Símbolo pese a todo
Desde hace mucho tiempo, pero sobre todo en los últimos dos siglos, el mundo ha debatido sobre los derechos inherentes de las personas por el simple hecho de existir. El más básico de todos, la libertad, es algo que históricamente hemos anulado a la fuerza a determinadas personas. La esclavitud como institución da cobertura legal a la dominación de una persona sobre otra, que pasa a ser considerada propiedad como si de un objeto o animal habláramos. Hoy, la esclavitud se disimula en otras prácticas poco éticas o se persigue en fenómenos como la trata de personas. Ambos afectan a unos 20-40 millones de personas, que no es poco. Eliminar la esclavitud legal es un hito de la humanidad muy reciente. Hace tan solo unos dos siglos, la conocida como ruta atlántica seguía en marcha. Este movimiento de personas de África a América, que tanto ha marcado a la segunda, se inició en el siglo XVI. Sostuvo las economías europeas gracias a la mano de obra gratuita de unos aproximadamente doce millones de esclavos. La pequeña isla de Gorea en Senegal es un símbolo para todos sus descendientes.
La realidad histórica parece que es otra. Según las últimas investigaciones, el papel de Gorea en el mercado esclavista sería muy modesto frente a otros puntos como las desembocaduras de los ríos Senegal y Gambia, que facilitaban la llegada de esclavos desde el interior. Gorea está entre ambas, protegida de forma natural por cabo Verde, el punto más occidental de África. Esta pequeña isla fue habitada por Portugal desde 1444. Cambió de manos constantemente entre potencias europeas. Uno de sus dueños puntuales, los holandeses, la nombraron como se la conoce hoy. En 1677, Francia tomó definitivamente el control y ya no lo soltaría hasta la independencia de Senegal en 1960, aunque también hubo algún periodo británico. La isla complementó en este tiempo a la capital Saint-Louis y fue paulatinamente ocupada por comerciantes criollos franco-africanos, los conocidos como métis. La isla fue perdiendo terreno desde 1857 con la fundación de Dakar, la actual capital. El siglo XX sirvió para aupar a Gorea como símbolo del esclavismo. Sin embargo, ahora se cree que ni siquiera se fletaban barcos exclusivamente esclavistas y que el comercio de la isla se orientó más a otras mercancías.
Sobre el año 1776 se abrió la Maison des Esclaves. Fue también por parte de métis, en concreto de la signare Anna Colas Pépin. Estas signares eran mujeres comerciantes muy respetadas. A estas alturas de la historia, el mercado de esclavos en Senegal estaba de hecho en caída. Durante la Revolución Francesa se prohibiría y, aunque hubo una recuperación con Napoleón, no duró mucho. Así las cosas, parece bastante posible que la Maison ni siquiera se construyera para almacenar esclavos. En los años 80, varios expertos señalaron el error histórico, pero, ¿de dónde procedía el mito? Parece que el conservador de la Maison desde 1962, Boubacar Joseph Ndiaye, fue el promotor de este simbolismo. Ndiaye llegó a poner cifras a los esclavos que partieron de la casa: un millón. Aún hoy, expertos senegaleses confirman el papel histórico de la Maison. Pasara lo que pasara, el factor simbólico apenas se ha resquebrajado.
Los trabajos arqueológicos en Gorea han destapado su pasado hasta el siglo XV con la llegada de los portugueses. Las construcciones se inician con una capilla y continúan con el castillo de Gorea. La Maison des Esclaves, conocida también como puerta de no retorno, es uno de los edificios más antiguos de la isla. Restaurada en los años 70, presenta un estilo colonial y un característico color rosáceo. Hoy es una casa-museo dedicada al recuerdo del esclavismo. Hay otros edificios en Gorea de los siglos XVIII y XIX. Destacan la escuela William Ponty, el museo marítimo, el fuerte d’Estrées con el museo histórico de Senegal y el palacio de gobierno.
Conectada por ferri en solo veinte minutos con Dakar, Gorea se ha convertido en el lugar de Senegal más visitado con más de 200.000 visitantes anuales. La isla, que mide solo 900×350 metros, es de pago y fácilmente paseable. Toda ella se ha convertido en una especie de parque histórico en el que la Maison destaca sobre el resto. Al margen del rigor histórico y los debates, una visita a la Maison es una experiencia ante todo emocionante. Mucha gente viene aquí a rendir tributo a su pasado. Se ha convertido en un lugar de peregrinaje, especialmente para estadounidenses. Esto se ha acentuado desde que fue visitada por personajes ilustres como el Papa Juan Pablo II, Barack Obama o Nelson Mandela, que lloró aquí. En Gorea hay todo tipo de comercios y restaurantes. También una playa frecuentada, por lo que mucha gente viene a pasar el día.
Fotos: Manu25 / Nastia Rodionova
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