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Paisaje cultural de la fortaleza de Diyarbakır y jardines del Hevsel

Paisaje cultural de la fortaleza de Diyarbakır y jardines del Hevsel

Diyarbakır (Turquía)

Murallas entre huertos


Los históricos ríos Tigris y Éufrates tienen cursos similares. No solo caminan en paralelo en su tramo final, sino que sus nacimientos en los montes Tauro distan apenas treinta kilómetros. El Éufrates gira hacia el Mediterráneo formando un arco hasta volver a dirigirse en dirección al golfo Pérsico. Esta amplia extensión en la que ambos ríos se separan se conoce como Alta Mesopotamia o al-Jazira, la isla. Tiene una gran relevancia histórica, pues aquí se desarrolló la naciente agricultura gracias a su fertilidad, lo que conllevó la fundación de muchas ciudades de nutrida historia. Una de las más antiguas y pobladas se localiza cerca de la fuente del Tigris: Diyarbakır. Capital no oficial del Kurdistán turco, ha sido relevante desde tiempos helenísticos. De época romana conserva uno de los perímetros amurallados más históricos de Oriente Medio. Son casi seis kilómetros con torres, puertas, contrafuertes e inscripciones. Fuera de ellas quedan los jardines del Hevsel, granero de Diyarbakır.

Muralla de Diyarbakır con vistas a Hevsel

Su nombre desde el siglo XIX hace referencia a los Bakr, tribu de origen árabe que se instaló en la región sobre el siglo VII. Fue conocida como Amida desde antes de la era romana. Cuánto es difícil de precisar, pero hay referencias desde el segundo milenio a.C., cuando es capital de un reino arameo. Lo fue luego del reino helenístico de Corduena, que asumió su inclusión en el imperio romano. Ellos fueron los responsables de las primeras murallas y su ampliación en el siglo IV bajo Constancio II, cuando Diyarbakır fue asediada y conquistada por los persas. No fue el único conflicto, porque, pese a las murallas, estar en una zona fronteriza le afectó. Romanos y bizantinos por un lado, persas por otro, los cambios de manos fueron habituales hasta que en el 639 los árabes la conquistaron permanentemente para el Islam. Tampoco cesaron las hostilidades en Diyarbakır, pues distintas dinastías y pueblos la ambicionaron. Una dinastía, la marwánida, inició la conexión de Diyarbakır con los kurdos.

El diseño de la ciudad amurallada de Diyarbakır se ha mantenido prácticamente intacto desde tiempos romanos, cuando Constancio amplió su perímetro hacia el oeste. No obstante, en la época musulmana las reconstrucciones y adaptaciones han sido constantes por los ataques sufridos. Los artúquidas, por ejemplo, fueron los responsables de levantar la puerta de acceso al castillo. Estos turcomanos protagonizaron una de las eras más exitosas de Diyarbakır, cuando formó parte de la Ruta de la Seda, producto también cultivado en Hevsel. Salvo algunos edificios de la época artúquida, la mayor parte de la arquitectura intramuros o Suriçi procede de la era otomana, iniciada en 1515. Lamentablemente, en el siglo XX el progreso de la Turquía moderna y la inmigración de muchos kurdos dictaron el derrumbe de parte del recinto, al que paulatinamente se sumó el descontrol urbanístico con construcciones ilegales y algunos conflictos bélicos. Con todo, las murallas presentan un óptimo estado de conservación.

Jardines en Hevsel con el puente de Diez Arcos

Diyarbakır se alza sobre una meseta por encima del valle del Tigris, que combina zonas naturales y agrícolas. Hevsel está a sus pies y se sigue utilizando como huerta local. Al sur se encuentra el puente más histórico del Tigris aquí, conocido como puente de diez ojos por sus diez arcos. Se considera que fue construido en el siglo XI por los ayubíes. El sistema de murallas construidas de basalto, caliza y ladrillos tiene dos secciones diferenciadas: Dişkale e İçkale. La primera es la ampliación romana de 5.200 metros que protege el barrio Suriçi. Se intercalan 82 torres y contrafuertes de distinto tamaño y forma levantados a lo largo de los siglos. Decenas de inscripciones en latín, griego, siríaco y árabe señalan cada constructor. En cuanto a İçkale, conocido también como montículo de Amida, alojó en tiempos la fortaleza real. Dos puertas dan a Suriçi y dos al exterior. En el recinto se distinguen prisión, iglesia, corte real, la fuente del león, mezquita y el arco artúquida.

El turismo internacional no es la norma en el sureste de Turquía por los problemas internos, algo que tendremos que revisar. Si todo está tranquilo, llegar a Diyarbakır es sencillo gracias a su aeropuerto. La ciudad está en un estado más precario y rural que otras en Turquía. Además de algunos monumentos como la gran mezquita o antiguos caravasares, la principal actividad es subir a las murallas, haciendo al menos el recorrido entre las puertas de Urfa y Mardin con vistas tanto de Suriçi como Hevsel. No se paga entrada y uno sube bajo su propio riesgo. Luego podemos repetir parte del paseo por la parte baja viendo las inscripciones de las torres. También es recomendable el museo arqueológico. Al acabar la ciudad podemos acercarnos en taxi o incluso andando al puente de diez ojos atravesando en el camino los cultivos de Hevsel. Si nos giramos tendremos bonitas vistas con las murallas al fondo.

Fotos: Adam Jones / Dûrzan cîrano

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