Discordia y concordia
Si se pudiera extraer la ensencia de la Unión Europea, no cabe duda de que una importante parte tendría que ver con la ciudad de Estrasburgo. Esta ciudad francesa ya indica en su nombre su procedencia germánica: ciudad de cruce de caminos. Estrasburgo ha sido alternativamente francesa y alemana, disputada durante siglos y, finalmente, ha pasado a ser símbolo de la compleja Unión actual. No había otro lugar mejor para localizar el Parlamento Europeo que este. Tras siglos de guerras, aunque también de positiva mezcla cultural, hoy en Estrasburgo se localizan numerosas instituciones relacionadas con la Unión Europea. Situada a orillas del río Ill, en su desembocadura con el fronterizo Rin, Estrasburgo está en medio de un amplio valle entre los Vosgos franceses y la Selva Negra alemana. Los sucesivos canales del Ill forman diversas islas. Sobre la más grande, la gran isla, se localiza el centro histórico. A su alrededor, los alemanes levantaron la conocida como ciudad nueva: Neustadt.
El origen de Estrasburgo nos lleva a las tribus célticas en el siglo III a.C. Ellos levantaron el asentamiento de Argentorate, que los romanos transformaron en Argentoratum en el año 12 a.C. Tomó su diseño definitivo en el primer siglo con Trajano. Cuatro después, en el V, las tribus de alemanes cruzaron un Rin helado y se hicieron con la Alsacia. Comienza así a cambiar de manos hasta que en el 842, en los Juramentos de Estrasburgo, los nietos de Carlomagno se reparten el territorio. En el 923 se incluye en el Sacro Imperio Germánico, aunque tras batallar lo suyo consigue el estatus de ciudad independiente en el siglo XIII. Pudo así controlar el creciente comercio, aunque desgraciadamente también usaron sus poderes para ejecutar uno de los primeros pogroms de la historia y expulsar a los judíos de la ciudad. Aún así, esta Estrasburgo es símbolo creciente de humanismo. Aquí presentó Gutenberg su imprenta, se publicó el primer periódico y se creó una potente universidad en 1567. Estrasburgo también fue uno de los principales símbolos del protestantismo.
Esta fue una de las primeras causas de disputa por la frontera que marcaba el Rin. La guerra de los Treinta Años entre Francia y Alemania no afectó especialmente a una neutral Estrasburgo, pero Luis XIV tenía otros planes. Su puente sobre el Rin requería control y decidió tomar la ciudad, que en 1681 inicia su aventura francesa. Estrasburgo viró al catolicismo y se trató de afrancesar. De hecho, aquí se compuso La Marsellesa. Los franceses respetaron, eso sí, el estatus de ciudad independiente. Lo hicieron hasta la Revolución Francesa, que inició una nueva época de disputas. En 1870, en el marco de la guerra franco-prusiana, Estrasburgo fue asediada y duramente bombardeada. Cambió de manos y se intentó germanizar, aunque el Tratado de Versalles la devolvió a manos francesas al acabar la I Guerra Mundial. Los alemanes volvieron a intentarlo en la II Guerra Mundial. Ante la persepctiva, Estrasburgo fue evacuada unos meses antes de que Alemania la tomara. Estos quemaron la histórica sinagoga, mientras que los aliados la bombardearon profusamente en 1943. La ciudad, con múltiples heridas históricas, fue la elegida para construir la nueva Europa en 1949.
La Gran Isla es efectivamente una isla de Ill, por lo que tiene numerosos puentes entre los que destacan los Puentes Cubiertos del siglo XIII. El centro tiene un aire muy medieval y todo gira en torno a la plaza Kléber. Hay numerosas casas entramadas de aire germánico, sobre todo en Petit France. El nombre no es realmente tan romántico como suena, pues recuerda a un hospital de sifilíticos que hubo aquí. Entre todas las casas destaca la mansión Kammerzell, construida entre los siglos XV y XVI. En arquitectura religiosa, Estrasburgo cuenta con cuatro iglesias históricas y, sobre todo, su imponente catedral. Fue construida entre los siglos XII y XV en estilo gótico tardío utilizando piedra rosada de los Vosgos. Tras partir un rayo en 1647 la aguja de la iglesia de Santa María de la ciudad de Stralsund, se convirtió en el edificio más alto del mundo con 142 metros. Retuvo el título hasta 1874. En el interior destaca el reloj astronómico. La Neustadt de los alemanes tiene un diseño mucho más moderno y en ella abundan edificios en hormigón reforzado.
Con cerca de 300.000 habitantes en la ciudad en sí, Estrasburgo es un importante núcleo metropolitano que atrae a estudiantes y eurofuncionarios por igual. Tiene su propio aeropuerto, aunque también es fácilmente accesible desde la parte alemana, pues el de Karslruhe está muy cerca. Merece la pena perderse por su centro y pasarse por la catedral a las 12:30, cuando el reloj astronómico ofrece su particular show. A nivel gastronómico, Estrasburgo bebe mucho de su pasado alemán, por ejemplo en el choucroute o los tartes flambées. También se nota en la alta producción de cerveza, que rivaliza aquí con el vino. Si se quiere sentir la historia de Alsacia hay un museo en la ciudad, pero mejor aún es coger un coche y conocer la región dando una vuelta por los Vosgos y ciudades como Colmar.
Fotos: GIRAUD Patrick / Jonathan M
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