Instalados en la aridez
Las condiciones climáticas en las que evolucionaron los primeros Homo Sapiens en el valle bajo del río Omo eran favorables. El clima era húmedo y proporcionaba comida a los distintos grupos que ocupaban todo el territorio. Con el paso de los milenios, esta zona del suroeste de Etiopía ha ido modificando su clima. Actualmente es un terreno áspero y seco en el que la vida resulta un reto. Muy cerca del río Omo se asienta el pueblo Konso, uno de los que mejor ha sabido gestionar este clima en los últimos 400 años. Los Konso han ideado soluciones agrícolas para sostener una dispersa población que se reúne en pequeños asentamientos cerca de sus cultivos en terrazas. El terraceo en el territoro Konso presenta retos de mayor altura que los de otras regiones del mundo: el terreno es rocoso, el sustrato escaso y el agua un bien preciado. Las terrazas han solventado estos problemas y han permitido a los Konso generar una de las culturas más auténticas de África.
Los Konso se asientan en una zona accidentada por encima de los 1.500 metros sobre el nivel del mar. El río Sagan vertebra esta zona, pero es solo estacional. Por si fuera poco, a la sequía se le suma que el territorio es sísmico. Todo esto ha marcado el carácter de sus pueblos, que llevan generaciones practicando su agricultura sostenible en terrazas que refuerzan con muros de hasta cinco metros. Fertilizados con estiércol, el cultivo principal es el de la planta sorgo, una gramínea resistente a la sequía y fuente de hidratos de carbono. Junto a ella plantan algodón, maíz, café, verduras y moringa, utilizada en alimentación y medicina natural. Los asentamientos Konso se localizan en áreas de fácil defensa y se refuerzan con una o varias murallas de piedra. En el interior se acumulan chozas circulares con paredes de piedra y techos cónicos de paja en los que vive cada familia. La comunidad se junta en las moras, centros culturales que sirven tanto para realizar reuniones como de guardería.
Más de veinte generaciones Konso llevan trabajando este territorio con las mismas tradiciones, lo que ha generado una cultura propia con sus valores y su cohesión social partiendo de una ingeniería muy particular. Los Konso son una etnia que cuenta con unos 200.000 miembros. Parece que su origen está en el valle del Nilo, pero llevan instalados en distintas partes de las tierras altas de Etiopía unos 5.000 años. Están relacionados íntimamente con los Oromo, la etnia principal del cuerno de África. Con ellos han tenido que batallar y negociar la defensa de su identidad étnica. No obstante, los Konso comparten una buena muestra de la cultura Oromo, como su sistema de estratificación patriarcal Gadaa, la organización religiosa en torno al dios Waaq, la poligamia masculina y un marcado falocentrismo.
El arte más conocido de los Konso son sus estatuas de madera esculpidas conocidas como Wagas. Pertenecen a una tradición funeraria ancestral que paulatinamente se está perdiendo. Los Konso entierran a sus principales allegados en bosques. A su lado colocan una Waga que representa a la persona fallecida, a veces durante algún evento heróico. Las figuras alargadas son muy características y suelen tener un aspecto fálico. Los Konso han visto el potencial de las Waga y es habitual ver versiones pequeñas en los puestos de artesanía locales orientadas al turismo. Cerca de los bosques hay también piscinas de agua conocidas como harda, mantenidas por la comunidad para sus rituales. La otra tradición ancestral de los Konso es la cultura megalítica de las piedras daga-hela. Estas estelas sin esculpir son extraídas, transportadas y erigidas por un miembro de la comunidad con el fin de señalar el paso de una generación y la nueva jerarquía establecida.
El pueblo de Konso o Karat es lo más parecido a una villa moderna en todo el territorio, por lo que aunque no tiene el encanto de lo tradicional es una buena base: aquí hay hoteles y algunas facilidades más occidentales. Está a unos 600 kilómetros de la capital, Adís Abeba, y muchos circuitos por el sur de Etiopía suelen hacer noche aquí para conocer a los Konso. Un buen punto de comienzo es el centro cultural Konso del pueblo, con una muestra del arte de esta etnia. A partir de ahí solo queda coger un transporte y acercarse a alguna de las 32 aldeas tradicionales, además de lugares para contemplar las terrazas de cultivo. Una de las aldeas en las que están más acostumbrados al turismo es la de Gamole. Los lunes y jueves hay un mercado en la carretera que va de Konso a Jinka, buen momento para comprar artesanía y ver el producto de la agricultura Konso.
Fotos: Richard Mortel / MauritsV
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