Meandros de montaña
El Nahanni del Sur no es un gran río. Es más, no es sino un afluente de otro río mayormente desconocido, el Liard. Sin embargo, el Nahanni presume de tener una historia única. Grosso modo, los ríos se dividen en dos: los que discurren por planicies suelen tener continuos meandros por la reducida inclinación, mientras que los ríos de montaña son más directos y verticales. El Nahanni combina ambas cosas. El territorio donde se asienta fue un lecho marino emergido totalmente plano. El Nahanni primigenio nació entonces y trazó los meandros esperables. Hace unos 200 millones de años, el terreno empezó a arrugarse hasta formar las montañas Mackenzie. Aunque con cambios de curso, el río mantuvo sus meandros pese al nuevo contexto, presentando así su geografía diferencial: meandros entre montañas. Así, antes de volver a las llanuras, el Nahanni atraviesa hoy cuatro cañones, en algunos casos muy verticales. Son el corazón de un Parque Nacional que combina esta original geomorfología, en la que son también protagonistas las cuevas kársticas, con la potente biodiversidad de las latitudes del noroeste de Canadá.
Dos momentos marcan la historia del Parque Nacional y el río que lo vertebra. El primero fue la colisión de placas que llevó a la formación de las montañas. El segundo lleva ocurriendo unos dos millones de años. Son los glaciares que le llevan dando forma desde entonces. De este a oeste, los cuatro cañones se numeran según los exploradores remontaron el río. El primero tiene las paredes verticales más altas, hasta 1.200 metros, en su recorrido de treinta kilómetros. El segundo mide la mitad y atraviesa la cordillera Headless en el considerado tramo más bello. El tercero es el más largo y plano, atravesando una zona de fácil erosión protagonizada por las montañas Funeral. El último tramo es el más conocido y visitado gracias a las cataratas Virginia. Tras atravesar los rápidos de Sluice Box, el Nahanni da un salto de noventa metros. En el medio de la catarata resiste la roca de Mason. No durará mucho: la catarata se ha ido desplazando hacia el oeste según erosiona el terreno.
Más atrás aún queda una de las zonas más especiales: las frágiles piscinas de toba calcárea de Rabbit Kettle. Están llenas de aguas termales calentadas con los restos de la actividad volcánica que aún se siente bajo tierra. Al salir a la superficie y enfriarse súbitamente, el agua deja unos depósitos en un lento proceso que lleva en marcha 10.000 años. No son las únicas aguas termales, que son una de las señas de identidad junto a las cuevas y el bosque boreal plagado de píceas y álamos. En Nahanni hay además muy diferentes sustratos que proporcionan múltiples ecosistemas diferentes. Son el territorio donde se asienta una fauna profusa, marcada por muchas especies de mamíferos amenazadas. Aquí encuentra su hábitat idóneo bisontes, osos grizzli y negros, muflones de Dall, musarañas, marmotas, castores, linces, nutrias, zorros rojos y caribúes. Entre la avifauna destaca especialmente la amenazada grulla americana, que tiene aquí su único punto de anidamiento conocido.
Nahanni y sus alrededores han sido frecuentados por humanos desde hace unos 10.000 años, siendo los indígenas dene sus últimos habituales. Los primeros contactos europeos llegaron en el siglo XVIII, pero se intensificaron cuando Alexander Mackenzie exploró la zona. Durante el siglo XIX hubo un comercio constante entre indígenas y europeos marcado por la piel, lucrativa materia gracias a la exuberante fauna. En esta época empezaron a abundar historias fantásticas acerca de las oportunidades que daba el río, como la existencia de oro, y los peligros que representaba, reflejado en los nombres que recibe cada zona. Los indígenas también alimentaron la historia, transmitida oralmente, de los habitantes originales, los naha. Nunca se ha encontrado prueba de su existencia, pero dan nombre al Parque. Con el tiempo, el río fue documentado y finalmente la zona fue nombrada Parque en 1972. En los últimos tiempos se ha gestionado este nombramiento junto a los indígenas.
No cabe duda que Nahanni invita a la aventura por su lejanía y salvajismo. Recibe solo unos mil visitantes al año, casi todos en verano. Es necesario pedir permiso y en el caso de las cataratas Virginia hay que pedirlo con bastante antelación. Por tanto, hay que planificar bien el viaje, algo por otro lado recomendable por nuestra seguridad. Fort Simpson es la puerta de entrada, aunque no terrestre. Es desde aquí desde donde operan casi todas las compañías de helicópteros e hidroaviones que nos dejarán en el río. En Fort Simpson está también el centro de visitantes con explicaciones sobre la historia y geografía del Parque. Lo más habitual es ir de oeste a este, siguiendo el curso del río en kayak o canoa y dejándolo para hacer rutas de trekking. Los itinerarios van de diez días a tres semanas. Si no tenemos tanto tiempo se puede hacer una excursión de solo un día a las cataratas Virginia.
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