De tubos y conos
Cuando un gran volcán entra en erupción es habitual que no solo forme un gran cono central, sino que la fuerza busque salida por otros medios. Una forma son los tubos de lava, que al cesar la actividad pueden generar una cueva. Estos tubos, a su vez, salen a la superficie a través de conos secundarios denominados parásitos. En la isla coreana de Jeju son tan numerosos y están tan imbricados en la cultural local que reciben su propio nombre, los oreum. Más de 360 se distribuyen por la isla, especialmente en la zona de Geomunoreum, que por debajo alberga uno de los más largos y espectaculares complejos de tubos de lava con formaciones como estalactitas y estalagmitas. Los oreum son básicamente pilas de escoria volcánica, pero en Jeju hay una modalidad más espectacular. Son los conos de toba como Seongsan Ilchulbong, producto de la erupción freática tras el contraste entre la temperatura de la lava con la del agua superficial. Seongsan Ilchulbong es una joven isla pegada que al estar casi intacta ha retenido su belleza volcánica.
Todo en Jeju gira en torno al volcán Hallasan, montaña sagrada y máxima altura nacional con 1.947 metros. Al menos ahora, porque siendo un volcán en escudo ha ido cambiando de forma, teniendo hoy suaves pendientes y un lago en su cráter, Baengnokdam. Hace 5.000 años que cesó su actividad y, aunque oficialmente se considera activo, no se esperan movimientos a corto plazo. Tras dos millones de años de actividad, Hallasan ha producido Jeju, una isla ovalada de 73 kilómetros de ancho y 43 de largo. Ha tenido varias fases que han formado capas basálticas, siendo los oreum una de sus últimas manifestaciones con unos 25.000 años. En paralelo a la formación opera la erosión, más estando en zona subtropical. El agua recogida se filtra hacia capas inferiores, especialmente en zonas no agrícolas como el espectacular bosque Gotjawal, superficie intacta por su sustrato rocoso inadecuado para la agricultura. Los bosques de Jeju alternan según altitud, dominando el abeto coreano arriba y el roble mongol abajo. Son la cúspide de una flora autóctona muy valiosa, con bastante endemismo. Son también un humedal para 200 especies de aves diferentes.
Una característica muy acentuada del volcán Hallasan son sus erupciones secundarias. La mayoría forman los oreum, entre los que destaca Geomunoreum por sus cinco tubos de lava. Se formaron hace más de 100.000 años por el enfriamiento tras el paso de la lava. Juntos suman más de quince kilómetros de galerías, siendo casi la mitad el tubo de Manjang, también la más amplia. La más corta, Dangcheomul, suma solo 110 metros, pero está plagada de espeleotemas muy diversos. La costa de Jeju tiene dos formaciones muy características. Hay varias zonas de columnas hexagonales basálticas como Jusangjeolli que recuerdan rápidamente a la Calzada del Gigante norirlandesa. Además hay unos veinte conos de toba de erupciones freáticas en el mar. Por su escasa erosión, gracias a su juventud, y su tamaño, 179 metros de altura, el más icónico es Seongsan Ilchulbong. Su forma redondeada y uniforme con 570 metros de diámetro lo asemejan a un castillo. La erosion ha descubierto la zona baja exponiendo sus fases formativas.
Más allá de las leyendas que cuentan el origen de Jeju, hay registro arqueológico en la cueva Pillemot del Paleolítico. En algún momento indeterminado surgió el reino de Tamna, que en el siglo I ya tenía contactos comerciales con China y Japón. También con la península coreana, que empezó a controlar Jeju con el reino Baekje. No obstante, Jeju mantuvo mucha autonomía hasta que ascendió al poder la centralista dinastía Joseon. En el siglo XV iniciaron un proceso de aculturación que no ha podido borrar mucho legado cultural, lengua incluida. Esta cultura mantiene relación con el vulcanismo, específicamente una particular adoración de los oreum, a cuyo alrededor se fundaron pueblos. Otra manifestación son los Dol hareubang, estatuas de roca basáltica de origen relativamente moderno.
Viven en Jeju unas 600.000 personas dedicadas a agricultura, pesca y turismo. Este ha crecido gracias a la naturaleza, playas y clima. La mayoría llegan al aeropuerto internacional y alquila un coche. Las principales atracciones volcánicas están en el noreste, salvo el monte Hallasan, cuyo ascenso es factible con dos itinerarios asequibles aunque largos: Gwaneumsa y Seongpanak. El tubo de lava de Manjanggul y el cráter Seongsan Ilchulbong son también muy visitados. En el primero recorreremos un kilómetro bajo tierra, mientras que el segundo podemos ascenderlo, aunque son mejores las vistas desde lejos. Además destacan las cataratas Cheonjeyeon, el festival de la apreciada raza de caballos local y el festival de fuego en invierno. La cocina de Jeju tiene personalidad propia. En ella destacan dos productos: las naranjas dekopon y el pescado blanquillo. La temporada playera es en verano, pero también es cuando más llueve.
Fotos: Korean Culture and Information Service / Laurie Nevay
Comentarios recientes