Más allá de la esclusa
Cuando en Europa se popularizaron los canales fluviales fue necesario sortear desniveles del terreno con las clásicas esclusas: la embarcación entra en un recinto parcialmente estanco que se llena de agua para salvar desniveles. Las limitaciones del sistema son numerosas: el desnivel no puede ser elevado, el proceso es lento y requiere un flujo de agua generoso. Intuitivamente, a finales del siglo XVIII empezó a desarrollarse una idea diferente para el mismo problema, la de los elevadores de barcos. Cuando la tecnología estuvo a punto, a finales del XIX empezaron a popularizarse. Aquí el concepto es diferente, pues lo que asciende mecánicamente es el compartimento estanco en el que está la embarcación. Los elevadores de barco han logrado multiplicar la altura salvada en distintos puntos. El récord lo ostenta China con la presa de las Tres Gargantas y sus 113 metros. En segunda posición aparece un elevador belga que sustituyó a los cuatro históricos elevadores del relevante Canal del Centro.
Igual que en Holanda, los canales de Bélgica forma una red capilar de más de 2.000 kilómetros que conectan las cuencas fluviales del país. En Flandes, la construcción de canales consiste básicamente en horadar y poco más gracias a lo poco accidentado de este país bajo. En la parte de Valonia, las cosas se complican con mayores desniveles. Durante mucho tiempo se planificó el Canal del Centro con el fin de unir las cuencas de los ríos Meuse y Scheldt, una zona de minas de carbón cuyas necesidades de transporte iban a más. Partiendo desde Mons y el lago artificial Grand Large al este, los primeros quince kilómetros eran relativamente sencillos, con apenas 23 metros de desnivel que exigieron cinco esclusas. Sin embargo, los siguientes siete kilómetros entre La Louvière y Le Roeulx eran un reto con 66 metros de desnivel para los cuales se estimaron 32 esclusas. Durante décadas se pospuso el proyecto hasta que la tecnología de los elevadores de barcos estuvo a punto. Tras acabar esta segunda parte, el Canal del Centro enlazó con el canal Bruselas-Charleroi, que corre de norte a sur.
Fue en 1879 cuando el Ministerio de Obras Públicas aprobó el plan propuesto por el británico Edwin Clark, ingeniero responsable del histórico elevador de barcos de Anderton. En 1885 se iniciaron las obras del primer elevador, Houdeng-Goegnies, que salvando quince metros fue inaugurado por el rey Leopoldo II. Sin embargo, las obras se detuvieron sin enlazar los canales. Primero fue el cuestionamiento de la rentabilidad económica y luego la I Guerra Mundial. Finalmente, en 1917 se acabaron los otros tres elevadores y el Canal del Centro fue enlazado. En los años 50, sin embargo, se empezó a especular con la posibilidad de un canal paralelo para que barcos con más carga y tamaño pudieran transitar el Canal del Centro. Fue el proyecto culminado en 2002 con la apertura del elevador Strépy-Thieu, que sustituyó de golpe a los cuatro convirtiéndose entonces en el más alto del mundo. La vieja rama con los cuatro elevadores históricos quedó así en desuso, pero se ha conservado con fines patrimoniales y lúdicos.
El tramo de casi siete kilómetros con los elevadores se localiza en el valle Thiriau y recibe su agua del río Sambre, que también alimenta el Bruselas-Charleroi. Salvo en los giros tiene diez metros de ancho y dos y medio de profundidad, lo que limita su uso a embarcaciones con 360 toneladas de desplazamiento. Las orillas se adornaron con filas de distintos árboles y lo cruzan seis puentes levadizos y dos giratorios. El primer elevador de Houdeng-Goegnies marcó con su diseño la pauta: dos compartimentos móviles prácticamente estanco se accionan con una prensa hidráulica de modo que cuando uno sube, el otro baja. Separados por una columna de acero, a mitad de camino un trasvase de agua complementa el movimiento. Toda la estructura es de acero laminado o enrejado, salvo la estructura de ladrillos que soporta la parte superior y aligera la estética. Los otros tres elevadores, Houdeng-Aimeries, Bracquegnies y Thieu, siguen el funcionamiento básico aunque introdujeron pequeñas correcciones. Toda la maquinaria es original.
La Louvière, entre Mons y Charleroi, es la localidad de referencia para el Canal del Centro. A media hora de coche de Bruselas, esta es la mejor manera de llegar a esta zona visitada por los amantes del patrimonio industrial. El tercer elevador de Bracquegnies alberga el centro de visitantes con una pequeña exposición. También existe un museo asociado a un restaurante italiano en el primer elevador de Houdeng-Goegnies. Se puede visitar la zona de máquinas. El canal en sí es visitable con paseos en barca que hacen uso o no de los elevadores, dependiendo del tour. También es posible recorrerlo en bicicleta e incluso a pie. Merece la pena acercarse al moderno elevador de Strépy-Thieu para comprobar el progreso tecnológico en menos de un siglo.
Fotos: Davidh820 / Benoit Brummer
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