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Los sitios arqueológicos de la isla de Meroe

Los sitios arqueológicos de la isla de Meroe

Río Nilo (Sudán)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 12 11, 2021
  • Category:

Isla de pirámides


Cuando uno piensa en pirámides, nos vamos a Egipto. Son las más impresionantes, pero el vecino del sur, Sudán, puede presumir de tener muchas más. En Nubia, donde hace tiempo el imperio kushita imitó las prácticas funerarias egipcias, se acumulan más de 300 pirámides, más del doble que Egipto. Hablamos de otra escala, claro. Las nubias se caracterizan por su reducida base, modesta altura y una acusada inclinación de unos 70°, bastante más que las egipcias. Muchas tienen, además, un templo votivo adosado en un lado. Al construirse en necrópolis agrupadas, su imagen en el desierto resulta espectacular. Más de 200 están en la isla de Meroe, última capital del imperio kushita. A orillas del Nilo, cerca de las confluencias del Nilo Azul y Blanco y su afluente Atbara, lograron resistir y extender su reino hasta el siglo IV, dejando tras de sí necrópolis, templos y ciudades aquí y en las cercanas Naqa y Musawwarat es-Sufra.

Pirámides de Meroe

Hoy habitada por beduinos, la llanura de Butana es también conocida como isla de Meroe. Fue el centro de poder político y económico del sur kushita desde el siglo VI a.C., cuando se recluyeron aquí tras su época dorada protagonizada por Napata. Los lazos con esta siguieron siendo fuertes con la realeza, que alrededor del 300 a.C. completó el traslado a Meroe posiblemente tras desavenencias con los sacerdotes. Meroe, situada en la orilla este, se había ganado el favor gracias a la presencia de minas de hierro y el mejor acceso al comercio del mar Rojo. Fue separándose culturalmente del influjo egipcio y desarrollando su propia lengua, aún por comprender totalmente. En el siglo I a.C., Europa y África tuvieron en Meroe un punto de contacto y fricción cuando los kushitas y romanos se enfrentaron. La paz prolongó la independencia de Meroe, pero su declive se fue agravando hasta que las revueltas internas y los aksumitas, desde el sur, lo agotaron.

El descubrimiento de Meroe está asociado al mítico oro nubio. El geólogo Frédéric Cailliaud, enviado en su busca, fracasó, pero por el camino se cruzó con Meroe. Era 1821 y los cazatesoros no tardaron en llegar al hablarse de decenas de pirámides. Llegaban tarde, pues todas habían sido saqueadas. El italiano Giuseppe Ferlini lo intentó, pero solo consiguió decapitar la parte superior de muchas pirámides. Posteriormente hubo varias campañas arqueológicas, en alguna de las cuales se llevaron losas con relieves de las pirámides. Las decenas de estas en Meroe tienen aspecto similar, aunque tienen diferencias en los materiales, de piedra o ladrillos cocidos. No obstante, en el pasado estuvieron enlucidas de caliza pintada. Al oeste de las tres necrópolis reales está la ciudad real amurallada. Se distinguen baños con restos de escultura nubia y varios templos. Fuera de este recinto queda el mayor, dedicado a Amón, a cuyo lado discurría otro canal del Nilo que da sentido al calificativo de isla de Meroe.

Kiosco romano de Naqa

Hay otros templos cerca de Meroe como el de Apedemak o el del Sol. Este tiene una columnada de claras influencias helenísticas. Más patentes aun quedan en el denominado kiosco romano de Naqa, unos 55 kilómetros al sur de Meroe. En esta ciudad secundaria situada en otro wadi hay también otros dos templos bien conservados: el de Apedemak en estilo clásico kushita y el de Amón, mucho más grande. En este se hallaron relieves y frescos de la época. Entre ambas ciudades se encuentra Musawwarat es-Sufra, situada en otro wadi a pocos kilómetros del Nilo. Además de otro templo dedicado a Apedemak, destaca el complejo denominado Gran Corte, cuyo diseño no tiene igual en el Nilo. Su estudio ha sido complicado, pues ni siquiera se tiene clara cuál era la función de sus numerosas salas y patios entrelazados y amurallados. En Musawwarat es-Sufra también se encuentra una de las principales cisternas o hafir típicas de Sudán. Horadadas en la roca para recoger la escasa lluvia, tiene 250 metros de diámetro. También destacan los relieves de elefantes, un animal muy presente en la era meroítica.

Meroe es un lugar que justifica un viaje entero a un país tan complicado para el turismo como Sudán. Afortunadamente, una vez lleguemos a Jartum la cosa es más sencilla, porque Meroe se encuentra unos 200 kilómetros al norte por la mejor carretera nacional. Podemos contratar un conductor o excursión y trasladarnos entre las distintas necrópolis de Meroe y la ciudad. No encontraremos mucho turismo ni infraestructuras, aunque sí excursiones en camello. En las pirámides conviene entrar en el templo votivo, que ocasionalmente nos recompensará con relieves. Es conveniente hacer al menos una noche en la zona, habitualmente en campamentos en el desierto, sobre todo si vamos a Naqa y Musawwarat es-Sufra, que se visitan en el viaje entre Jartum y Meroe. Su acceso es por peores carreteras que exigen 4×4. A Sudán es muy conveniente no venir en el verano.

Fotos: Hans Birger Nilsen / Ron Van Oers

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