Majestuosidad austera
En la sierra al norte de la capital española desde Felipe II, Madrid, se encuentra un peñasco tallado en forma de silla. Aunque las últimas investigaciones apuntan a que fue un altar de origen prerromano, cuenta la tradición que se le dio esa forma para que Felipe II supervisara la más ambiciosa obra arquitectónica de su reinado, El Escorial. Otra tradición cuenta que su diseño en forma de rejilla fue un homenaje a San Lorenzo, mártir que murió asado en una. En realidad, había sido ya utilizado en Europa y hasta se asemeja al de monumentos musulmanes como la Alhambra. En todo caso, El Escorial marcó un hito en la arquitectura española al apostar por la austeridad en vez de los excesos decorativos del plateresco. Se considera la obra cumbre del estilo que puso de moda en tiempos de Felipe II, el herreriano. Este ambicioso rey, líder del imperio en el que no se ponía el sol, invirtió las ganancias coloniales en este magna obra que esquivó las bancarrotas estatales.
Tras relevar a su padre Carlos en 1556, Felipe se convirtió en un profundo modernizador de la política española. Su lealtad al catolicismo fue, no obstante, total. Esta convicción le propinó reveses como su intento de invasión de Inglaterra, pero también favores. Un desencuentro con el papado, sin embargo, es el origen de la batalla de San Quintín en la que España derrotó a Francia. Felipe II quiso celebrar la victoria con una gran obra aprovechando también el deseo de su padre de ser enterrado en un nuevo edificio. Así nace el proyecto de El Escorial como panteón real, pero al que se le fueron añadiendo funciones hasta hacer un complejo en el que se unieron monasterio, palacio real, basílica, escuela y biblioteca. La elección del lugar en el pequeño pueblo de El Escorial, cerca de las rutas que cruzaban la sierra de Guadarrama, tuvo sentido por la disponibilidad de agua, caza y la gran cantidad de granito a emplear. Solo faltaba el arquitecto, papel otorgado a Juan Bautista de Toledo.
Este había trabajado en Roma para el papado, posiblemente involucrado en San Pedro a las órdenes de Miguel Ángel, y en Nápoles antes de ser nombrado Maestro Mayor de Obras Reales. Iniciadas las obras en 1563, Juan Bautista murió en apenas cuatro años, pasando poco después el liderazgo a quien daría nombre al nuevo estilo: Juan de Herrera. Cénit del Renacimiento español, recogió el testigo de de Toledo en cuanto a la simplicidad y austeridad que se había marcado para El Escorial. También se ordenó la construcción de otro sitio real mucho más modesto, pero también multifuncional, Granjilla de Fresneda. A solo cuatro kilómetros de El Escorial, aquí lo principal es el jardín planificado para el que se trajo un ingeniero holandés para supervisar el sistema de lagos, arroyos y diques que se implementó. En 1584, las obras acabaron y se entregó el monasterio a la orden de los Jerónimos, que permanecieron hasta el siglo XIX, cuando los agustinos les sustituyeron. En ese siglo, El Escorial sufrió su peor momento con un saqueo francés.
El aspecto exterior de El Escorial es de una gran fortaleza con diseños cuadrangulares allá donde mires. Empieza por un gran rectángulo de 224×153 metros que enmarca los distintos patios. La entrada principal da paso al patio de los Reyes, uno de los cuatro. A la izquierda queda el colegio, a la derecha el convento y de frente la basílica. Aunque de planta griega, su enorme cúpula es un recuerdo del Vaticano. El techo fue pintado por Luca Giordano y tiene un gran retablo. Bajo la basílica se encuentra el octogonal panteón real, que contiene los restos de casi todos los monarcas españoles. Tras la basílica está el palacio de los Austrias, con la famosa sala de Batallas con frescos de victorias españolas. En el lado sur está el ajardinado patio de los Evangelistas, que recibe su nombre de las esculturas del templete central. El Escorial también cuenta con 40.000 libros y obras de Tiziano, Tintoretto, El Greco o Velázquez.
El Escorial está a menos de una hora de Madrid y tiene tren directo, por lo que lo primero a tener en cuenta es que es mejor evitar el fin de semana, sobre todo cuando llega el buen tiempo y la sierra es un lugar de esparcimiento para la capital. Uno de los paseos más sencillos es el camino a la silla del Rey, donde tendremos una de las muchas vistas de El Escorial desde los alrededores. Dentro del sitio podemos realizar la visita por libre, con audioguía o en grupo guiado. En total nos llevará unas dos horas. En cuanto a Granjilla de Fresneda, es un sitio privado reservado a eventos particulares, no visitable. El Escorial pueblo merece un paseo y es un lugar privilegiado para tomar tapas o disfrutar de la gastronomía madrileña como el cocido, guiso de garbanzos con carne.
Comentarios recientes