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Ópera de Sidney

Ópera de Sidney

Nueva Gales del Sur (Australia)

Final feliz


El término anglosajón one-hit wonder hace referencia a grupos de música con un solo éxito, efímero e inesperado. El mundo de la arquitectura también tiene sus one-hit wonder y seguramente el caso más claro sea el de Jørn Utzon con la Ópera de Sidney. Este modesto arquitecto danés, sin ninguna experiencia internacional, pero multitud de innovadoras ideas, ganó contra todo pronóstico el concurso convocado por Australia al que se presentaron 233 proyectos. Pese a la falta de nombre de Utzon, el jurado quedó deslumbrado con un diseño que luego Utzon englobaría pomposamente en lo que denominó arquitectura aditiva: diseños basados en los patrones de crecimiento de la naturaleza. Utzon aceptó el reto de levantar un edificio que se ha convertido no ya en el icono de Sidney y Australia, sino uno de los principales del siglo XX. Final feliz que llegó tras un tortuoso camino. Afortunadamente, el tiempo ha puesto las cosas en su lugar. Utzon ganó el prestigioso Pritzker y hoy su nombre está ligado al de la ciudad más poblada de Oceanía.

Ópera de Sidney de noche

El origen colonial de Sidney es bastante conocido: en 1788, el gobierno británico decidió construir aquí su primera colonia penal fuera de América, colonias que dieron forma al estado australiano. Se le dio el nombre del político Thomas Townshend, primer vizconde de Sydney, y se eligió una bahía del mar de Tasmania. Aunque estaba habitada por aborígenes, era un puerto natural idóneo y tenía todo lo necesario. Tras finalizar el envío de convictos y descubrirse oro en la zona, Sidney empezó a convertirse en la ciudad moderna y rica que es hoy. Luchó y lucha con Melbourne por ser la capital económica del joven estado australiano. Tras sufrir la crisis de los años 30 y la II Guerra Mundial entró definitivamente en la liga de las grandes ciudades. Faltaba un icono, hueco que vino a ocupar la Ópera. La propuesta partió de Eugene Aynsley Goossens, director de la orquesta filarmónica a finales de los 40. En 1954 convenció al gobernador de Nueva Gales del Sur, Joseph Cahill, que convocó el concurso ganado por Utzon. Goossens también convenció a Cahill de una de las señas del edificio: su localización en Bennelong.

Las obras arrancaron en 1959 con los diseños a medio hacer, lo que obligó a reconstruir parte de la estructura inicial. Fue la primera de las incontables causas de retrasos y sobrecostes que sufrió la Ópera. Las características conchas que cubren el edificio fueron un dolor de cabeza por su innovadora forma. Hasta implicaron el pionero uso del ordenador para encontrar una solución económica. En 1965, un cambio de gobierno llevó, tras las críticas a Utzon, a su dimisión. Pese al apoyo del ingeniero Ove Arup, Utzon fue señalado como el principal causante de los retrasos. Estos continuaron en el diseño de interiores, que sufrieron muchas modificaciones en propósito, capacidad, materiales y acústica. Finalmente, la Ópera fue inaugurada en 1973: diez años después y quince veces más de coste. Al margen de la culpa, repartida entre Utzon y las limitadas instrucciones que recibió, el gobierno tuvo el mal gusto de ni nombrarlo. La reconciliación tendría que esperar unos años, aunque Utzon nunca volvió a Sidney.

Interior del Concert Hall de la Ópera de Sidney

Aunque se ubica a la Ópera en la corriente expresionista, su principal seña es su complicada geometría, adelantada a su tiempo y muy influyente. Es también lo más visible de su exterior gracias a las enormes conchas prefabricadas que descansan sobre la monumental base, rodeada a su vez por un espacio de hormigón en terreno ganado al mar. Estas conchas alzan la altura a 65 metros. Aunque parezcan puramente blancas, están recubiertas de pequeños azulejos en dos tonos. La Ópera está dividida en dos partes: la oeste es el Concert Hall y la este el Joan Sutherland Theatre, de 2.500 y 1.500 espectadores respectivamente. El resto de teatros, estudios y espacios están en la base, bajo estos dos auditorios. Fuera del cuerpo principal hay otras dos conchas menores que albergan el restaurante.

Sidney tiene cinco millones de habitantes y está considerada una de las ciudades con mayor calidad de vida. Es parada obligatoria en Australia y recibe anualmente a tres millones de turistas extranjeros. La Ópera se encuentra de cara a la bahía en el extremo norte de un centro cargado de rascacielos. Está entre los recomendables jardines botánicos y el icónico e inmenso puente de la bahía. Hay muchas vistas del lugar: desde el puente, desde algún ferri de la bahía o desde la orilla norte. Si coincidimos con alguna regata, la vista de la Ópera será inmejorable. Recibe ocho millones de visitantes anualmente, la inmensa mayoría por sus habituales actuaciones. Hay tours guiados de una hora tan caros como casi todo en la ciudad.

Fotos: Alphacontrol / Jason Tong

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