Belleza natural y pintada
En la cuenca del Amazonas, ocupada por ocho estados, habitan centenares de grupos étnicos precoloniales diferentes. Suman cientos de miles de personas que viven de forma mayormente tradicional y sostenible con su entorno. Algunas decenas son grupos denominados aislados, aunque la idea de un Amazonas totalmente salvaje es una concepción moderna. En realidad, la mayoría de grupos practicaba la agricultura y ganadería pese a las dificultades. Cuánto tiempo llevan aquí algunos grupos es algo sujeto a mucho debate, pero en todo caso hablamos de miles de años. En el caso de Colombia, se estiman unos 55.000 indígenas que hoy pueden respirar relativamente tranquilos tras décadas de atosigamiento en nombre del progreso. Ocupan los denominados resguardos, una figura política que les dota de derechos territoriales. Otras zonas son Parques Nacionales, que, salvo pequeños grupos, no tienen ocupación, asegurando más aún la conservación natural. Chiribiquete es el más grande de Colombia, aunque más allá de la naturaleza destaca por su ingente cantidad de arte rupestre de origen amazónico.
Al este de los Andes, Colombia se divide en dos regiones extremadamente llanas: la sabana, parte de la cuenca del Orinoco, y la más extensa selva amazónica. La segunda matiza su planicie justo en la serranía de Chiribiquete. Esta serranía es orogénica y estéticamente especial, pues hablamos de varios tepuyes pertenecientes al escudo guayanés. Los tepuyes son antiquísimas formaciones emergidas durante el Precámbrico con forma de mesa. Al surgir aisladamente en medio de la planicie son visualmente apabullantes, incluso aunque los de aquí estén lejos de los tepuyes de Canaima venezolanos y no pasen de los 840 metros. También suelen ser garantía de endemismo, pero además en Chiribiquete estamos en la confluencia de varias zonas biogeográficas, de modo que la selva que invade la zona es un punto caliente de biodiversidad. El número de especies de flora se estima en más de 1.800 y el de mamíferos en 82. Destaca sobremanera el jaguar, que tiene aquí un santuario. De hecho, el sobrenombre de maloca del jaguar hace referencia a ello, pues una maloca es una casa comunal ancestral para los indígenas.
Algunos de ellos viven dentro del Parque, aunque su número se desconoce porque son grupos aislados sin contacto alguno con el gobierno. Cuánto tiempo llevan aquí distintos grupos de indígenas es una incógnita por las dificultades para datar por radiocarbono el arte rupestre. Parece que comparten espacio temporal con las pinturas de la sierra brasileña de Capivara, desde la que se han lanzado hipótesis muy atrevidas. En todo caso, estamos seguramente ante uno de los primeros sitios ocupados por el Homo Sapiens en Sudamérica. Cuando los primeros exploradores llegaron en el siglo XVI habitaba esta zona principalmente la etnia karijona. Pese a algún acercamiento misionero, la primera descripción de Chiribiquete y su gente procede del siglo XIX del alemán Karl Friedrich Philipp von Martius. En ese siglo se iniciaron las luchas territoriales entre los indígenas y los empresarios del caucho que fueron recluyendo a los primeros a zonas como Chiribiquete. Afortunadamente, en 1989 se declaró la zona Parque Nacional por su belleza natural y se iniciaron las investigaciones que catalogaron todo el arte rupestre.
Chiribiquete se divide en tres zonas de tepuyes, estando la mayor parte del arte rupestre acumulado en abrigos rocosos en la parte media del macizo norte, a unos 600 metros de altura. El arte rupestre es en todo Chiribiquete muy abundante: más de 75.000 pinturas y petroglifos en sesenta sitios diferentes. Se distinguen varias etapas con al menos 7.500 años de antigüedad, llegando las últimas fases a nuestros días. Aunque para algunos grupos Chiribiquete es un lugar tan sagrado que evitan entrar o incluso mencionarlo, parece que algunos grupos aislados siguen utilizando los abrigos rocosos para sus rituales particulares, en los que el arte rupestre tiene su protagonismo. Las pinturas son sobre todo rojas, pero también ocre, blancas y negras. Los motivos son geométricos, zoomórficos y antropomórficos principalmente. Destaca la diferencia de tamaño entre los animales, con mayor detalle, y los humanos, mucho más pequeños y esquemáticos. Seguramente estos representan a los chamanes de cada grupo. Por encima del resto de figuras destaca nuevamente el jaguar, seguramente como símbolo de poder y fertilidad.
Visitar Chiribiquete no es posible salvo por motivos de investigación, pues todo el Parque está protegido por razones de conservación natural como etnológicas, pues los grupos aislados no han sido contactados. Lo máximo que a corto plazo se puede hacer es sobrevolar la zona, siempre bajo las condiciones de la gestión del Parque. El gobierno colombiano propone a los interesados visitar en su lugar La Lindosa, una serranía en el cercano parque de Nukak cuya seguridad ha mejorado ostensiblemente. Sus valores son similares aunque en menor extensión, arte rupestre incluido.
Fotos: Nicolás Amado Morales / Ministerio de Ambiente de Colombia
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