Península inundada
La península de Florida supone el punto más al sureste de EEUU y separa el golfo de México del océano Atlántico. Geológicamente es muy interesante. Una antigua placa unida a África, hoy sumergida, sostiene una meseta kárstica muy porosa sobre la que se ha ido acumulando sustrato arenoso arrastrado. Esto significa que el dinamismo impera y la extensión actual va cambiando con el nivel del mar. Tras el fin de la Edad de Hielo, Florida fue perdiendo terreno y, dada la escasa altitud media de la península, en muchas zonas se han formado pantanales. Toda la punta sur desde Orlando se conoce genéricamente como Everglades. El extenso lago Okeechobee deja paso a una zona cargada de agua que, sumada al clima tropical, fue difícil de gestionar para los colonos, aunque apetitosa. Una vez que el agua se puso bajo control, el desarrollo fue vertiginoso y nacieron ciudades como Miami. Sin embargo, este desarrollo tuvo su precio ambiental. La degradación ha afectado también al Parque Nacional de los Everglades y provocado un costoso y prolongado plan de restauración.
El Parque cubre un quinto del total de los Everglades en su costa suroeste, justo al otro lado de Miami. Geología y clima se unen para favorecer un paisaje puro de humedal en el que acuíferos de millones de años son tan relevantes como las grandes balsas de agua superficiales. Los Everglades como tal empezaron a formarse hace unos 17.000 años y no han dejado de cambiar, especialmente en su hidrología. Esta es muy lenta y se tienden a crear lagunas. El agua tarda meses en cruzar la región entre el lago Okeechobee y el mar, pese a estar a solo 150 kilómetros. Tanto es así, que la principal salida de agua no es el mar, sino la evapotranspiración, agua evaporada sumada a la transpiración de la vegetación. Para compensar, la estación lluviosa es intensa y habitualmente acompañada de tormentas tropicales y los temidos huracanes. Vienen acompañadas de rayos que causan incendios superficiales, otro factor de renovación natural.
Aparte de algunas islas boscosas de cipreses o pinos, el humedal que forman los Everglades consta de varios ecosistemas pantanosos dependiendo de la cantidad de agua. Domina el llamado sawgrass, una especie de junco cladium. Ocupa zonas poco profundas que al ensancharse forman ríos como el Shark. El tercer hábitat son las praderas. Se inundan estacionalmente y tienen mayor diversidad de flora. Cuando llegamos a la costa surge la mayor extensión de manglares de América. Estos ríos salobres y dulces forman ecosistemas excepcionalmente ricos. Las aves son habituales de los humedales y hay unas 400 distintas, muchas migratorias. No obstante, si hay dos animales carismáticos en Everglades son los numerosísimos aligátores, fundamentales para los ecosistemas, y los mucho más escasos cocodrilos americanos. En situación parecida están las panteras de Florida, que suman unas 160 y viven en zonas boscosas. Los manglares alojan multitud de peces, cangrejos, moluscos, etc. y muy especialmente al amenazado manatí.
Distintas tribus de cazadores recolectores poblaron los Everglades según estos cambiaban su fisionomía. Finalmente, la zona quedó en tiempos coloniales bajo control de los seminola. Estos eran leales a los españoles y defendieron la ocupación estadounidense, que al final se tornó inevitable. España no había mostrado mucho interés en los Everglades en sí y estos seguían sin explorar a comienzos del XIX. En ese siglo solo hubo algunas expediciones, pero antes de cartografiar la zona ya surgió la idea de drenar todos los Everglades para uso agrícola. La canalización de aguas empezó a causar desequilibrios que afectó a partes iguales al ecosistema natural y las poblaciones que nacían. Pese a ello, Miami siguió creciendo y la única buena noticia fue que su aeropuerto no se amplió, lo que habría finiquitado el Parque. Este, promocionado por el conservacionista Ernest Coe en 1934, es uno de los más extensos de EEUU. Pese a todo, un nuevo peligro acecha: el cambio climático.
Los Everglades empiezan donde acaba Miami, así que su aeropuerto es la puerta de entrada. Hay cuatro centros de visitantes con distintos fines: Everglades City sirve para visitar los manglares en barco; Shark Valley da inicio a un itinerario de 24 kilómetros por el sawgrass; Ernest Coe es el más concurrido al estar junto a Miami y tiene varios itinerarios sencillos como el Anhinga para ver fauna; y Flamingo en el sur donde se combina paseo por los manglares y más barco. Una ruta en canoa de 160 kilómetros, la Wilderness Waterway, une este centro con el de Everglades City. Los míticos airboats, barcas movidas por enormes ventiladores, están prohibidas en casi todo el Parque Nacional. Solo una franja en el norte lo permite. De mayo a octubre hay muchas más lluvias y los mosquitos dominan las ciénagas, así que los centros están bajo mínimos o cerrados.
Fotos: Everglades National Park / Murray Foubister
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