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Parque Nacional del Río Abiseo

Parque Nacional del Río Abiseo

San Martín (Perú)

Vegetación y culturas de otra época


Las yungas, palabra de origen quechua, conforman una franja de selva en la cara este de los Andes. Suponen la transición entre las zonas más altas de la cordillera y la cuenca del Amazonas. Se trata de una región parcheada y estrecha que se extiende desde el río peruano Marañón hasta el norte de Argentina. Son por definición bosques de montaña que parten de unos 300-600 metros de altitud hasta la zona del páramo andino. Su relieve es muy abrupto, con cañones verticales que van formando mosaicos de vegetación con alto endemismo. Se debe a que son regiones poco extensas con alto gradiente de altitud. Las yungas peruanas son una de las fuentes hidrológicas de la primera sección del Amazonas, la mayor cuenca del mundo. Varios ríos alimentan su primer tramo, especialmente el Marañón, Huallaga y Ucayali. Entre los dos primeros se localiza el río Abiseo. Este conforma una de las regiones más extraordinarias y vírgenes de Perú, refugio de especies amenazadas y flora muy antigua. Además, en sus selvas esconde sitios arqueológicos tan intrigantes como Gran Pajatén.

Río Abiseo rodeado de la vegetación de las yungas

El Abiseo no es más que un segundo afluente del Huallaga, pero en el Parque es la principal cuenca. Lo recorre de sur a norte antes de girar al este, hacia el Huayabamba. Antes recoge las aguas del Montecristo, Curvo y Tumac. Entre todas suman 275.000 hectáreas altamente protegidas desde 1983. Al oeste se alcanzan las mayores alturas, superando los 4.000 metros consistentemente hasta alcanzar techo en 4.349 metros. A unos 3.500 metros empiezan a aparecer las yungas con el bosque enano como protagonista. Los ríos forman profundas quebradas con multitud de cascadas como Oso y Shihui. Esta geografía y la pluviosidad producen una fuerte erosión: corrimientos de tierra y cuevas son habituales. Pasado el tramo inicial más pegado a los Andes, los ríos afrontan zonas más bajas, pero siempre entre gargantas forradas de yungas. Estas se van ensanchando al bajar de los 2.000 metros.

Toda la vegetación que cubre el Parque Nacional Abiseo tiene un factor común: es muy antigua. Sus especies han llegado hasta nuestra era sin apenas variar desde el Pleistoceno, era iniciada hace unos dos millones de años que estuvo marcada por varias glaciaciones que se detuvieron hace unos 12.000 años. Se dice del Abiseo que conforma el refugio botánico pleistocénico de Huallaga dentro de una hipótesis que trata de explicar la enorme biodiversidad del Amazonas, muy acentuada en esa era. Explica además el alto nivel de endemismo de los refugios de las yungas. Abiseo es así un laboratorio científico en estado casi virginal: ha servido para estudiar cambios climáticos del pasado y se sigue clasificando su ingente biodiversidad. Solo en flora se cuentan más de 5.000 especies y en fauna hay un alto endemismo en invertebrados y anfibios. Entre la fauna de mayor tamaño destacan osos de anteojos, armadillos gigante, jaguares, venados andinos y cinco primates diferentes. Entre los últimos está el choro de cola amarilla, endémico en Perú. En estado crítico de conservación, tiene en Abiseo su principal santuario.

Sitio arqueológico de Gran Pajatén en Río Abiseo

Abiseo goza de protección máxima y el acceso está muy restringido, pese a que especialmente en el oeste persiste el control de la caza o cultivos ilegales, incluida la coca. El Parque estuvo más poblado en el pasado: pese a lo intrincado del terreno y el aspecto virginal, los pueblos precolombinos se aventuraron aquí hace 8.000 años, como demuestran los restos de cueva Manachaqui. Hasta 36 sitios arqueológicos se han descubierto. La mayor parte están en las zonas altas y siete en las yungas, al estilo de Machu Picchu. No hay solo ciudades, sino también redes de caminos, terraceos, estructuras ceremoniales, refugios, necrópolis como Los Pinchudos, etc. Los últimos habitantes en habitar la zona fueron los chachapoyas u hombres de la neblina, que ocuparon el sur del río Marañón. De ellos destaca Gran Pajatén, uno de los últimos descubrimientos en Perú. Sorprenden el tamaño de las ruinas, sus edificios circulares y los delicados mosaicos de pizarra con figuras antropomorfas y zoomorfas.

Visitar Gran Pajatén exige permisos del gobierno peruano nada fáciles de conseguir. Es el más difícil todavía de un sitio complicado de visitar por el nivel de protección y los accesos. Se permite entrar al Parque solo parcial y temporalmente. La sección oriental es más activa. Para llegar a ella hay que volar a Juanjui y remontar el río, pasando por Huicungo, hasta llegar al acceso Churo. Se ven varias quebradas, cuevas y cascadas. Merece la pena también el circuito Shingal. La sección occidental es más complicada: doce horas en bus desde Trujillo hasta Pataz, donde hay que seguir a pie y mula otras dos horas pasando por el paso Chigualén. De junio a octubre no hay lluvias en Abiseo.

Fotos: abiseoperu.com / Warren B Church

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