Paredes de vida
El mar de Joló o Sulu es un mar interior del archipiélago malayo delimitado por Borneo al suroeste y varias islas filipinas que lo aislan del océano Pacífico. Bajo la superficie, Joló tiene un perfil accidentado, con grandes profundidades y zonas mucho más superficiales. La principal formación es la cadena montañosa submarina de Cagayan, que atraviesa diagonalmente prolongándose cientos de kilómetros en paralelo a la isla Palawan, que delimita el mar en el noroeste. Esta cordillera asoma formando algunas islas, atolones y plataformas de arrecifes. Sumado al clima tropical de la región y la lejanía de la costa, unos 150 kilómetros hasta Palawan, se reúnen las condiciones ideales para el Parque Natural de Tubbataha. Formado por tres atolones y 130.000 hectáreas marinas, estamos en una de las regiones coralinas más prístinas. En sus aguas hay una enorme densidad de especies marinas, mientras que el atolón norte es además un lugar señalado por aves y tortugas para anidar o desovar.
Los desocupados atolones de Tubbataha pertenecen a la provincia de Cagayancillo, archipiélago habitado por unas 6.000 personas. Alrededor de los atolones, las aguas son poco profundas, pero según nos alejamos de la cordillera submarina podemos llegar a los 2.000 metros de profundidad. Los dos atolones más grandes se llaman Norte y Sur. Es más grande el primero, que alcanza los 16 kilómetros de longitud y casi cinco de ancho. El tercer atolón, unos veinte kilómetros al norte, se llama Jessie Beazley y es bastante más pequeño. Todos comparten la forma prototípica de un atolón, islas que se forman tras la emergencia de un volcán que con el tiempo se erosiona. Lo que queda tras el proceso es lo que vemos hoy, un anillo coralino en cuyo interior, antiguo cráter volcánico, se forma una laguna. Los atolones apenas se elevan unos metros del suelo, mientras que bajo el agua la profundidad aumenta de golpe. Es lo que ocurre en Tubbataha. Cuando llegamos al final del coral nos espera una pared coralina perpendicular de unos cincuenta metros en los que abundan grietas y cuevas.
Entre las grietas del coral duro, los tentáculos de las más de 350 especies de coral blando, las praderas marinas y las macroalgas, la vida marina bulle. Se calculan unas 500 especies marinas, cantidad comparable a la mucho más extensa Gran Barrera. Los hay en todos los tamaños imaginables. Desde los carismáticos peces payaso o los venenosos peces león, hasta los grandes pelágicos y cetáceos como los delfines. El más habitual entre los primeros es el tiburón de arrecife de punta blanca, pero en aguas más abiertas veremos tiburones ballena, barracudas, mantas y tiburones tigre. También marinas son las dos especies de tortuga, habituales en las aguas y desovando en las playas. Especialmente valiosa por su estado crítico es la carey. En la superficie, la densidad de especies decrece. Apenas hay cinco de árboles y cuatro de hierbas. Conforman no obstante un hábitat fundamental para cien especies de aves que rondan los atolones y anidan en ellos, especialmente en un islote de la laguna de Norte. Muy relevante es el rabihorcado de la Christmas, muy amenazado. Otros suliformes más numerosos son los alcatraces.
El secreto de Tubbahata ha sido su aislamiento, lo que junto a la ausencia de agua dulce ha prevenido su ocupación. Sin embargo, la vida marina ha atraído siempre a pescadores de la etnia Sama-Bajau, que le pusieron el nombre, traducido como coral expuesto en marea baja. Al industrializarse la pesca en los años 80 empezaron los problemas. La reducción del ecosistema y las presiones ecologistas llevaron a la protección en el año 1988, siendo el primer Parque natural submarino para Filipinas. La eficacia del asunto se pudo notar al hacerse necesaria la protección del atolón Jessie Beazley, que llegó en 2006 y aún está recuperándose. Hoy la situación está más controlada gracias a los ranger, que tienen pequeñas cabañas en el atolón Norte. La pesca ilegal, no obstante, es un problema. La otra gran amenaza se comparte con otros lugares coralinos. El aumento de las temperaturas está provocando episodios de blanqueamiento del coral como el de 1998.
Otra amenaza, pero controlada, es el turismo. Tubbataha es uno de los puntos de buceo habituales en las listas de mejores lugares del mundo. Esta fama y el control hace que tengamos que reservar con tiempo una de las embarcaciones, de muy diferente categoría, en las que haremos vida. Salen de Puerto Princesa, capital de Palawan, y en unas diez horas llegamos a Tubbataha, donde lo habitual es estar una semana. El sentido aquí es bucear o hacer snorkel, porque salvo la zona de los rangers no podremos pisar los atolones. La temporada activa con el mar calmado, sin lluvia y gran visibilidad es de marzo a junio.
Fotos: q phia / Ron Van Oers
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