del mundo, tiene en la Estatua de la Libertad uno de sus iconos más visitados junto al Empire State, Central Park, Times Square o museos como el MET o MoMA. Desde Battery Park podemos verla de lejos. La opción más económica es tomar el ferri gratuito a Staten Island, pero también hay ferris específicos que llevan a las islas Liberty y Ellis, sede del Museo de la Inmigración. Podemos acceder al Museo de la Estatua de la Libertad, la plataforma de observación y al interior de la estatua. Es buena idea, sobre todo en épocas con mucho turismo, reservar ferri y entradas. Tras el 11S se prohibió temporalmente el acceso a la corona, pero hoy está autorizado. Las reservas aquí tienen que anticiparse más aún y hay un coste extra. Otra forma diferente de ver la Estatua de la Libertad es en las habituales excursiones en helicóptero que rodean Nueva York.

Fotos: Pierre Blaché / carlos fernandez

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