El volcán del Atlántico
Las Canarias es un archipiélago geográficamente africano de origen volcánico. Cuenta con treinta millones de años y goza de un clima subtropical. Tenerife es su mayor isla y una de las más altas del mundo gracias al Teide. Mide 3.718 metros sobre el nivel del mar, aunque si contamos desde el lecho oceánico son 7.500 metros. Es decir, es el tercer volcán más alto del mundo, solo superado por los hawaianos Manu Kea y Manu Loa. Hace unos siglos, en Europa se creía que era el pico más alto del mundo por su prominencia al surgir del mar. Además, el sistema Teide-Pico Viejo es un gran estratovolcán vesubiano aún en activo: su última erupción fue hace unos 200 años. Toda la zona conforma uno de los principales Parques Nacionales de España y de todo el Atlántico. El Teide no es solo un lugar bello con sus cambiantes colores y mares de nubes: sus condiciones ambientales y geológicas llamaron la atención de la NASA. El Teide, que ya albergaba un observatorio astronómico, se ha convertido en un campo de pruebas de vehículos destinados a recorrer tierras más lejanas como Marte.
Tenerife es una dinámica isla y el mismo Teide está en un periodo de elevación continua. No obstante, dentro de lo que cabe, la isla está tranquila más allá de algunas fumarolas. Esto y la inestabilidad estructural de su cara norte han hecho que el Teide esté en la lista de los volcanes de la década junto a otros como el Etna. Son básicamente una serie de volcanes cuya peligrosidad hace que se les vigile de cerca. La última fase fuerte del Teide sucedió hace unos 150.000 años. Por entonces había en la isla un pico más alto al actual que colapsó. Se formó la caldera de 16 kilómetros de las cañadas del Teide y progresivamente la isla fue tomando su forma actual al elevar su cima. El siguiente pico en altura, único por encima de los 3.000 junto al Teide, es el Pico Viejo o Chahorra. Fue el último punto en el que hubo actividad, cuando se formaron las conocidas como narices del Teide. Alrededor de estos picos hay un paisaje marciano con coladas, picos, llanos y roques como el fotogénico Cinchado.
A pesar de este desolador paisaje, sin apenas sustrato, con nieve y fuertes cambios de temperatura por la alta intensidad solar, en el Parque hay vida. Es además una biodiversidad muy interesante, sobre todo en cuanto a una flora que ocupa el 75% del Parque. Investigadores como Alexander von Humboldt se interesaron por las adaptaciones extremas de una flora tan especializada que una de cada tres especies es endémica. Destacan especies curiosas como el llamativamente intenso tajinaste rojo, la jara de Las Cañadas, el muy amenazado rosal del guanche, la endémica de las Cañadas hierba pajonera o la violeta del Teide, presente en las laderas rocosas hasta los 3.300 metros. La fauna presenta menos endemismo salvo a nivel de invertebrados, entre los que un 40% lo es. La fauna vertebrada cuenta con unas cuantas especies de aves que anidan, algunos pequeños mamíferos introducidos y tres reptiles endémicos como el lagarto tizón.
El pico Teide fue conocido en la Edad Antigua, cuando los romanos lo llamaron Nivaria. Fue un volcán temido por los guanches, habitantes originarios de Tenerife antes de su colonización. Para ellos vivía aquí el demonio del mal Guayota, seguramente porque les tocó vivir alguna erupción dañina. De esta época son algunos sitios arqueológicos en las laderas orientados probablemente a aplacar la ira del Teide. Una vez colonizada la isla, el pico empezó a llamar la atención de montañistas. Un grupo de británicos en el XVII fueron los primeros en documentar su ascenso. Hubo muchos en el XIX, incluidos Meyer y Purtscheller, que lo utilizaron como entrenamiento antes de ser los primeros en coronar el Kilimanjaro. En 1954 se nombró el Parque Nacional, orientado sobre todo a proteger la flora.
Unos tres millones de personas visitan anualmente el Teide. Lo convierten en el Parque Nacional más visitado de España y el segundo volcán del mundo, tras el japonés Fuji. En parte es gracias a la popularidad de Tenerife como destino turístico por sus playas. Por tanto, la isla cuenta con dos aeropuertos y todo tipo de infraestructuras. La manera más rápida de ascender el Teide es llegar en coche hasta el teleférico, que nos dejará a 3.555 metros. No se puede ir más allá a no ser que se tenga un permiso especial. Se puede también subir a pie desde Montaña Blanca. Nos llevará unas siete horas ida y vuelta. Aunque no es muy técnico, sí es duro, por lo que se puede partir el camino en el refugio Altavista. Otros puntos de interés son el valle de la Orotava, con fantásticas vistas, o la ermita de las Nieves, el templo cristiano a mayor altitud de España.
Fotos: Natalio / Obdulio Obduliez
Comentarios recientes