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Istmo de Curlandia

Istmo de Curlandia

Klaipėda (Lituania) y Kaliningrado (Rusia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 18 11, 2019
  • Category:

La fragilidad de la arena


Un cordón litoral es un tipo de banco de arena con un proceso formativo especial: suelen surgir en cabos en los que la deriva litoral, proceso por el cual la arena se desplaza a lo largo de la costa debido a olas oblicuas, no es contrarrestada por otras fuerzas. Así, la arena se deposita sobre el fondo marino y con el suficiente tiempo emerge hasta que la vegetación lo estabiliza. Si la deriva continua, el cordón se termina conectando a tierra por otro extremo cerrando una laguna marina. Hay multitud de cordones en el mundo, algunos de varias decenas de kilómetros. Uno de los más largos es el de Curlandia: 98 kilómetros que unen Rusia y Lituania en el Báltico. El nombre del lugar procede de la etnia kursenieki o curonia, gentes de origen letón que habitaron esta zona desde la Edad Media. Puede parecer un lugar complicado, pero los aproximadamente dos kilómetros de ancho de cordón permitían asentamientos y la cercanía a mar y laguna proporcionaban recursos. No todo ha sido fácil: la erosión tras la deforestación masiva de la zona obligó a estabilizar y reforestar todo el banco.

Vista aérea del istmo de Curlandia en su lado ruso

Los cordones litorales son fenómenos geológicamente efímeros, muy sensibles al menor cambio ambiental. La formación de Curlandia comenzó hace unos 5.000 años. Parece que partió de una morrena glacial, algo habitual en esta zona del Báltico donde los cordones se suceden. Curlandia depende de los depósitos fluviales del extremo suroeste, la zona rusa en la que el cordón llega a medir solo 400 metros de ancho. Desde aquí, la arena se desplaza hacia el norte gracias a las olas y el viento. Al llegar a territorio lituano se ensancha hasta los cuatro kilómetros. Es también donde están las principales dunas móviles. Son de las más grandes de Europa y alcanzan más de sesenta metros. Otro fin habitual de estos fenómenos es el llenado de la laguna por sedimentos. En el caso de la laguna curonia, hoy de unos 1.600 kilómetros cuadrados, proceden principalmente del río Neman. La laguna, salobre, tiene apenas cuatro metros de profundidad. Es un humedal muy visitado por aves migratorias. Unos diez millones pasan por aquí estacionalmente.

Poco después de su formación, Curlandia fue ocupada por pueblos mesolíticos dedicados a la pesca. Ha sido tema de mitologías bálticas, cuyos pueblos usaron la zona estacionalmente. En el extremo suroeste sí que hubo un asentamiento más permanente, Kaup, pendiente de excavaciones arqueológicas. En el siglo XIII la zona se pobló con los caballeros teutones, llegados del sur para evangelizar la región. Entre batalla y batalla fundaron tres ciudades a orillas de la laguna. La paz de 1422 trajo una oleada de inmigración de la Curonia letona, cuyos habitantes dieron nombre a la región antes de fundirse con germanos y lituanos hasta perder su identidad. Inicialmente, las actividades locales fueron sostenibles. Sin embargo, con la llegada de la industrialización el cordón fue deforestado y la erosión desastrosa. Varias localidades fueron enteramente enterradas. El gobierno prusiano tomó por fin medidas en el siglo XIX reforestando el cordón. Hoy el bosque cubre tres cuartas partes de su superficie.

Vista aérea de Nida, en el istmo de Curlandia lituano

Por tanto, Curlandia tiene en su estado actual más de cultural que de natural. Debajo de sus enormes dunas permanecen pueblos medievales, mientras que otros han ido naciendo desde el siglo XIX. Algunos más antiguos sobrevivieron a orillas de la laguna. Una vez se reforestó, Curlandia se volvió una zona turística, especialmente gracias a pueblos como Nida, que también fue colonia de artistas expresionistas y visitada por el escritor Thomas Mann. Nida recuperó su actividad tras el periodo comunista, aunque como el resto de asentamientos nunca ganó mucho tamaño y tiene poco más que una calle principal. Originalmente, sus casas de pescadores eran de madera y juncos para el techo. Tenían varias construcciones, incluido un ahumadero. Con la transformación en resort, la arquitectura se modificó. En Nida y alrededores también destacan los cementerios, con unas estatuas en silueta de madera muy curiosas llamadas krikštai.

Aunque Rusia y Lituania se reparten casi al 50% el cordón, la parte lituana es más turística, en buena parte gracias a Nida. Para acceder a este lado hay que viajar a Klaipėda y tomar un ferri. Desde el lado ruso es más fácil: hay autobuses que parten de Kaliningrado y recorren la carretera que vertebra el cordón. La parte lituana tiene también un carril bici muy conveniente. Las dunas más impresionantes se encuentran cerca de Pervalka y Nida. Una de las más famosas es Parnidis, con un camino para ascenderla. En el lado ruso destaca el bosque danzante, con troncos haciendo extraños giros. Culturalmente hay museos en Nida y Juodkrantė. Las playas de Lituania son muy aprovechables en verano, cuando es mejor época para venir. También para navegar y pescar en la laguna. Pescados como anguilas y besugos se suelen comer ahumados.

Fotos: A.Savin / LinasD

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