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Grutas de Longmen

Grutas de Longmen

Henan (China)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 27 05, 2018
  • Category:

Escultura budista en fases


La confluencia de los ríos Luo y Amarillo se consideró durante un tiempo el centro geográfico de China. Por ello, no es raro que allí se ubique una de las cuatro capitales más históricas, que llegó a serlo para trece dinastías diferentes: Luoyang. El subsuelo de esta ciudad lleva acumulando restos de civilizaciones durante más de tres milenios de historia. Para el budismo es también un lugar simbólico, pues aquí se construyó el considerado templo más antiguo de esta religión en China. Fue en el año 68 y se denominó Templo del Caballo Blanco. Entre los siglos II y IV, la ciudad fue objeto de saqueos e incendios que hicieron que la capital se desplazara. Regresó en el año 493 con los Wei del norte. Esta dinastía de origen mongol empujó la frontera del budismo hacia el norte. Cerca de su anterior capital, Datong, dejaron su huella en las grutas de Yungang. Estas tuvieron su continuación natural las de Longmen, donde se esculpieron unas 100.000 estatuas de todos los tamaños imaginables en unas 1.400 cuevas.

Budas de la gruta de Fengxian, en Longmen

Un poco antes del 493 es cuando los Wei del norte empiezan a horadar cuevas. Estos cedieron el testigo a otras dinastías que continuaron los trabajos hasta 1127. Se distinguen cuatro fases diferentes: dos de florecimiento y dos de declive. Las más prolíficas suceden cuando simultáneamente están en auge el budismo y la ciudad de Luoyang. La primera es con los Wei del norte y la segunda con los Tang, del 626 hasta mediados del siglo VIII. En esta segunda se esculpen el 60% de las cuevas, incluyendo la más importante de Fengxian en el 675. Tras un deterioro, las dinastías Ming y Qing las recuperaron, pero, al no ser budistas, solo como patrimonio cultural. Longmen sufrió saqueos y daños con las invasiones japonesas, la revolución china y la actividad de ladrones de patrimonio de países occidentales. Desde 1951, la situación ha mejorado mucho, pero aún hoy muchas piezas de Longmen están distribuidas por varios museos y colecciones particulares del mundo.

Las grutas están localizadas a unos doce kilómetros de Luoyang, en ambas orillas del río Yi, afluente del Luo. Horadadas en acantilados de caliza, las cuevas del oeste son las más decoradas, mientras que las del este solían servir como habitaciones para los monjes. Las esculturas eran talladas en la misma roca y pintadas, aunque pocos colores han sobrevivido. Miden desde unos milímetros en los miles de nichos de la cueva Wan-fo-tung hasta los 17 metros del Buda más alto. Además, en Longmen hay montones de inscripciones, algunas tan curiosas como prescripciones médicas, 2.500 estelas y sesenta pagodas y templos, encabezados por el de Xiangshan. La evolución del estilo es muy clara. El de Wei del norte, con figuras muy delgadas, está ya presente en la cueva más antigua, la de Guyang. Destacan tres estatuas gigantes y la cantidad de inscripciones en paredes y nichos: hasta 800.

Gruta de Binyang en Longmen

El cénit del estilo Wei del norte se alcanzó, no obstante, con las cuevas de Binyang, creadas por Xuanwun en honor a su padre. Según las fuentes, hasta 800.000 personas trabajaron a comienzos del siglo VI solo en la cueva central de las tres que hay. En el interior de esta hay tres grupos de esculturas en torno a distintos Budas que representan pasado, presente y futuro. La figura más impresionante es la del Buda Sakyamuni, en el centro. La cueva del sur de Binyang fue esculpida por los Tang, siendo la confirmación de que esta dinastía heredaba el trabajo e impulsaba su propio estilo, más vigoroso y realista. El cénit de los Tang llegó con Fengxian, encargada por la emperatriz Wu Zetian. No solo es la cueva más grande y contiene los relieves y estatuas más finamente trabajados, sino que alberga el mayor Buda de todos, el Vairocana. Con 17 metros de altura y una dulce y enigmática expresión es una de las estatuas más apreciadas en toda China.

La moderna Luoyang cuenta con más de seis millones de habitantes. Tiene un aeropuerto bien conectado con otras ciudades chinas, pero es muy habitual que los turistas lleguen en tren rápido desde Pekín o sobre todo Xian, a menos de horas. Luoyang ciudad merece una visita por sus antiguos templos, aunque muchos están restaurados, y un interesante museo de su larga historia. Desde Luoyang se puede llegar a Longmen en bus público o en taxi, más cómodo, pero caro. Llevará toda una mañana ver las grutas. La mejor manera de recorrerlas es hacer la ida a pie, un camino corto, pero con muchas escaleras, y luego volver en barca por el río. Así tendremos una perspectiva diferente de las cuevas. En verano, el calor en Longmen puede ser agotador.

Fotos: Ana Paula HiramaBrent Miller

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