Frontera protegida
Antes de alcanzar su máxima influencia, el ingeniero militar más famoso del reinado de Luis XIV, Sébastien Le Prestre de Vauban, dijo que valía más la pena tener una frontera coherente y bien defendida que apostar por ampliar territorios. Si uno traza una línea con las principales fortificaciones que diseñó, parece hasta premonitorio, porque la coincidencia con la frontera francesa actual es sorprendente. Nada es tan obvio, porque Vauban fue un extraordinario ingeniero gracias en gran parte a que fue uno de los más hábiles conductores de asedios que han existido. En ambos campos, defensivo y ofensivo, Vauban no fue especialmente innovador, pero fue capaz de condensar trabajos previos gracias a su espíritu racional y método científico. Su influencia a escala global supuso el cénit de la arquitectura militar clásica occidental. Entre su legado material podemos encontrar ciudades diseñadas desde cero, ciudadelas, bastiones urbanos, fortalezas adaptadas al relieve y hasta un sistema de comunicación entre fuertes.
Desde la década de 1660 hasta después de su muerte, cuando varios trabajos continuaron siguiendo sus diseños, las fronteras de Francia tienen obras de Vauban en zonas marítimo-fluviales, montañosas y el estratégico frente noreste. Entre las primeras hay tres torres defensivas. Las de Saint-Vaast y La Hougue fueron la respuesta a una dolorosa derrota francesa a manos angloholandesas, mientras que la de Camaret-sur-Mer tiene una historia muy diferente. Clave en la defensa de Brest comandada por el propio Vauban, hoy es un símbolo de orgullo nacional. El diseño semicircular de la batería defensiva y su torre poligonal fueron toda una innovación. Más al sur encontramos dos ciudadelas completas. Saint-Martin-de-Ré fue amenazada durante el siglo XVII. Tras varias fases defensivas, Vauban completó un perímetro completo de modernas murallas rodeando la ciudadela interna. El objetivo era preparar a la ciudad para largos asedios que afortunadamente no tuvo que sufrir, por lo que su estado es excelente. En la ría que dirige a Burdeos está el sistema triple formado por la ciudadela de Blaye y los fuertes Cussac y Médoc, otro éxito que previno cualquier ataque naval.
En Alpes y Pirineos, Vauban se encargó de cerrar posibles pasos a los vecinos de Francia. La guerra de sucesión española supuso escenarios de batalla en los Pirineos catalanes que Vauban aseguró con dos pequeñas ciudades amuralladas y ciudadelas en Mont-Louis y Villefranche-de-Conflent. En el primer caso lo hizo desde cero, mientras que en el segundo se adaptó a las defensas medievales incluyendo un fuerte en tres niveles adaptado al terreno y otro, Cova Bastera, disimulado en una cueva. En los Alpes, Mount-Dauphin supone un ejemplo de ciudad fortificada diseñada desde cero, aunque sus usos urbanos siempre fueron limitados. Mucho más estratégico y fundamental es el sistema defensivo de Briançon, una encrucijada anhelada por muchos que fue fortificada extensivamente por Vauban para defender la posición frente a Austria. El complejo lo forman la ciudad amurallada de esta ciudad de origen romano, cuatro fuertes a diferentes alturas que refuerzan la defensa, el puente de Asfeld y el sistema de comunicación Y que conecta la ciudad con los fuertes bajo un parapeto. El sistema demostró su eficacia en 1815 resistiendo un asedio de tres meses.
La frontera con las zonas germanas y flamencas fue la más conflictiva para el ambicioso Luis XIV. Frente a los segundos, Vauban planteó un cinturón defensivo del que formó parte la ciudadela de Arras. Temprano diseño de Vauban, nunca se vio implicada en guerra alguna. Todo lo contrario ocurrió con Longwy, ciudad diseñada desde cero hexagonalmente justo en la frontera con la anhelada Luxemburgo. Pese a ser asediada y destruida, todavía conserva elementos de la época. Otro proyecto completo fue Neuf-Brisach, mejor tratada por la historia. Su diseño octogonal con triple sistema defensivo y rejilla racional cortada en la plaza central son el prototipo de ciudad defensiva de Vauban, que la vio finalizar en 1703. También prototipo, pero de las ciudadelas de Vauban, es Besançon. Construida en una rocosa colina que protege el único flanco terrestre de la ciudad, instalada en un pronunciado meandro del río Doubs, la ciudadela de Besançon es la obra más identificativa de Vauban.
Aunque alguna de las fortificaciones está en manos privadas, hay puntos de gran atractivo turístico. Besançon, con más de un millón de visitantes anuales y multitud de museos en su interior, es la más famosa. También son visitadas Arras, en parte por su centro histórico con uno de los muchos campanarios civiles del norte de Francia; Briançon, en una turística zona alpina entre Grenoble y Turín, disponiendo además de tours guiados por las fortificaciones; Villefranche-de-Conflent, donde son famosas las grutas de Canalettes; y Neuf-Brisach, bien situada en la ruta que va de la francesa Colmar a la alemana Friburgo. El resto de lugares reciben casi en su totalidad turismo nacional, especialmente la Tour Vauban de Camaret-sur-Mer por su simbolismo.
Fotos: Jean-Pierre Lozi / MOSSOT
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