Cristianos georgianos
En el siglo IV, Santa Ninó proclamó un sermón al rey de Iberia, una de las regiones que luego conformó el reino de Georgia. Fue tan convincente que Mirian III se convirtió al cristianismo e instauró esta religión como oficial convirtiéndose en el segundo estado en hacerlo, solo por detrás de la vecina Armenia. Iberia, con lazos persas, miraba así a Occidente empezando a sentar las bases de la nacionalidad georgiana, muy intrincada con la religión ortodoxa georgiana. Hoy conforma una de las iglesias autocéfalas ortodoxas pese a contar con apenas tres millones y medio de fieles. A escala nacional hablamos, sin embargo, de una institución con mucha influencia, tanto en el pasado como en el renovado presente tras la independencia de la URSS. El sermón de Santa Ninó tuvo lugar en la entonces capital de Iberia, Mtskheta. Dejó de serlo en el siglo VI tras el traslado a Tiflis, más fácilmente defendible, pero este simbolismo dejó huella en Georgia. Sede del catolicós nacional durante siglos, es la capital espiritual y conserva algunos de los primeros templos georgianos.
Los orígenes de Mtskheta se remontan al siglo V a.C., por lo que es una de las ciudades más antiguas de la región. Es más, dada la fertilidad de la zona, en la confluencia de los ríos Aragvi y Mtkvari, había sido poblada antes, en la Edad de Bronce. Ascendió a capital en el siglo III a.C. tras el colapso del reino helenístico instalado tras el paso de Alejandro Magno, en buena parte gracias a su posición como cruce de caminos comercial. Desde la ciudadela de Armaz-tsikhe, que conserva restos arqueológicos, gobernó las tribus georgianas y ni siquiera la destrucción del romano Pompeyo desdibujó su cénit. Tras el traslado del príncipe Dachi continuó albergando el catolicós primero y el patriarcado tras la independencia de la iglesia georgiana. En el 736, la ciudad fue arrasada por el árabe Marwan y repitió desastre en el siglo XIV con Tamerlán. Nunca se recuperó del todo. Quedó reducida al estatus de pequeña villa entre los ríos que la vieron nacer. Solo conservó su simbolismo identitario religioso, hasta el punto de ser declarada ciudad santa en 2014.
Los templos de Mtskheta, por tanto, han tenido una larga y complicada existencia. El ejemplo ideal es el complejo de la catedral Svetitsjoveli, levantado en el siglo IV sobre un templo probablemente zoroastriano. Se construyó con una madera de orígenes legendarios en torno a la santa túnica, pero se sustituyó por un templo de piedra en el siglo V. Su planta basilical se ha recuperado arqueológicamente. El templo actual del siglo XI en cruz griega fue reconstruido en el siglo XV tras el saqueo de Tamerlán. Las murallas con torres defensivas son posteriores, del XVIII. Arquitectonicamente destaca su cúpula, exteriormente en piedra amarilla y rojiza. En la decoración sorprenden dos cabezas de toro, una influencia pagana local del siglo V. En el interior sobreviven frescos del siglo XIII, recuperados parcialmente tras ser tapados en el siglo XIX. También hay iconos, pero la mayoría no son originales. Más valor tiene la fuente bautismal, original del siglo IV.
Al otro lado del río, disfrutando de excepcionales vistas de Mtskheta sobre una colina, se alza el monasterio de Jvari, rodeado también de leyendas fundacionales. A finales del siglo VI se estableció el monasterio que organizó el creciente número de peregrinos al lugar, seguramente el más sagrado de Georgia. Su importancia creció durante los siglos y afortunadamente ha sufrido menos daños. Arquitectónicamente es un ejemplo muy temprano de tetraconcha, esto es, cuatro ábsides de igual tamaño, uno en cada dirección. Su influencia en la arquitectura georgiana fue excepcional. Decorativamente destacan los relieves exteriores, de inspiraciones helenísticas y sasánidas, y varias inscripciones con alfabeto georgiano. De vuelta al centro histórico, el monasterio Samtavro tiene también orígenes tempranos, pero no resistió el paso del tiempo. La iglesia del siglo IV que vemos hoy está muy reconstruida. Al lado tiene una mayor del XI y en el recinto se encuentra la tumba de Mirian III.
Mtskheta está a solo veinte kilómetros de la capital Tiflis, así que es perfectamente factible realizar la visita en un día y volver por la tarde, pues por la noche es muy tranquila. Hay excursiones que cubren el día o lo podemos hacer en taxi o marshrutka, minibuses locales. Jvari está a unos cinco kilómetros en subida, así que necesitaremos otro taxi. Lo mejor es visitar la ciudad incluidas las ruinas de la ciudadela Armaz-tsikhe, que merecen la pena. Al acabar el día, especialmente si es claro, lo ideal es acabar en Jvari con el paisaje al atardecer. Teniendo en cuenta la espiritualidad de Mtskheta es buena idea asistir a alguna misa. También es buen lugar para probar la muy valorada cocina georgiana, con muchas influencias.
Fotos: Diego Delso / Viktor K.
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