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Parque Nacional de Ivindo

Parque Nacional de Ivindo

Ogooué-Lolo y Ogooué-Ivindo (Gabón)

Sin rastro de Sapiens


El controvertido presidente vitalicio de Gabón, Omar Bongo, falleció en 2009 tras la nada despreciable cifra de 42 años al frente de un país que nunca ha terminado de despegar. Acusado de corrupción, una de sus decisiones más aplaudidas interna y externamente ocurrió en 2002, cuando designó simultáneamente trece Parques Nacionales que cubren el 10% de la superficie nacional. Una suerte, teniendo en cuenta que estamos ante uno de los países con una masa forestal más valiosa y extensa, con cerca del 90% del suelo cubierto por bosques pluviales. Con mucha parte de su escasa población en la costa, se puede decir que Gabón es una enorme selva vertebrada por el río Ogüé. A este llegan multitud de afluentes tan caudalosos como el río Ivindo, el mayor de todos. Se une desde el norte recogiendo a su vez agua de numerosos ríos. Una sección del Ivindo constituye uno de los mayores y más relevantes Parques Nacionales nombrados por Bongo. No solo por la belleza de sus inmaculados bosques y caudalosas cataratas, sino por su fauna. Entre otros, para el amenazado elefante de bosque supone uno de sus principales santuarios.

Cataratas Kongou en Ivindo

Como muchas partes de Gabón, el paisaje de Ivindo está marcado por una compleja red de cursos fluviales, en este caso con los ríos Ivindo, Langoué y Djidji. En esta región son de aguas negras, esto es, pobres en nutrientes y sin apenas sedimentos debido al escaso gradiente que afrontan en su curso, con apenas 400 metros de desnivel en todo el Parque. Esto se rompe en varios icónicos puntos como las cataratas de Mingouli y Kongou. Ambas en torno a los cincuenta metros de altura, Kongou destaca por una gran anchura de dos kilómetros, lo que estéticamente la hace recordar a Iguazú o Victoria. Los ríos de Ivindo son producto de la intensa pluviosidad de una región justo en la línea del ecuador y dos estaciones lluviosas. Sin embargo, en Ivindo la selva también deja varios claros denominados baï. Cuando son atravesados por algún pequeño curso de agua formando un humedal, su relevancia ecológica para la fauna es incalculable. El de Langoué es el principal de todos gracias a su tamaño que, no obstante, apenas supera las diez hectáreas.

La biodiversidad de Ivindo es su principal valor. Alberga una gran abundancia de bosques primitivos en los que la subfamilia dominante es Caesalpinioideae, relacionadas con las leguminosas. Dentro del agua, las especies vegetales en los ríos de aguas negras son también relevantes, con varias algas fluviales y mucha investigación pendiente, especialmente en el entorno de las cataratas. La fauna acuática es también sobresaliente, con varias especies tanto endémicas como amenazadas. En las orillas del río Djidji, además, destacan las poblaciones de cocodrilos. Fuera del agua, Ivindo luce sobremanera gracias a sus numerosas especies de mariposas, aves y mamíferos. Entre estos destacan los gorilas occidentales de llanura, chimpancés, mandriles, leopardos, gatos dorados, pangolines y elefantes de bosque. Esta especie es la más icónica, pues estamos en uno de sus principales santuarios en un país que de por sí alberga la mitad de los ejemplares que quedan en el mundo.

Fauna en el baï de Langoué de Ivindo

El secreto de Ivindo, como de buena parte de Gabón, reside en lo complicado que ha sido y es habitar estas regiones. En Ivindo no hay registrada población alguna y solo algunas partes del río se utilizan para la pesca, pero siempre bajo formas sostenibles. De hecho, se puede afirmar que Ivindo es una de las zonas del planeta más recientemente investigadas y que esta ha sido solo parcial. Fue en 1999 cuando la expedición MegaTransect dirigida por el conservacionista J. Michael Fay descubrió muchas de las bonanzas de Ivindo, incluido el baï de Langoué. La expedición fue el punto de partida para los masivos nombramientos de Parques de Omar Bongo, que vinieron a refrendar una protección de por sí óptima. Desde entonces, a la estación de investigación de Ipassa, creada en los 70, se le sumó una específica para el baï de Langoué. La principal amenaza en Ivindo es la caza furtiva, aunque también haya habido que sortear algún amago presidencial por construir presas.

Viajar a Ivindo es posible, pero resulta toda una aventura en la que necesitaremos tiempo, dinero y buena forma. La puerta de entrada es el modesto aeropuerto de Makokou, desde donde podemos acceder al Parque por su lado norte a través de barcos. Obviamente todo resultará más sencillo si lo llevamos contratado previamente. Desde Makokou alternaremos barco, 4×4 y caminatas para llegar a las dos principales zonas a visitar: las cataratas Kongou y el baï de Langoué, donde sin exigir mucha suerte veremos elefantes y gorilas. Por el camino la infraestructura es limitada y hay que dormir en campamentos. En todo caso hay que evitar la época más lluviosa que va desde septiembre a mayo.

Fotos: Lee White / David GREY

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