Arquitectura esculpida
Los traps del Decán son una estribación de las montañas de los Ghats Occidentales, en el suroeste de la India. Un trap es básicamente un terreno volcánico en escalera, en el que distintas capas, en este caso de basalto, se van superponiendo. Esto facilita el acceso a distintas partes de la pared, lo que sumado a la durabilidad del basalto y el ingenio y maestría de los indios del primer milenio, da como resultado Ellora. Las 34 grutas esculpidas a lo largo de dos kilómetros de Ellora suponen el cénit de la arquitectura rupestre india. Solo con fijarnos en una cueva, la número 16 o Kailasanatha, la empresa apabulla: cien años de construcción, el doble de tamaño del Partenón y 20.000 toneladas de piedra retirada para dar forma a una obra maestra eterna. Ellora comparte y amplía las técnicas de otras cuevas, las de Ajanta, pero además multiplica la variedad por tener grutas de tres religiones. Budismo, hinduismo y jainismo supieron convivir en paz en la India clásica. Como además alguno estuvo siempre presente, esto hizo que nunca fueran abandonadas, al contrario que las budistas de Ajanta.
Tradicionalmente se pensó que precisamente las cuevas budistas fueron las primeras de Ellora, en todo caso posteriores a Ajanta. Las últimas dataciones las llevan al siglo VII y por detrás de las primeras construcciones hinduistas. La sección budista es similar a lo que nos encontramos en Ajanta: abundan los monasterios budistas o viharas, aunque en el caso de Ellora tenemos algunas cuevas de hasta tres pisos, como la número 12 o Tin Tala. Los budistas horadaban el terreno y construían distintas estancias. La cueva más famosa no es una vihara sino un hall chaitya. Se trata de la número 10 o Vishvakarma, que consiste en un estupa esculpida en cuyo interior hay un Buda de 3,3 metros. Lo más curioso de Vishvakarma es que se tallaron columnas y un techo abovedado con vigas de madera simuladas que conjuntamente dan la impresión de entrar en una iglesia cristiana.
Las cuevas hinduistas arrancan en el siglo VI con la dinastía Kalachuri, que fuera dominante en el sur de la India desde el siglo X. Sus antecesores fueron los que iniciaron Ellora sobre el año 550. Ellos no solo construyeron las primeras cuevas, sino que ya le dieron un aspecto diferencial con respecto a Ajanta: las construcciones a cielo abierto. Es decir, que se esculpe el templo entero simulando ser una construcción de ladrillo y no una cueva. Esto permite posibilidades infinitas, como en la cueva 21 o Rameshvara, la más lograda de entonces. Sin embargo, el apogeo llegaría sin duda con los Rashtrakuta en el siglo VIII. Construyeron solo tres, pero la número 16 o Kailasanatha justifica un viaje a Ellora por sí sola. Encargada por Krishna I, replica en piedra un templo de Pattadakal para extender las posibilidades del estilo dravidiano del sur de la India que ellos perfeccionaron. Kailasanatha simula ser el monte sagrado Kailash. En su patio central, plagado de esculturas, hay varias estructuras, algunas conectadas entre sí con puentes de piedra. Kailasanatha está dedicado a Shiva y en su templo hay una estatua de la deidad Ravana que está considerada por sí sola una obra cumbre de la escultura india.
Las últimas cuevas fueron esculpidas por la secta jainista Digambara en los siglos IX-X. Si el jainismo promulga el ascetismo, en el caso de esta secta esto llega al extremo. Por tanto, sus cuevas no llegan al tamaño de las hinduistas, pero el nivel de finura y detalle de los jainistas es espectacular. Además, algunas esculturas fueron pintadas, aunque solo queda algún resto. La principal obra de los jainistas es la cueva 32 o Indra Sabha. Tiene dos plantas y en el techo de una de las salas hay una flor de loto esculpida a todo detalle. Entre las estatuas individuales, muy numerosas, destaca por encima del resto la de la deidad Matanga a lomos de un elefante.
Las cuevas de Ellora se encuentran a 25 kilómetros de la ciudad mogol de Aurangabad y para muchos extranjeros viajar hasta aquí se justifica casi en exclusiva por Ellora, consideradas una obra de similar maestría a la de Petra. Se puede llegar en autobús público o en taxi privado, lo que nos da la ventaja de combinar el viaje con las cuevas de Ajanta. Mucha gente no llega a Ajanta porque Ellora también tiene cuevas budistas, pero en Ajanta hay restos de pintura, algo que falta en Ellora. En todo caso, si combinamos ambas grutas en un apretado día habrá que simplificar e ir a las más importantes. El calor de esta región es agobiante, por lo que los trayectos de gruta a gruta en Ellora se pueden hacer en tuktuk. De octubre a febrero las temperaturas son un poco más llevaderas.
Fotos: Ben Beiske / Arian Zwegers
Comentarios recientes