El último lago
El norte de África contiene dos grandes ecorregiones diferentes partidas por cadenas montañosas: la mediterránea y la del Sáhara. Siendo muy diferentes, ambas comparten aquí la ausencia casi total de lagos de agua dulce. De hecho, con cierto tamaño y no estacionales solo encontramos al norte de Túnez el lago de Ichkeul. Es el último superviviente de una cadena de lagos que, en el pasado, bajo otras condiciones climáticas, eran la norma al norte del continente. Ichkeul y la zona pantanosa circundante han logrado sobrevivir hasta nuestros días gracias a un complejo sistema hidrológico capaz de sostener el nivel de agua y salinidad en unos niveles concretos. Siendo el único en su género en muchos kilómetros a la redonda, no es de extrañar que Ichkeul se haya convertido en un paraíso para la fauna. En concreto, para las decenas de miles de aves que tras cruzar el Mediterráneo escogen el lago para pasar el invierno. Ichkeul conforma un rico ecosistema que es también extremadamente sensible: cualquier cambio en su entorno podría acabar secándolo.
Ichkeul forma un humedal delimitado en el sur por el Gebel Ichkeul, un pequeño macizo de caliza dolomítica y roca marmórea que se alza 511 metros. Cubierto por olivos y lentiscos, desde su cima se tienen perfectas vistas del lago. Este tiene una extensión de cincuenta kilómetros cuadrados, menos de la mitad que el vecino lago Bizerta. Con este está comunicado por un breve río cuyo flujo es controlado con la esclusa de Tinja. Bizerta está a su vez conectado al mar por un canal de siete kilómetros, por lo que es salino. En estas comunicaciones del complejo lacustre reside el equilibrio de la salinidad. En verano, el menor aporte de los seis arroyos que nutren de agua dulce Ichkeul hace que aumente su salinidad al reducir su volumen de agua. Cuando en invierno llegan las lluvias y los arroyos se llenan, el proceso se invierte. Este equilibrio depende, por tanto, del aporte de las aguas, que a su vez dependen de la cantidad de las lluvias y de las políticas hidrológicas.
La flora de Ichkeul depende de esta salinidad. En la parte menos salobre hay juncos que se transforman en náyades de pantano y hierba de agua allí donde la salinidad es ligera. En las orillas, mientras, dominan altas espadañas. Los náyades y hierbas son el alimento principal de los habitantes del lago, las aves, que además se protegen y anidan entre las espadañas. Estos dos ingredientes, alimento y cobijo, son el secreto de que Ichkeul sea un paraíso ornitológico. Llegan mayoritariamente en invierno, momento en el cual se pueden juntar 300.000 aves. Los más numerosos son las anseriformes, entre las que hay algunas de gran valor ecológico por estar amenazadas, y la focha común. En primavera se quedan las aves que crían: algunas anseriformes y otras como el calamón común. No todas lo tienen claro y lo deciden cada año de acuerdo a las condiciones. En verano, el lago es uno de los pocos sitios al norte del Sáhara donde cría el flamenco. El agua del lago tiene peces autóctonos resistentes a la salinidad y las altas temperaturas y hace no mucho que se reintrodujeron los búfalos de agua.
En los años 90, las políticas regionales cambiaron: se levantaron tres presas en los arroyos que nutren el lago, lo que afectó seriamente a su equilibrio. Al reducirse drásticamente el volumen de agua, la salinidad se hizo excesiva para la vegetación del lago, que se empezó a llenar de otras especies más resistentes. Cambiada sin aviso la dieta que proporcionaba el lago, las aves dejaron de venir a Ichkeul. Estas tres presas habían sido levantadas para mejorar el riego de los campos agrícolas, por lo que la solución al problema tuvo que conciliar todos los intereses creados. A la población local se le dio la alternativa del turismo. Haciendo este sostenible se ha conseguido que Ichkeul tenga su aporte de agua dulce.
Desde el cambio de políticas, el turismo ha crecido para bien de la población local. No obstante, las cifras siguen siendo modestas: el turismo de Túnez se concentra en sus playas y cultura. Ichkeul atrae por tanto a amantes de la ornitología, pero lo cierto es que es un destino perfecto para ir y volver en el día desde la capital, pues está a solo dos horas en coche. A no ser que queramos destinar varios días, por tanto, no es necesario hacer noche en la cercana Bizerta. Es muy aconsejable ir al centro de visitantes del Parque y seguir alguno de los itinerarios prefijados. La mayor parte son por el sur e incluyen varios miradores escondidos para avistar avifauna. Si queremos relajarnos hay un hammam de origen medieval que usa agua del lago. La mejor época para ir a Ichkeul es en invierno, cuando se acumulan más aves.
Fotos: Anisbgs / Elgollimoh
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