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Palacio de Westminster, abadía de Westminster incluyendo la iglesia de Santa Margarita

Palacio de Westminster, abadía de Westminster incluyendo la iglesia de Santa Margarita

Londres (Reino Unido)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 22 11, 2020
  • Category:

Corazón británico


Eduardo el Confesor supuso para Inglaterra un breve paréntesis de la casa Wessex antes de que los normandos invadieran el país. Reinó 24 años del convulso siglo XI y fue canonizado un siglo después. En parte fue por fundar la primera abadía de Westminster, concebida como panteón real y sede de coronación de reyes ingleses desde entonces. Además, Eduardo construyó un palacio real entre la abadía y el río Támesis. Cerró así su proyecto de desplazar los principales poderes del centro de Londres a la nueva ciudad de Westminster. Hasta el siglo XVI, Westminster y Londres fueron dos ciudades geográficamente separadas. Cuando los campos entre ambas empezaron a urbanizarse arrancó el concepto de Gran Londres. Hoy, Westminster es uno de los distritos más lujosos y monumentales de la capital británica. La abadía y el palacio que levantó Eduardo fueron sustituidos, pero su relevancia se mantiene. Desde el siglo XIX, además, el palacio se ha convertido en icono nacional gracias a su enorme reloj, el Big Ben.

Vista aérea del Palacio de Westminster

Hablar de Westminster es hablar de historia inglesa e incluso mundial, pues el palacio representa la esencia de la monarquía constitucional. El edificio en sí sigue perteneciendo a la realeza, pero desde el siglo XIII el parlamento inglés o británico se reúne aquí. Los edificios originales se construyeron sobre la isla de Thorney, hoy eliminada artificialmente. Los maravillosos tapices normandos de Bayeux son la única representación de los edificios de Eduardo, pues muestran la coronación del primer rey normando, Guillermo I. La abadía, de origen benedictino, se construyó en románico probablemente sobre otra previa. El actual edificio se empezó en 1245, con Enrique III. Las obras se alargaron hasta el siglo XVI, poco antes de la disolución de las órdenes ordenada por Enrique VIII, tras la cual tiene la consideración de Royal Peculiar. En el mismo siglo, un incendio destruyó las residencias reales del palacio. Desde entonces, su función casi exclusiva fue la de casa del parlamento, pese a su diseño palaciego. Este se cambió el enorme incendio de 1835 que obligó a la remodelación que vemos hoy. 

La abadía, tras casi un milenio después, continúa jugando su papel real incluidas coronaciones y bodas. El panteón real se ha trasladado, pero a cambio Westminster se ha convertido en panteón de personalidades como Newton, Darwin o Cromwell. La tumba más aclamada, no obstante, es la del soldado desconocido, símbolo desde la I Guerra Mundial. Arquitectónicamente, la abadía es una obra maestra del gótico inglés. Al haber sido construida en un amplio periodo presenta distintas fases, incluidos los retoques neogóticos de las torres del siglo XVIII. Al lado se encuentra Santa Margarita, parroquia oficial de la cámara baja británica, la Casa de los Comunes. Tiene esta función desde el siglo XVII, pues fue fundada para el día a día de los vecinos de Westminster como complemento a la solemne abadía. Fue reconstruida a finales del XV en el denominado estilo gótico perpendicular. En el interior destacan sus vidrieras flamencas.

Abadía de Westminster

Por alojar las dos cámaras del gobierno británico, el tradicional palacio de Westminster es conocido como las Casas del Parlamento. El incendio de 1834 obligó a una reconstrucción casi completa para la que se lanzó un concurso condicionado al estilo elegido, neogótico. El ganador fue Charles Barry, cuyo estilo favorito era el neoclásico, reflejado en la acentuada simetría del edificio. Se ayudó de un neogótico puro, Augustus Pugin. Exteriormente, la piedra elegida tenía poca durabilidad y fue sustituida en el color miel actual aprovechando los daños de la II Guerra Mundial. En el perfil destacan tres torres: la monumental Victoria, la octogonal Central y la torre del Reloj, Isabel o, como es más conocida, Big Ben. De 96 metros, este icono nacional y prodigio de la exactitud fue diseñado por Pugin. En el interior se conserva el hall de Westminster, único vestigio del siglo XI, alrededor del cual se distribuyen 1.100 habitaciones. Las dos más simbólicas son las cámaras de representantes: Lores y Comunes. Decorativamente destacan los frescos de muchas estancias.

Westminster es punto central de toda visita a Londres. Tiene parada de metro homónima, aunque es posible que lleguemos andando desde otros iconos como Picadilly, Buckingham o el London Eye, que nos proporciona una espectacular vista del Palacio. Si no queremos subir, la vista clásica es con el reflejo del edificio sobre el Támesis. Su visita depende del día. Si es hábil, la única posibilidad es entrar como asistentes al pleno parlamentario. Es factible si no es un día especial, pero no hay garantía. En días sin actividad parlamentaria hay tours guiados y audioguiados de 75 minutos que conviene reservar. El Big Ben solo es accesible para británicos. Más sencilla es la abadía, en la que pagaremos entrada salvo que vayamos a una misa, en la que podremos disfrutar del coro. La entrada incluye el museo, que conserva el retablo más antiguo de Inglaterra.

Fotos: skeeze / waldopepper

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